La masacre en el día de las madres nicaragüenses
El 30 de mayo de 2018, día de las madres, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo perpetró una masacre que enlutó y conmocionó a toda Nicaragua. Diecinueve manifestantes fueron asesinados por la violencia estatal y paramilitar. Cinco años después, estos crímenes siguen en la impunidad y el dolor de las madres se mantiene intacto.
A 5 años de la represión, los crímenes de lesa humanidad siguen impunes en Nicaragua
Quienes fueron asesinados se habían sumado a las marchas simultáneas realizadas en las ciudades de Chinandega, Estelí, León, Managua y Masaya para solidarizarse con las madres de las personas asesinadas desde el 19 abril de 2018.
La marcha de Managua fue la más gigantesca. Se le llamó la madre de todas las marchas. La carreta a Masaya, desde la rotonda Jean Paul
Genie hasta los semáforos de la Universidad Centroamericana, UCA, se convirtió en un mar azul y blanco. De entre la multitud, emergían mantas con la frase: “Las madres no se rinden, exigen justicia” y pancartas con los rostros de las personas asesinadas. Las consignas exigiendo justicia, las músicas alusivas a las protestas y la lectura de los nombres de las personas asesinadas causaban escalofríos.
La marcha transcurría de forma pacífica, pero al dar la vuelta por la rotonda Rubén Darío y seguir en dirección a los semáforos de la Universidad Centroamericana, todo cambió. Una desbandada de personas buscaba refugio en el Centro Comercial Metrocentro o una ruta de escape para ponerse a salvo de las balas lanzadas por policías, paramilitares y francotiradores que estaban atrincherados en el Estadio Nacional de Beisbol “Soberanía” y en las inmediaciones de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).
Orlando Daniel Aguirre Córdoba de 15 años fue uno de los asesinados. Según el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI, recibió un disparo en el tórax. Fue trasladado en moto por otros manifestantes al Hospital Vélez Paiz, donde falleció a las 18:30 horas aproximadamente.
Yadira Córdoba recuerda que su hijo “Orlandito” se iba a escondidas a las marchas y a los plantones. “El único día que él me pide permiso fue el 30 de mayo. Me dice: Mamá, pobres esas madres que hoy no tienen nada que celebrar porque les asesinaron a sus hijos, vamos a la marcha, apoyemos a las madres de abril. Yo pensé que, por lo menos, las iban a dejar marchar en paz, que iban a respetar el dolor de las madres”.
A Yadira le informaron a través de una llamada que su hijo había sido herido. Para no alterarla, le dijeron que era leve y que había sido llevado al hospital Vélez Paiz. No hubo palabra que la calmara. Su traslado al hospital fue una odisea porque Managua estaba convulsionada, llegó a eso de las siete de la noche, pero ya su hijo había fallecido. “Mi hijo llegó vivo al hospital Vélez Paiz y no le dieron la atención adecuada”, asegura.
Desde el 30 de mayo de 2018, Yadira se convirtió en otra de las madres que no tiene nada que celebrar. “El dolor que ellos (Daniel Ortega y Rosario Murillo) han provocado, no sólo a mí sino a todas las madres que nos asesinaron a nuestros hijos, lo vamos a llevar hasta nuestro último día de vida. He tenido que aprender a vivir encima del dolor, he tenido que aprender a sonreír encima del llanto, me pueden ver riendo, platicando, pero por dentro me estoy desbaratando”, confiesa Yadira
Yadira decidió no presentar denuncia por el asesinato de su hijo porque quienes lo asesinaron son los que están en el gobierno.
Especialistas en matar y reprimir
El 5 de junio de 2018, Josefa Meza, se presentó ante el Ministerio Público para denunciar al “gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo” por el asesinato de su hijo Jonathan Morazán Meza, quien fue herido el 30 de mayo de 2018 en la marcha del día de las madres en Managua. “El gobierno es el que está mandado a reprimir al pueblo. Estamos con mucho dolor por esta masacre, pero venimos a hacer esta denuncia para que quede un precedente. Estamos acusando al gobierno, aunque ellos mismos no se van a acusar. No hacen justicia porque ellos mismos son los que están reprimiendo”.
En este video, Josefa Meza, muestra una placa que constituye una prueba irrefutable. Las balas que mataron a su hijo no fueron disparadas por personas “novatas” sino por personal entrenado para disparar a matar. “Son personas paramilitares del gobierno, policías, personas especializadas en matar y reprimir al pueblo. El proyectil fue directamente al tallo cerebral, fue un tiro certero, directo a matar”.
Jonathan Eduardo Morazán Meza tenía 21 años cuando fue asesinado. Estudiaba diseño gráfico en una universidad privada de Managua. El GIEI, señala en su informe que, el 30 de mayo de 2018, Morazán “asistió a la Marcha de las Madres acompañado de amigos. Poco antes de las 17:30 horas, durante la represión desplegada contra los manifestantes por parte de policías uniformados y personas de civil que actuaron junto con ellos, recibió un disparo de arma de fuego que impactó en su cabeza”.
“Jonathan fue llevado en motocicleta por manifestantes hasta una ambulancia que lo trasladó, junto a Daniel Josías Reyes Rivera, al Hospital Vivian Pellas, donde fue derivado al sector de cuidados intensivos. Permaneció dos días internado y falleció el 1 de junio de 2018, a las 10:05 horas, tras haber sido sometido a diversas intervenciones quirúrgicas”, añade el GIEI.
Josefa Meza dice que estos cinco años en demanda de justicia han sido difíciles. “Nunca pensamos que a las madres que estábamos apoyando a las madres de abril, también nos iban a asesinar a nuestros hijos. Continuamos de duelo, demandando justicia y no vamos a cesar. Es triste estar a cinco años, todavía exigiendo justicia”.
A Josefa, además de matarle a su hijo, le cercenaron el derecho a exigir justicia. “Por esa misma represión estoy en el exilio porque no podemos alzar la voz dentro de nuestro país, porque nos matan, porque nos encarcelan”.
El 30 de mayo es día de luto en Nicaragua, declaran las madres de víctimas de la represión de Daniel Ortega
El régimen de Ortega y Murillo, en su intento por borrar la masacre del Día de las Madres”, declaró el 30 de mayo, feriado nacional. Sin embargo, para las madres de las víctimas es un día de duelo nacional. “A partir de 2018 no hay celebración, es una conmemoración triste y trágica porque el gobierno mandó a asesinar a nuestros hijos”, dice Josefa.
Las huellas de la rebelión
Las madres no están solas. Han sido acuerpadas por personas y organizaciones que comparten la lucha por la justicia y la no impunidad. Desde el exilio en Costa Rica, se han realizado plantones, misas y actos para conmemorar el quinto aniversario de la masacre del día de las madres. El grupo autoconvocado Amigos de las Madres de Abril, realizó un acto conmemorativo en memoria de las 355 personas nicaragüenses asesinadas en 2018 y en solidaridad con las madres que aún permanecen exigiendo justicia.
A cinco años de 2018 “el dolor sigue siendo el mismo”
Yaritza Mairena, víctima de la represión de Daniel Ortega y Rosario Murillo al ser encarcelada y expulsada de la universidad, dice que, desde el exilio se han organizado para acuerpar a las madres en su exigencia de justicia.
“Es sumamente difícil estar en completa impunidad, estar cinco años esperando que en algún momento haya algún avance en el camino hacia la justicia. Es difícil obtener justicia a nivel nacional porque el Estado esta totalmente cooptado, no hay ninguna institución a la que recurrir”. Ante esto, dice Mairena, se deben utilizar diversos mecanismos internacionales para avanzar en procesos justicia universal y continuar las denuncias hacia mecanismos específicos como el Comité Contra la Tortura y los demandas contra el Estado en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte IDH.
En la actividad “Huellas de la Rebelión de Abril” había una exposición en la que se exhibían zapatos, cruces con banderas de Nicaragua, fotografías de algunos de los asesinados y el listado de las víctimas. En esta actividad participó presencialmente el expresidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís. De forma virtual, Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez, quienes también estuvieron en la presidencia costarricense. Además, estuvo presente, Milagros Martínez en representación de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Azucena López, madre de Erick Jiménez, asesinado en Masaya el 17 de julio de 2018, con la voz quebrantada y entre lágrimas, dijo que, desde 2018 las madres no tienen nada que celebrar. “Sigo pidiendo justicia por cada uno de nuestros hijos, porque ellos eran el futuro de nuestra Nicaragua, no eran delincuentes, no eran terroristas, no eran golpistas, eran estudiantes, hombres trabajadores como mi hijo. Espero una Nicaragua libre, con democracia, donde no nos asesinen a nuestros niños, donde no nos asesinen a nuestros hijos e hijas. Las madres exigimos justicia sin impunidad”, dijo López.
Milagros Martínez dijo que Secretaría General de la OEA se encuentra dando seguimiento y a lo que acontece en Nicaragua. “Este tipo de actos conmemorativos que, si son muy dolorosos, muestran al mundo que no nos callaremos, que seguiremos trabajando para tener una Nicaragua libre”, dijo.
Por su parte, el expresidente tico, Guillermo Solís, se solidarizó con las madres y lamentó que “gobiernos” como el de los Ortega-Murillo quieran “ver a los jóvenes muertos”, solo por el hecho de tener ideas diferentes.
“En Nicaragua han sido jóvenes los que han tenido que entregar sus vidas precisamente para enfrentar a una dictadura atroz que tanto dolor ha causado y sigue causando (..) decimos juntos con las madres de abril que vamos a seguir perseverando en el camino de la paz para que nunca más haya jóvenes que tengan que morir ”, dijo el exmandatario.
Solís dice que resulta terrible entonar el Himno Nacional de Nicaragua y aceptar “que, si se tiñe con sangre de hermanos, el glorioso pabellón bicolor de Nicaragua”.
“A las madres de abril, mi respetuoso saludo, mis condolencias renovadas. A Nicaragua, nuestro compromiso de siempre, de continuar recordando la necesidad de mayor libertad y de mayor respeto a los derechos humanos”, enfatizó Solís.
El expresidente mencionó la necesidad de persistir en la exigencia de justicia y en el no olvido de las atrocidades del régimen de Ortega y Murillo en Nicaragua.
La justicia puede tardar, pero no olvidar, dicen las madres. A pesar del dolor que embarga sus vidas, no se rinden y continúan exigiendo justicia. “Estos cinco años han significado agarrar fuerza para seguir exigiendo justicia sin impunidad. Justicia, verdad y memoria no sólo para Orlandito, sino para todos los asesinados de 2018. Me ha tocado el exilio, pero sigo firme de frente, aunque sea difícil, exigiendo esa justicia”, asegura Yadira Córdoba.