“El viento hacía temblar la casa y el río rugía”, el relato de quienes sobrevivieron al huracán Julia en El Rama
- 13 Oct 2022
- 7:10 p.m.
Nadie se imaginaba lo que iba a pasar. Fue hasta que el agua les cubría la cintura que las autoridades municipales empezaron a evacuar a algunas personas. El resto decidió jugarse la vida en sus casas ante la mayor inundación que ha sufrido El Rama, desde 1986, cuando el huracán Juana causó los mismos estragos.
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Han pasado cuatro días desde que el huracán Julia, de categoría 1, golpeó directamente a Nicaragua, en la madrugada del domingo nueve de octubre. Las fuertes lluvias que dejó provocaron que el río Escondido, que rodea la ciudad de El Rama, se desbordara causando una impresionante inundación que cubrió todo el centro de la ciudad. Esta ha sido una de las más graves afectaciones que provocó este ciclón en el territorio nicaragüense.
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Es 12 de octubre de 2022. Estamos en El Rama. Durante el camino hacia este municipio observamos una gran cantidad de árboles tumbados a la orilla de la carretera. La mayoría estaban doblados hacia la misma dirección como evidencia de las consecuencias de la fuerza del viento. Algunas casas que perdieron varias láminas de zinc.
En el centro del poblado ya no hay inundación, sólo quedó el lodazal. En la calle central o zona comercial, las personas sacan de sus negocios varios objetos que se destruyeron con el agua y los amontonan: papeles, electrodomésticos, muebles, mercadería de todo tipo, ropa, etc.
En una tienda varias motos nuevas fueron tapadas totalmente por el agua. En las calles están estacionados camiones cargados con productos deteriorados por el agua. Las familias limpiaban el interior de los negocios que han quedado llenos de pegajoso fango.
Algunos negocios están abiertos, pero no hay agua ni energía eléctrica. Otras personas usan una planta generadora de energía a base de gasolina. Una línea de tierra o sedimentos en las paredes indica hasta dónde subió el nivel del agua. Apenas había gente vendiendo en las calles.
En una esquina de la calle central está el comedor de Reymunda Abarca. Afirma que su comedor se inundó a la mitad, pero suficiente para echarle a perder un freezer y otros electrodomésticos. En el interior de su tramo se puede ver por la línea de lodo seco, hasta donde subió el agua.
“Creo que las pérdidas son de 50 mil córdobas”, asegura la comerciante. Cuenta que hasta el domingo en la mañana le informaron que el río estaba creciendo, pero ella estaba en su casa, ubicada en zona alta de El Rama. “Nunca me imaginé que iba a ser tan grave”, expresa.
El agua subió rápido
El Rama, ubicado en el Caribe Sur, tiene una zona baja, media y alta. En la zona media están la mayoría de los comercios. En la zona baja se ubican los barrios; uno de estos se llama La Primavera. En una esquina de este barrio estaba Lesbia Jarquín, esperaba una caponera para ir a bañarse junto a sus nietos donde un familiar que vive en otro barrio.
Relata que el agua comenzó a subir temprano en la mañana del domingo 9 de octubre. “Apenas descansamos por la fuerza del viento del huracán”. Pero para su sorpresa la mañana del domingo, el río comenzaba a subir su caudal. “Cuando nos dicen que el río viene creciendo comenzamos a meter ropa en sacos. Sentimos miedo cuando vimos que el agua llegó hasta un rótulo de Claro”.
Jarquín asegura que en vez de evacuar a su familia fue al segundo piso de la casa. “El río creció rápido; solo sacamos lo que pudimos”, recuerda. Calcula que el río alcanzó su máximo desborde a las cuatro de la tarde, a esa hora, el primer piso de su casa estaba bajo el agua.
Dentro de la casa de Jarquín había lodo por todos lados. Su patio parecía un pantano. Todo lo que había, quedó bajo metros de fango. A pesar de todo lo que vivió su familia, la señora nunca dejó de sonreír mientras hablaba.
A una cuadra de la casa de Jarquín estaba el hogar de Melania García, totalmente destruido. La vivienda era toda de madera. Trataba de rescatar la mayor cantidad de tablas que pudiera. “Yo abandoné la casa con mis tres hijos cuando vi que el agua nos estaba llegando a la cintura. Después, los vecinos que se quedaron me contaron que mi casa andaba flotando sobre el agua”, relata García.
La ropa y cama de ella y sus hijos las dejó arriba de la casa de un vecino. “Perdí todo”, afirma.
La furia del huracán y el río
En la última casa del barrio La Primavera, a la orilla del río Escondido, que se veía sereno, vive Oscar Gutiérrez. Para llegar a su casa hubo que caminar sobre una capa espesa de lodo que casi cubría por completo las botas de hule.
Gutiérrez asegura que los vientos del huracán Julia comenzaron a azotar las casas el sábado en la noche. “El viento hacía temblar la casa”, recuerda Gutiérrez. Luego, a la una de la mañana del domingo, escuchaba rugir el río Escondido.
“El viento solo me arrancó unas láminas de zinc”, afirma. Pero el río lo obligó a preparar su lancha para salir con su familia si la situación empeoraba.
Temprano en la mañana del domingo el patio estaba totalmente ocupado por el caudal del río. “Creo que ese río subía un metro cada hora”, afirma Gutiérrez. Al mediodía, la mitad de su casa estaba bajo agua. Su familia se fue al segundo piso. “Aquí vinieron a pedirme ayuda, mucha gente de las comunidades aledañas al río, perdieron sus cosas. Por el río vi pasar muebles, electrodomésticos y un montón de cosas de las casas”, asevera.
No hubo advertencia
Gutiérrez afirmó que las autoridades municipales jamás le advirtieron que el huracán podría provocar una crecida de esa magnitud, a pesar de que ya había un precedente con el huracán Juana en 1986. “Aquí cada quien salvó su propio pellejo. Para ser sincero no escuché nada. Dos días antes hicieron un simulacro”.
En el barrio La Primavera las evacuaciones se hicieron cuando la inundación ya era grande, afirma el ciudadano.
Afortunadamente, hasta ahora, no se reporta ni un fallecido. Cerca de la universidad BICU, se habilitó un albergue para las familias evacuadas.
En el caso de la entrega de ayuda humanitaria, se observó que personal de la alcaldía de El Rama estaba censando a las personas afectadas. Melina García es una de estas personas. Afirma que el personal manifestó que solo entregaría zinc a las casas que perdieron todo el techo.
En las calles del barrio Rosario Murillo, un barrio ubicado en la parte baja, una camioneta estaba entregando colchonetas. Sin embargo, muchas personas pedían, pero no tenían claridad de cómo podían acceder a esta ayuda.
Una cisterna de Enacal repartió agua barrio a barrio, ya que desde el domingo El Rama no tiene agua potable.
De igual forma, no había energía eléctrica desde el sábado por la tarde, cuando el viento empezó a aumentar. Solo algunas casas tienen energía por plantas eléctricas