Furia y Toro, el delincuente y la víctima
- 11 Mar 2024
- 9:30 p.m.
Pocas personas recordarán el nombre de Herlio José Jarquín Cortez, el originario de Carazo, Nicaragua, quien mantuvo en vilo a las comunidades, y que a través de los medios de comunicación seguían lo que se decía sobre sus “delitos”.
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Más de 456,000 resultados de búsqueda en Google, 52 videos en Youtube y cientos de publicaciones en las diversas redes sociales, la mayoría producidos entre octubre de 2016 y agosto 2017, dieron a Herlio la fama de un cruento delincuente conocido como “Furia y Toro”.
Versiones de La Policía de Nicaragua mencionan que Herlio cometió una larga lista de delitos como asesinato, robo con fuerza, abigeato, violaciones, lesiones físicas y psicológicas en contra de sus víctimas.
La madre del Jarquín, Mercedes Abigail Cortez, en algún momento manifestó que en el tiempo que vivió con su hijo, “nunca robó y nunca le hizo nada a nadie”. Pero, su fama fue creciendo, y en el entorno de los medios de comunicación, se creó el personaje a partir de un campesino de Santa Teresa Carazo, ahora convertido en toda una leyenda que desafiaba la lógica y la razón y que más bien rayaba en lo increíble, lo sobrenatural.
“Furia y Toro”, también fue nombrado por dos medios de comunicación, como el “sicario brujo”, aunque en ningún momento la policía mencionó en sus reportes que Herlio haya recibido dinero para cometer asesinato. Estas y otras informaciones que refieren al caso, tenían la característica del empleo de un lenguaje cargado de calificativos grotescos y afirmaciones de hechos, que al fin de cuentas, nunca fueron considerados como elementos por los que se haya juzgado a Herlio, aunque definitivamente generaron un gran impacto mediático.
Sobre Jarquín se mencionó en repetidas ocasiones que realizaba “oraciones satánicas”, lo que supuestamente le dotaba de poderes, como la omnipresencia. Los medios de comunicación mostraron a personas que creyeron haber visto al sujeto en Boaco, y otros decían haberlo visto, de forma casi paralela, en Chontales, en Granada y en otros municipio de su natal Carazo. También se afirmó que el hombre dormía en bóbedas del cementerio en el municipio de El Rosario. Pero todo esto, quedó únicamente en los relatos “periodísticos”, sin que se pudieran corroborar.
Los crímenes de Furia y Toro
Por medio de denuncias públicas de una familiar, a Herlio Jarquín se le achacó el asesinato en 2012, del joven estudiante de mecánica automotriz, Carlos Manuel Téllez Luna. Aunque los medios de comunicación mencionaron muchas veces esta información, se desconoce públicamente un informe policial o registros mediáticos del hecho en aquel año.
Las notas de prensa también indicaron que el popular “Furia y Toro” en 2013 fue condenado y cumplía una pena de 30 años por el asesinato de Elyer Gabriel Quintanilla Nicoya y por afectaciones en contra de la novia de la víctima. Pero el 25 de octubre de 2014, Herlio se escapó por una ventana de las celdas policiales de Carazo, para mantenerse prófugo durante dos años y cinco meses, tiempo en el que presuntamente cometió más delitos.
Los hermanos Rolando José López Guzmán y Freddy Ismael Narváez Guzmán, señalaron a Herlio Jarquín de intentar asesinarlos en diciembre de 2016, “hiriéndoles” con impacto de bala en brazo y pierna respectivamente. Ambos aseguraron haber despojado de una pistola a Jarquín, la cual “entregaron a la policía”, pero sin explicaciones, la audiencia fue suspendida. El proceso fue admitido finalmente en 2022, según se refleja en el Sistema de Asuntos del Poder Judicial de Nicaragua.
Los relatos sobre “Furia y Toro” siguieron apareciendo. El señor Arsenio Molina Jiménez relató ante los medios de comunicación que el primero de enero de 2017, perdió su brazo producto de un machetazo propinado por Jarquín. Unos días más tarde, el 19 de enero supuestamente disparó e impactó la pierna izquierda del ciudadano Francisco José García, al ser sorprendido sustrayendo una cabeza de plátanos de la finca donde trabajaba García. En ambos casos, Herlio fue declarado culpable.
¡Soy inocente!
El 25 de febrero de 2017, a cinco días desde el ataque contra García, la Policía informó la recaptura de Herlio Jarquín, después de dos años y cinco meses desde su fuga de la cárcel. Tras su comparecencia en los juzgados y la fuerte presencia mediática, Herlio aprovechó para decir que, “los medios de comunicación son los que me han hecho famoso. Yo siento vergüenza de todo esto, pero yo soy inocente”, dijo con notable serenidad.
En la audiencia del 24 abril de 2017, Jarquín sorpresivamente renunció a la defensoría del Ministerio Público y exigió ser representado por un abogado independiente. “Me gustaría un defensor no gubernamental”, dijo Jarquín dejando entrever su desconfianza y cuestionamientos a los debidos procesos ante el juez Donald Alfaro.
Finalmente, en juicio oral y público celebrado el 8 de junio, Jarquín se declaró culpable únicamente de los delitos de quebrantamiento de pena y portación de arma de fuego, por lo que fue condenado a tres años, y que finalizó su cumplimiento en 2020.
Furia y Toro, el solidario
El expreso político nicaragüense Edward Lacayo, conocido como “La Loba”, relató por primera vez tras su excarcelación en febrero de 2023, que conoció a Jarquín a quien describió como un tipo tranquilo, un humilde campesino.
Consultado por Onda Local, Lacayo no duda en llamar “hermano” a Herlio, del que insiste se trata de un hombre sencillo, un arrea chanchos, un hombre fuerte, un agricultor de maíz y sorgo que le ayudó en sus días y noches en los celdas de alta seguridad del régimen de Nicaragua. Lacayo aseguró que, “lo que decían de Herlio eran leyendas. Que el único problema real que tuvo fue con un militar, que le quiso quitar su tierra y que en los otros casos, nunca se presentaron los cuerpos de los supuestos asesinados. Todo fue inventado”, asegura con indignación.
De acuerdo a la narrativa de Lacayo, “Furia Toro” tuvo especiales gestos con él al interior de la presión, como el hecho de recibir una puñalada en su brazo para defenderlo el único día que Edward recuerda haber sido sacado de su celda sin capucha, de quien además recibió bocaditos de comida, y hasta le pasaba por una pequeña hendija entre sus celdas, trozos de hojas de su biblia para que el excarcelado pudiera leer y fortalecer su fe, como parte de su solidaridad.
Pero además, Lacayo vio otros comportamientos en Herlio, que le permitieron confirmar lo según el exmilitar ya sabía, “que el afamado “Furia y Toro”, es también una víctima, un falso positivo creado para generar miedos entre los pobladores de Carazo para ocultar lo que realmente ocurría”, manifestó Lacayo en referencia a que Carazo se convirtió en una ruta para la droga y otros delitos bajo la inoperancia del Ejército y la Policía.
Y de hecho Herlio Jarquín es considerado una víctima cuando, de acuerdo a Lacayo, funcionarios del Sistema Penitenciario le obligaban a vivir recluido en una celda, sin posibilidad de salir al sol ni a los pasillos que observa a través de las rejas.
Sumatoria de condenas de Furia y Toro
- Homicidio, violación y lesiones psicológicas graves: 30 años
- Lesiones leves: 1 año
- Lesiones gravísimas, portación o tenencia ilegal de armas y municiones: 11 años
- Robo agravado, portación ilegal de armas, lesiones graves: 10 años y 6 meses
- Robo agravado: 7 años
- Robo agravado, homicidio, estelionato 17 años y 5 meses
El 27 de abril de 2024, Herlio cumplirá 48 años de edad, muy distante de los años que se acumulan tras la sumatoria de sus delitos, los que alcanzan los 76 años y 11 meses. Pero en el momento en que establecieron las condenas, la normativa nicaragüense no contemplaba penas superiores a los treinta años, por lo que se estima que a Jarquín le quedan al menos 25 años de cárcel. Aunque en Nicaragua, con un sistema de justicia altamente cuestionado, los números se hacen y deshacen.
“Fui militar y sé cosas, como que Herlio es inocente. Por ser humilde fue utilizado para mantener distraída y asustada a la gente. No es por casualidad que hasta en los tranques se usó la leyenda creada de Furia Toro para disolver la protesta… Pero Herlio es fuerte aún bajo la presión psicológica a la que es sometido y su fe es inquebrantable”, concluyó Lacayo.