Gente en tranques por la justicia

“Comencé con Indio Maíz, después me uní a las protestas contra el INSS y después el efecto dominó de toda la crisis que estamos viviendo como nicaragüenses”, alcanza a decirme Melisa Torrez antes de salir corriendo a atender tareas del tranque, que el 28 de mayo volvieron a poner en la entrada de la ciudad de Matagalpa. El tranque había sido suspendido la semana anterior para permitir que el comercio se abasteciera.

Tiene 28 años, sonriente, no se despega el celular y alienta a sus amigos presentes en el tranque, la mayoría jóvenes. Disculpá, me dice cuando regresa. “Sí te fijas, no estamos cobrando peaje, la gente no está agrediendo a los conductores, no estamos golpeando a nadie, no estamos asaltando a nadie, seguimos con la mentalidad de seguir una protesta pacífica”.

Le pregunto si tiene temor que ataquen el tranque como ha ocurrido en otros municipios de Nicaragua, donde fuerzas para-partidarias y policías les han agredido y han matado a varios. “Obviamente sabemos que la contra protesta que ellos traen no es pacífica, nosotros no tenemos armas. Aquí nos defenderemos con adoquines, con bolsas de agua o con banderas”.

En Matagalpa, una pobladora ha visto dos escenarios. Un gobierno que incita a tirar piedras, bombas lacrimógenas, molotov, balas de armas de fuego, contra estudiantes; por otro lado, la ciudadanía que mantiene una protesta pacífica por todo el país. El barrio que sale a la calle a gritar “Eran estudiantes, no eran delincuentes” y cantan el himno nacional en cada cuadra. Gritan consignas “Pueblo ÚNETE”.

“La solidaridad de la gente, hombres, mujeres, chavalas, chavalos, llegaron a hacer bolsitas de agua, una señora del segundo piso les echaba agua para contrarrestar los efectos del gas lacrimógeno”.

Miraban las injusticias, con mi cámara quería aportar a que un trozo de verdad, a la gente que no podía verlo en ese momento, aunque significara estar en peligro, agrega la pobladora.

Cuenta con orgullo que creció en una familia sandinista, su papá anduvo en la guerra contra Somoza. Jassler García tiene 24 años. Desde que asesinaron al primer joven se dijo a sí mismo que tenía que ir a apoyar. “Mi mamá me dijo, sólo cuidate, ahora les toca a ustedes. En mi vida pensé que la policía iba a tirar balas de verdad, pero pensé si me voy a morir que sea por una causa justa”. En los enfrentamientos no tuve miedo, dice Jessler mientras se toca la pierna para enseñarme por dónde le paso la bala que la policía le disparó. “Traspasó el pantalón, sentí el balazo caliente en el pie. Pero el miedo no lo conozco, es  más la impotencia de ver a los bróderes que están cayendo”.

Una mujer amenazó con una pistola a un grupo de muchachos que se encontraban en el tranque. La iglesia católica, el CENIDH y la CPDH lograron mediar y retuvieron el arma de fuego.

“Necesitamos ejercer presión para que Nicaragua tenga justicia y democracia, son dos palabras que abarcan cualquier otro problema que Nicaragua tenga”, reitera Melisa.

Los muros reflejan el sentir de la ciudadanía / Fotografía cortesía Réflex

 

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