Juntas y juntos fueron un volcán

Dificilmente se podrá dar un número exacto de la cantidad de personas que este jueves 12 de julio, asistieron a la marcha nacional “Juntos Somos un Volcán”. Pero definitivamente está entre las cuatro movilizaciones más grandes en el marco de la protesta cívica que envuelve a Nicaragua desde hace 86 días, cuando grupos paramilitares afines a Daniel Ortega y Rosario Murillo, empezaron a asesinar al pueblo nicaragüense.

La marcha marcó el inicio a tres días continuos de acciones que tienen por objetivo exigir la salida de Ortega y Murillo de la presidencia del país; por lo que durante la multitudinaria manifestación, la frase “¡De que se van, se van!” fue de las preferidas, de las más gritadas por las y los presentes. Las otras dos actividades previstas son el Paro Nacional anunciado para este viernes y una caravana programada para el día sábado.

 

 

De forma pacífica y cívica, las miles de personas marchantes avanzaron por almenos dos horas, siguiendo la ruta definida por los organizadores. El punto de partida fue la rotonda de Santo Domingo y culminó en la rotonda Jean Poul Geni, en la carretera a Masaya.

El propósito de la marcha, “era salir a demostrar que las calles son del pueblo nicaragüense y en solidaridad con las ciudades de Jinotepe y Diriamba que están siendo militarizadas por bandas de paramilitares... Estamos reclamando justicia y democratización para este país, el desmantelamiento de paramilitares y el cese de la matanza en contra del pueblo”, apuntó Sandra Ramos, integrante de la Alianza Cívica por la Democracia y la Justicia, el cual fue parte de la organización de la marcha.

Junto a Sandra, una mujer afro descendientes de la Costa Caribe, quien se hacía acompañar de otro grupo de personas caribeñas, dijo que llegaron con la intensión de exigir justicia por las tantas violaciones de derechos humanos cometidas por Daniel Ortega y Rosario Murillo. La mujer se refirió al caso del asesinato del periodista Ángel Gahona, por el cual el sistema judicial trata de incriminar a los jóvenes afro descendiente Glen Slate y Brandon Lovo, a quienes ella considera inocentes. “Una vez más se manifiesta que es un gobierno racista, por tanto demandamos un cambio de raíz”, afirmó.

Por su parte un joven miskito manifestó su rechazo hacia la represión gubernamental contra la  población nicaragüense que se manifiesta cívicamente. “Hay muchos presos políticos injustamente que lo único que han hecho es defenderse, defender su ideales y defender la democracia… La población miskita pide tres cosas fundamentales: Saneamiento de nuestras tierras, respeto a nuestros derechos tradiciones y un proyecto político de verdadera autonomía. No lo que tenemos ahorita, una autonomía en papel y secuestrada por lo intereses económicos y políticos de la gente que manda en este país”, enfatizó.

 

 

Durante el recorrido conversamos con la líder campesina Francisca Ramírez, quien junto a otras personas sostenían una manta en la que se afirmaba que “Sólo el pueblo salva al pueblo”. Ramírez mencionó que pese a la violencia con que acostumbra actuar Daniel Ortega y Rosario Murillo para reprimir la protesta con paramilitares y la policía, es destacable la participación de todas y todos aquellos que toman el riesgo de manifestarse. “Hoy le estamos demostrando (a Daniel Ortega) que no tenemos miedo aunque tenga las armas. El pueblo, que tenemos más de 300 personas asesinadas, hoy le estamos diciendo que no vamos a cansarnos de exigir Justicia”, mencionó.

La líder campesina también se refirió a la violencia con que la policía y paramilitares han ejecutado la llamada “operación limpieza” en distintos tranques y barricadas en el país. “Resulta que el problema nunca han sido los tranques, el problema de Nicaragua es Daniel Ortega”, concluyó Ramírez.

Una repentina y recia lluvia calló mientras la marcha se acercaba a su tramo final. Pero, la gente continuó sobre las vías de carretera a Masaya. Lejos de obligar a interrumpir la marcha, muchas personas manifestaron que la lluvia era refréscate. Hubo otras como Hexeling Díaz, quien la interpretó como una señal esperanzadora que premiaría el esfuerzo del pueblo nicaragüense que quiere justicia y democracia para Nicaragua.

Miles caminaron bajo el sol y la lluvia. Y miles salieron de sus casas con banderas azul y blanco para saludar la marcha o unirse a la misma. En ambos casos, la lluvia no apagó el fuego del ánimo ciudadano durante la marcha. Y como un volcán en erupción, nunca pararon de exigir justicia, democracia, el fin de la represión y la salida de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

 

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