Urge que el gobierno actúe a favor de Indio Maíz
Las familias fundadoras de Nueva Jerusalén alegan que el MARENA consintió que se asentaran ahí. • Foto: Onda Local
En la profundidad de las montañas de la Reserva Indio Maíz, al sureste de Nicaragua, se oye una motosierra, y en seguida, la caída de un árbol. Los depredadores siguen al acecho, aprovechándose de la falta de vigilancia del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) y del Ejército de Nicaragua.
Entre el 11 y el 16 de diciembre de 2017, el Batallón Ecológico Indio Maíz, conformado por guardabosques del Gobierno Territorial Rama y Kriol (GTR-K) y de la Unión de Organizaciones Ambientalistas del Sureste de Nicaragua, realizaron un recorrido desde Boca de Escaleras hasta Cerro El Diablo para monitorear las exploraciones de oro e identificar nuevas rutas de invasión a la Reserva.
Onda Local se sumó al recorrido de unos 30 kilómetros y constató la destrucción de la Reserva. El recorrido inicia abordo de un camioncito, desde Boca de Sábalos hasta la comunidad de Boca de Escalera. Luego a pie, atravesando lodazales, subiendo y bajando cerros, hasta la comunidad El Bijagua, donde pasamos la noche. Al día siguiente continuamos la gira. El primer reto fue subir y bajar el cerro El Bijagua y llegar al carril que separa la zona de amortiguamiento con el área núcleo de la Reserva Indio Maíz.
A pocos kilómetros del carril, en el área núcleo de Indio Maíz, se fundó la comunidad Nueva Jerusalén, hace más de 20 años, por 26 familias desmovilizadas y repatriadas desde Costa Rica.
Las familias fundadoras de Nueva Jerusalén alegan que el MARENA consintió que se asentaran ahí, bajo la condición de cuidar los recursos naturales y no invadir más allá del Río Bartola. Con el paso del tiempo, las familias se multiplicaron. No hay un censo que precise la cantidad de familias que viven actualmente en dicho lugar, pero los comunitarios calculan que hay cerca de 400 casas. La gente sigue llegando y aumenta la presión a la Reserva Indio Maíz. La apertura de carriles y el tráfico de tierras están a la orden del día.
Se llamaba Reserva, lamentan los guardabosques al observar la desaparición del bosque y la expansión ganadera. En una finca, encontramos ganado con las chapas 9381, 1606, 8463, 6394 y 9382, con el fierro JA en común. La señora que vive ahí, reconoció alquilar a terceros diez manzanas de potreros.
Desde hace muchos años, la Reserva Indio Maíz está siendo invadida por mestizos que provienen de los departamentos de Boaco y Chontales, y de la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS), principalmente, con el fin de deforestar, introducir ganado y realizar compra-venta de tierras, explicó Alejandro Mairena de la Fundación del Río.
Lea La Haciendita, finca que el ganadero José Solís Durón, instaló en la zona núcleo de Indio Maíz, quemada días después de la denuncia pública.
Mientras avanzamos seguimos encontrando potreros y parcelas de maíz. Esto evidencia cómo la ganadería extensiva y la actividad agrícola están devorando la Reserva Indio Maíz. La lógica es sencilla, en Indio Maíz la tierra es más barata y rentable y hay alimento bueno y abundante para el ganado.
Mientras en Nueva Guinea una manzana de tierra cuesta 30 mil córdobas (980 dólares estadounidenses), en las áreas protegidas se comercializa ilegalmente hasta por 2 mil córdobas (65 dólares), aseguró Mairena.
La investigación “Dinámicas de Acaparamiento de Tierras en el Sureste de Nicaragua” (2016) realizada por Amaru Ruiz, de la Fundación del Río, señala que el gobierno central en lugar de aplicar el marco jurídico ambiental, promueve un modelo de desarrollo basado en la degradación ambiental que favorece la ganadería extensiva, monocultivos y megaproyectos.
Bajo esta dinámica, en el sureste de Nicaragua se ha acelerado la compra-venta ilegal de tierra. Los ganaderos se aprovechan de quienes han establecido áreas de cultivo en zonas con fuentes hídricas.
Un estudio del Centro Humboldt, señala que en las zonas de amortiguamiento de la Reserva Indio Maíz ha habido un incremento agresivo de las áreas de pastizales y poca regeneración natural del bosque. Visualiza la urgencia de reconvertir la ganadería de extensiva a intensiva, con tecnología, redistribución de los espacios y fomento de sistemas agroforestales y silvopastoriles. Así los ganaderos recuperarían condiciones ambientales en sus tierras y no tendrían razón para invadir el bosque. Mientras esto no suceda, pareciera irreversible la chontalización de Indio Maíz, un proceso que acabó con el bosque y secó las fuentes de agua, para dar paso a la ganadería extensiva.
Después de seis horas, el primer día de recorrido finaliza en casa de Eusebia Rodríguez, fundadora de Nueva Jerusalén. Es momento de colgar las hamacas y descansar.
Los gallos anuncian las cuatro de la madrugada. Eusebia y su hija se levantan a cocinar y a ordeñar. En un tapesco, arriba del fogón, las cuajadas ahumándose. Ella las vende a quince córdobas (50 centavos de dólar). El sol se abre paso entre los cerros cubiertos de neblina.
Eusebia alerta al grupo de guardabosques que la gente está ingresando a la Reserva no sólo a carrilar, también a buscar oro y a saquear cementerios aparentemente de pueblos originarios. Una parte de los guardabosques buscan las pistas, siguiendo la ruta señalada. Cruzan el río Bartola y se abren paso con machetes, hasta dar con el lugar. Encontraron tumbas escarbadas recientemente, pero también excavaciones antiguas.
Luego de recoger las evidencias del saqueo, continuamos hacia el campamento del Gobierno Territorial Rama y Kriol (GTR-K), en las faldas del cerro El Diablo. Nos esperan cinco horas sobre lodazales y las palizadas que dejó el huracán Otto.
Las rodillas no responden y las energías se agotan. Es tiempo de descansar o hacer un esfuerzo para llegar a un caño y beber agua para recuperar las ganas de seguir. En la medida que nos aproximamos a El Diablo, el grupo de guardabosques se percata que se han abierto nuevos carriles, contaron alrededor de diez nuevos en las proximidades del cerro El Diablo, en territorio Rama y Kriol.
Desde el campamento del GTR-K, se ve a simple vista, cerros deforestados y quemas.
Por la tarde, llegamos a la cima del Cerro El Diablo e identificamos más carriles y caminos de acceso a la Reserva. Reino López, del Batallón Ecológico Indio Maíz, explicó que los carriles se usan para establecer los límites de las parcelas ocupadas por los invasores. “Si es de cien manzanas una parcela, se hacen los carriles de cien varas cuadradas. Esto lo hace la gente que se mete aquí a la Reserva para cuadrar su parcela y decir, esto es mío, aunque no sea de ellos. El Estado no hace nada por cuidar la Reserva, como que está muerto, está pila”.
El tercer día, los guardabosques se dividieron en tres grupos para realizar patrullaje en los alrededores del cerro El Diablo. Onda Local, se sumó al grupo de guardabosques ramas. En el monitoreo se encontraron excavaciones y campamentos. Es la muestra que la fiebre del oro ha llegado a la Reserva, convirtiéndose en otra de sus amenazas.
“La gente no tiene conciencia, no saben que necesitamos esa Reserva y la están destruyendo, mirá que belleza esa fuente de agua, esos cañitos, cuando eso lo destruyan, eso se seca de viaje, ya no habrá más agua…”, dijo Agustín Chucit, guardabosque del GTRK, mientras fija su mirada en dos caños que se unen para formar uno solo
¿Por qué es importante Indio Maíz?
Los Guardabosques del GTR-K expresaron que las y los nicaragüenses debemos crear conciencia que la Reserva no es solamente de los Rama, ya que proporciona beneficios a todo el país. La Reserva es considerada el pulmón de Centroamérica y si no se detiene la invasión, Nicaragua y la región centroamericana, tienen mucho que perder.
Esta Reserva es uno de los bosques tropicales húmedos más importantes de Centroamérica. Se localiza entre los municipios de El Castillo, San Juan de Nicaragua y Bluefields. Comprende 2,639 Km² y es hogar de animales amenazados o en peligro de extinción, como el jaguar, el danto, la lapa verde, entre otros. Además, es incontable el número de plantas que se encuentran en sus ecosistemas.
Por otro lado, garantiza protección a múltiples fuentes de agua que forman parte de las cuencas del Río Punta Gorda, Río Maíz, Río Indio y Río San Juan.
Gobierno debe actuar
Las y los comunitarios han planteado que para salvar la Reserva Indio Maíz, se requiere que el MARENA, el ejército, la policía y la Procuraduría Ambiental, reactiven los puestos de control y destinen recursos humanos y financieros para detener la entrada de más personas, y definir y ejecutar un plan de reubicación de las familias que se encuentran asentadas en la Reserva y procesar a quienes se dedican a la compra-venta de tierras.
Es necesario que las autoridades promuevan, con amplia participación del GTR-K, ciudanía y organizaciones locales, la actualización del Plan de Manejo de la Reserva Indio-Maíz y la reactivación de la Comisión de la Biósfera del Sureste para que le dé seguimiento.
Los guardabosques añoran los tiempos de gobiernos anteriores, cuando podían coordinar con el MARENA, el ejército y la policía, la realización de patrullajes conjuntos. Pero, en la actualidad, la institucionalidad agoniza igual que la Reserva.