Las máscaras: Un arte que se resiste a morir en Monimbó tras la crisis sanitaria por COVID 19

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Aunque, el tradicional desfile de Los Agüizotes no se realizó este último viernes de octubre, en Masaya no se detienen las creaciones de variadas máscaras artesanales • Foto: Eduardo Montenegro / Notimat

Aunque, el tradicional desfile de Los Agüizotes no se realizó este último viernes de octubre, en Masaya no se detienen las creaciones de variadas máscaras artesanales. 

Aunque este año por diferentes motivos, pero principalmente por la crisis sanitaria generada por el Covid 19, no se realizó el tradicional desfile de Los Agüizotes en Masaya, el último viernes de cada octubre a como es costumbre, en el barrio indígena de Monimbó aún mantienen la lucha por preservar sus mitos y leyendas, que son  estampadas en cada máscara artesanal que sale de las manos laboriosas de los monimboseños. 

En un rincón del taller de máscaras “Los Diablos” de este barrio, se ve a Léster Espinoza poniendo los cachos a una máscara que es el reciente encargo de un cliente, que pretende disfrazarse de diablito en alguna actividad folclórica. En este lugar inundado de máscaras terroríficas, habita esta humilde familia que desde hace varias décadas es reconocida por la elaboración de este producto artesanal, un oficio que pese al paso de los años se resiste a morir.

Aunque, el tradicional desfile de Los Agüizotes no se realizó este último viernes de octubre, en Masaya no se detienen las creaciones de variadas máscaras artesanales. 

“Hace como unos treinta años en Masaya ya casi nadie elaboraba máscaras, entonces a un hermano y un tío les surgió la idea de elaborarlas, luego otro hermano mío y yo le dimos seguimiento a este legado. Nosotros hacemos máscaras durante todo el año y en estas fechas se involucra toda mi familia, mis primos, mis tías y mis demás hermanos”, explica Espinoza. 

El proceso para la elaboración de estas piezas que se lucen en diferentes partes del territorio nacional durante las diferentes actividades de mitos y leyendas, no es nada fácil, pues Espinoza detalla que este trabajo es muy arduo, porque se mezcla almidón, papel y demás elementos, luego se coloca la masa en un molde para darle la figura sugerida y al final el toque de pintura. 

En muchas ocasiones, los clientes le llevan sus propios diseños y suelen ser bastante complejos. Asegura que las figuras más demandadas durante todo el año son las tradicionales como la cegua, la mocuana, la llorona, la bruja y por supuesto los famosos diablitos con cachos largos.

Lejos de que este oficio tradicional se extinga, la nueva generación en la casa de los Espinoza, ya viene labrando su propio camino para que una vez que sean mayores y estén preparados asuman el negocio.  

“Tenemos sobrinos que ya están inmersos en este mundo de las máscaras, y al parecer les está gustando, incluso ya hacen sus mascaritas y se ponen a pintar, se les despierta el ingenio, por eso creo que esta tradición va a seguir con la nueva generación porque nuestros niños vienen aprendiendo poco a poco de este oficio y pues ya se avientan a hacer unas mascaritas”, sostiene el artesano.

No han dejado de vender

“En estos últimos años se ha bajado la venta, pero este 2021, a pesar de la pandemia, ha venido gente de fuera de Masaya para hacernos encargos, han venido de León, Matagalpa, Granada, hasta de la zona de Los Pueblos, y pues gracias a Dios no hemos dejado de vender. Parece que con esto de que están vacunando, la gente se ha animado a salir un poco”, considera. 

Las máscaras en este departamento han sido sinónimo de lucha, resistencia, protesta, tradición, costumbres y sobre todo parte de la idiosincrasia que ha marcado a este pueblo desde tiempos ancestrales. “La máscara tenía, para quien la llevaba y para el espectador que contempla las ceremonias rituales, una especie de mimetismo religioso por el cual el hombre disfrazado con ella, se desfiguraba, perdía su personalidad y tomaba otra mitología  o divinidad”, según el libro “La máscara y su presencia en Nicaragua”, del investigador nicaragüense, Julio Leon Báez.

Precios de las máscaras

Para los amantes de los disfraces estos son los precios: máscaras para niños entre 200 y 300 córdobas cada una y para adultos oscilan entre los 350 hasta 800 córdobas. Pero si el cliente lleva su propio diseño, sería el precio podría elevarse en dependencia de la complejidad de la pieza.

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