Desafíos de equidad en la matriz energética centroamericana

En los últimos años, Centroamérica ha dado pasos firmes hacia la transición energética. El aumento de la generación con fuentes renovables, la mejora en la eficiencia eléctrica y los compromisos asumidos bajo el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7 (ODS 7) —garantizar energía asequible, segura, sostenible y moderna para  todas las personas— colocan a la región como un referente de avance. Sin embargo, los logros no alcanzan todavía a toda la población.

Según el Sexto Informe del Estado de la Región (2021), entre 2010 y 2018 la capacidad instalada para producir electricidad con fuentes renovables creció en Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Además, la creación del Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC) se considera un hito regional en materia de integración energética.

A primera vista, estos avances podrían sugerir que Centroamérica se encuentra cerca de cumplir sus metas. No obstante, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), advierte que las cifras positivas pueden ocultar brechas significativas entre países y sectores sociales. Mientras el promedio de acceso a la energía en la región alcanzó un 94.27% en 2021, comunidades rurales e indígenas aún enfrentan limitaciones serias para conectarse a la red eléctrica.

Energías limpias en expansión

De acuerdo con un informe de la Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH), publicado en 2021, la generación eléctrica renovable muestra una tendencia al alza. Entre 2015 y 2021, la energía hidroeléctrica aumentó de un 34.4% a un 41.7%; la solar, de un 1.3% a un 6.2%; y la biomasa, de un 6.5% a un 9.8%. Sin embargo, otras fuentes como la geotermia y la eólica disminuyeron ligeramente en su participación, lo que revela la necesidad de diversificar aún más la matriz energética.

Actualmente, Costa Rica destaca como líder regional al mantener una generación eléctrica proveniente en su gran mayoría de fuentes renovables, mientras que Nicaragua alcanza el 61.8% y El Salvador el 84.1%. En cambio, Guatemala y Honduras aún dependen en mayor medida de los hidrocarburos y presentan menor diversificación de renovables, lo que las hace más vulnerables a los efectos de la variabilidad climática.

Datos del informe de la Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH).

El desafío de la equidad energética

El informe de la ACCH también indica que, a pesar de los progresos, la región enfrenta una paradoja: más energía limpia, pero acceso desigual. Costa Rica y Nicaragua superan el 99% de cobertura eléctrica, mientras que Honduras apenas llega al 85.6% y Guatemala al 89.2%. La dependencia del uso doméstico de leña, especialmente en comunidades rurales, sigue siendo alta y plantea riesgos ambientales y de salud pública.

La CEPAL ha señalado que “América Latina y el Caribe necesita avanzar con urgencia hacia la transición energética, con mayor producción de energías renovables, universalizando el acceso a la energía y aumentando la eficiencia energética”. Asimismo, enfatiza que uno de sus pilares estratégicos es “universalizar el acceso a la electricidad basada en renovables y disminuir la pobreza energética”.

En Centroamérica, las poblaciones indígenas son los colectivos que experimentan la mayor carencia de servicios de cobertura energética. Fotografía / Painani

Compromisos y metas hacia 2030

Los países centroamericanos han asumido compromisos bajo sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) para incrementar la generación renovable para el 2030. Guatemala busca alcanzar un 80% (actualmente 71.2%), Honduras también un 80% (65.6% en 2021), Nicaragua un 60% (ya cumplido con 61.8%), mientras El Salvador y Costa Rica mantienen porcentajes superiores al 80% y 100% respectivamente.

El reto de Centroamérica no solo es técnico, sino también social. Las comunidades rurales aisladas, los pueblos indígenas y los sectores de bajos ingresos requieren soluciones descentralizadas, como sistemas solares domésticos o microrredes comunitarias, que garanticen un acceso justo y sostenible.

La región ha demostrado que puede avanzar, pero aún queda camino por recorrer para que cada hogar centroamericano tenga acceso a una energía verdaderamente asequible, limpia y moderna.

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