Varados en Guatemala

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El 12 de octubre de 2022, el gobierno de Joe Biden anunció que las personas venezolanas que llegaran a tierras estadounidenses de manera irregular serían deportadas de manera inmediata a territorio mexicano • Foto: Onda Local

“Somos venezolanos, ayudanos a continuar con nuestro viaje. Dios los bendiga. Gracias”. Se lee en el cartel que cierra con un dibujo de una carita sonriente. El letrero lo cargan Joseth de 19 años y Javier de 21. Están en el Paseo de la Sexta Avenida en la zona 1 de la ciudad de Guatemala. Este es uno de los lugares más populares, concurridos y antiguos de la capital chapina.

Nos son los únicos que aprovechan la concurrencia de personas en esta avenida para solicitar ayuda. A lo largo de la Sexta hasta la 18 Calle, se ha vuelto frecuente toparse con personas migrantes procedentes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, quienes solicitan algún tipo de ayuda a las personas que transitan esta avenida.

Otros migrantes se han convertido en vendedores ambulantes de paletas y caramelos para lograr obtener algún tipo de ingreso. En otra esquina de esta avenida, mujeres de rasgos afrodescendientes buscan generar dinero al ofrecer servicios de peinados, principalmente trenzas.  

Javier y Joseth llevan quince días varados en Guatemala. “Uno no está acostumbrado a salir a la calle a pedir y pues tocó; tocó porque nadie le va a querer dar trabajo a una persona que va a durar dos, tres, diez días. Nosotros hemos tenido roce con personas porque quieren humillarlo a uno, pero como no estamos en nuestro país, no podemos hacer nada”.

Relatan que han buscado trabajo, pero no han tenido suerte. “Acá para trabajar le piden muchos documentos y más que todo el DPI, el pasaporte, el récord policial y quieren pagarte barato”. 

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, registro en el mes de octubre 20,983 detenciones de nicaragüenses. En el caso de Venezuela la cifra alcanza 22,671 detenciones. Fotografía / Odette

El 12 de octubre de 2022, el gobierno de Joe Biden anunció que las personas venezolanas que llegaran a tierras estadounidenses de manera irregular serían deportadas de manera inmediata a territorio mexicano. En la misma fecha se anunció que únicamente acogerían a 24,000 personas que arribarán de manera legal.

La medida afectó a muchas personas migrantes que ya estaban en países de tránsito como Guatemala. Martha de 38 años y sus hijas de cinco y nueve años respectivamente, también quedaron varadas en Guatemala. Piden ayuda frente a un negocio en la misma avenida donde se encuentran Joseth y Javier. Tiene una semana de estar en este país, después de pasar 21 días de viaje y gastar cinco mil dólares.

“La selva es horrible. En el trayecto nos maltratan porque nos mienten, nos extorsionan, no le recomiendo a nadie esto. Uno vive cosas inhumanas, para una como madre estar en esta situación es difícil” relata Martha.

En la plática Martha confiesa que está recogiendo para regresar a Venezuela. “Yo no me quiero quedar aquí, yo lo hice por buscar un mejor futuro para mis hijas, pero si no se puede, cómo se hace”, expresa mientras abraza a sus hijas.

Contrario a los planes de Martha, dos venezolanos comentan que regresar a su país no es opción. “Hemos sufrido mucho y hemos pasado de todo como para regresar”. El 21 de septiembre la vida de estos venezolanos y la de otros migrantes se juntaron en un solo camino rumbo a Panamá. Su travesía continuó por Costa Rica, Nicaragua, Honduras hasta llegar a Guatemala. Esto les llevó más de un mes de camino.

Relatan que entre los momentos más difíciles fue pasar por Nicaragua. “Tuvimos que caminar unas tres horas”, pero señalan que el cansancio físico no pesó más que la discriminación. “Como en todas partes del mundo hay personas que son un poco chocantes y uno sin poder defenderse, porque si uno dice algo o tratas de defenderte, dicen que los migrantes somos los que están buscando problemas y que somos los que armamos el bochinche”.

Con la voz entrecortada y la mirada fija, agregan. “Si nuestro destino no era esto, ni hacer esto, pero cuando llegamos aquí a Guatemala nos encontramos con la noticia que cerraron la frontera”.

Cada día miles de venezolanos, cubanos y nicaragüenses huyen de las dictaduras de sus países, muchas de ellas inician su ruta hacia Estados Unidos con la convicción de encontrar un país seguro y con mejores oportunidades.

Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) persiste un mayor número de personas migrantes provenientes de Venezuela, Nicaragua y Cuba que intentan cruzar la frontera, solo en septiembre de 2022 encontraron 182,704 personas, lo que según sus estadísticas representa un aumento del 15 % con relación al mes anterior.

La pareja de migrantes vendió todo en su país para poder emprender el viaje. Una pequeña maleta con algo de ropa es lo único que les acompaña. Él trabajaba en una carnicería y ella en un almacén. “Salimos por lo económico, porque allá no teníamos vida de nada, si no abren la frontera, me quedaré un tiempo aquí, buscaría un trabajo para ver si puedo migrar para otro país”.

El vacío que dejan las personas migrantes

“Yo arranqué sin avisa, me fui sin avisar. La única persona que me importaba bastante era mi abuela, se supone que, si no estuviéramos frenados hoy, ya estuviéramos en Estados Unidos”, expresa Joseth, el joven de 19 años.  

“La familia quedó dolida porque nos hemos ido así, nos dicen que hubiésemos pensado mejor las cosas, pero ya que estamos aquí ellos nos apoyan. Ellos ya ven las cosas de otra manera”, expresa otro venezolano.

Las razones para enfrentarse a todo lo que conlleva la migración son diversas. Pero estos migrantes tienen claras sus metas. “Por mi mamá y por mi hijo pequeño que tiene cuatro añitos”, “yo también lo hago por mi mamá y por mi hijo, queremos tener nuestra casa, poder colaborarles a nuestros familiares”; “llegar a Estados Unidos, ponerme a trabajar, ahorrar y poder comprarme mi casa, organizarme porque en Venezuela no se puede, en Colombia tampoco. Mi meta es trabajar, yo no quiero hacerle daño a nadie, comprarme mis cosas, lo que yo sé que no voy a poder hacer ni en Venezuela, ni en Colombia”.

Javier en particular piensa en sus hijos. “Quiero un futuro para mis hijos, que el día de mañana tengan su casa, yo quiero tener mi propio negocio, uno lo logra con esfuerzo, trabajando y en Venezuela usted no va a conseguir eso nunca”, sostiene.

“Las coimas”, uno de los principales obstáculos

Quedar varados en Guatemala no se debe solo al cierre de fronteras, muchas personas migrantes en su trayecto hacia Honduras, El Salvador y Guatemala se enfrentan a las “coimas”.

En la frontera de Nicaragua con Honduras, una mujer y sus dos hijas menores de edad esperan que un médico hondureño apruebe sus tarjetas de vacunas para obtener el pase de salud, que es parte de los requisitos para entrar a este país centroamericano. Su sorpresa es que las tarjetas no fueron validadas. El argumento fue “que son falsas y no podrán ingresar al país”.

La ventana de esta oficina de salud fue cerrada en la cara de la mujer de manera abrupta y no le permitieron dar argumentos. Una persona de una empresa de bus observa la escena, tímidamente aborda a la señora y le recomienda “hacerse un examen de PCR con un costo de 70 dólares o pagar 40 dólares para obtener el pase de una manera más fácil”.

Los requisitos para entrar a Honduras es realizar el llenado de prechequeo siete días antes si sos nicaragüenses. Llenar una ficha epidemiológica, que incluye foto de la tarjeta de vacunación y documentos de viaje. Las personas deben tener de dos a tres dosis de vacuna y haberla aplicado quince días antes o más de su fecha de viaje.

Aunque las coimas ocurren en silencio, existe el Convenio Centroamericano de Libre Movilidad conocido como CA-4, firmado por Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala el que establece que las personas de estos países pueden movilizarse sin restricciones más que un documento de identidad (cédula o pasaporte), además pueden permanecer en cualquiera de los países un máximo de noventa días. Para los sudamericanos la situación se vuelve difícil, porque deben tener una visa guatemalteca.

Pero en el camino la situación es más compleja, todo es incierto y las “coimas” están a la orden del día, son vox populi en la ruta de tránsito para llegar a Estados Unidos o México. No distinguen de nacionalidad. De camino a Guatemala la situación no es distinta a la descrita, un oficial se sube al autobús y solicita documentos de identidad e información del destino al que se dirigen las personas. El ambiente se vuelve tenso. Cae el silencio. Solo se escucha la voz del oficial ordenando bajarse del bus a hombres y mujeres. Algunos murmuran que están pidiendo dinero para poder pasar, la cuota va desde los 20 hasta los 60 dólares.   

De esta manera muchas personas migrantes que viajan con recursos limitados se quedan varados en Guatemala, a la espera de reunir dinero para continuar su camino. Pero para Joseth y Javier no hay vuelta atrás, “usted sabe lo que es devolverse de acá, digamos que nos vamos a devolver en bus, pasar nuevamente por esa selva, quién va a querer pasar nuevamente por esa selva, nadie” advierten en referencia a la Selva del Darien, uno de los lugares más inhóspitos en la ruta hacia hacia Centroamérica. “En esa selva duramos tres días y medio y así como muchos salen, muchos se quedan muertos, nosotros lo vimos”, concluyen los jóvenes venezolanos.

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