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Las Picapiedras del Caribe Sur, con su salud y vida quebrantadas

IP Nicaragua | 16 Dic 2022

Las Picapiedras del Caribe Sur, con su salud y vida quebrantadas

Una mina de piedra de más de 13 mil metros cuadrados en la comunidad indígena El Bluff, ubicada en el municipio de Bluefields, Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, es el escenario que representa la lucha por sobrevivir de al menos 80 mujeres que se dedican a picar piedra, un trabajo poco común y de mucho riesgo que, con el tiempo y de manera silenciosa, les puede ocasionar graves problemas de salud. 

La mina de piedra tiene rostro de mujer. Son ellas las que a diario pisan fuerte ese suelo caribeño, mientras los hombres se dedican a la pesca, actividad que se ha visto afectada por los desastres naturales, la poca paga y la migración. 

La falta de oportunidades de empleo en el poblado ha empujado a las mujeres del Bluff a sumergirse entre piedra y polvo en la mina, un trabajo informal que a duras penas les da para tener arroz y frijoles en las mesas de sus hogares. En tiempos de nulas ganancias picando piedra, la faena se duplica con el lavado de ropa ajena. 

La informalidad laboral las apremia, mientras sus cuerpos muestran los efectos del pasar de los años en una actividad que quebranta su bienestar. Los efectos en la salud existen, sin embargo, el gobierno de Nicaragua no se ocupa de ellos, los estudios sobre el impacto de esta fuerte actividad en las mujeres Picapiedra son inexistentes. 

Amelia Mancermo González, tenía 28 años de edad cuando se integró al grupo de mujeres “Picapiedra”, en El Bluff, una isla ubicada en la bahía de Bluefields, que alberga a miskitos, mestizos, creoles, garífunas y sumos.   

Amelia nunca imaginó que a sus 54 años seguiría en el mismo lugar, picando piedras, a veces  bajo un sol inclemente, otras bajo lluvia. Trabaja sin ningún tipo de protección, lo cual pone en riesgo su salud e integridad física. No tienen otra opción, ya que en el lugar no hay alternativas de empleo.

Todavía no existe un estudio sobre el impacto en la salud de las mujeres que ha tenido esta actividad. Mancermo cree que no tiene ninguna enfermedad, pero mientras conversaba con un grupo de trabajadoras, una tos seca se le presentaba reiteradas veces.  

“Bastantes mujeres de aquí se han operado, han salido con enfermedades como pulmonía y asma; vos sabes ese polvo es malo, no tenemos nada de protección en la cara”, reveló.

En efecto, al amartillar la piedra se desprende un polvo que les entra por la nariz, ya que no utilizan mascarillas u otro material de protección. 

Además, indicó que, muchas de las mujeres presentan dolores musculares y problemas en las rodillas.

“Uno está trabajando primero bajo el sol y luego viene la lluvia, nos vamos mojando de aquí a la casa, entonces, bastantes mujeres y hombres tienen problemas de rodillas hinchadas, pero yo de mi parte no; digo, gracias a Dios, no sabemos más adelante”, señala Marcermo, quien debido a la falta de oportunidades solamente logró llegar al tercer grado de prima, misma situación por la que pasan la mayoría de habitantes de la zona.

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