Periodismo de Catacumbas: desde los templos contra Somoza, a las redes contra Ortega
- 29 Jul 2024
- 12:28 p.m.
La iglesia Santa María de los Ángeles en el barrio Riguero fue el primer templo donde se gestó el Periodismo de Catacumbas. • Foto: Iglesia Sta. Ma. de los Ángeles
La tarde del 4 de agosto de 2017, los periodistas Alejandro Romero Monterrey, Carlos García Castillo y el locutor radial Eduardo López Meza, tres veteranos comunicadores que fueron parte de la generación que participó de la gesta denominada Periodismo de Catacumbas en 1978, relataban frente a un nutrido grupo de estudiantes de Comunicación de la entonces Universidad Centroamericana (UCA), anécdotas de aquel hito histórico en el que mujeres y hombres de prensa, principalmente de noticieros radiales, se enfrentaron a la censura impuesta en aquella época por la dictadura de Anastasio Somoza.
Lo relevante de aquel singular conversatorio entre estudiantes y sobrevivientes del Periodismo de Catacumbas, es que este no se realizó en un aula o auditorio universitario, sino en la iglesia Santa María de los Ángeles en el barrio Riguero de Managua, la misma iglesia donde en 1978, se llevaron a cabo las primeras acciones informativas clandestinas que con ingenio y valentía periodistas de la época organizaron para burlar la censura de la dictadura somocista.
Un encuentro acorde con la formación humanista de la UCA
La idea de aquel encuentro fue de uno de los cuatro docentes universitarios que conformaban el colectivo de profesores que impartían la clase de Historia del Periodismo en la UCA. “Eran unos 130 estudiantes divididos en cuatro grupos, un grupo por profesor” recuerda uno de los docentes. Omitimos los nombres de quienes integraban el colectivo para proteger su integridad.
“Nos reuníamos para planificar las clases y revisar los avances del syllabus, pero además para compartir ideas de cómo hacer la clase más interesante, más amena y motivadora, más humanas para estudiantes de la carrera de comunicación,” comparte el exdocente de la UCA.
El catedrático relata que cuando se acercaba el momento de abordar la historia del periodismo en Nicaragua, específicamente el apartado referido a lo que se denominó el Periodismo de Catacumbas, el profesor que coordinaba el colectivo hizo la propuesta de organizar una actividad en la que estas nuevas generaciones, tuvieran contacto directo con personas sobrevivientes de aquella gesta y escucharan de viva voz sus testimonios. La idea fue acogida de inmediato por el colectivo de docentes.
Sin embargo, no podía ser un encuentro académico convencional; la ocasión ameritaba algo más elaborado, ceremonioso y emotivo. Así fue que surgió la idea de hacerlo en la Iglesia del Barrio Riguero, “la primera catacumba” donde se escenificó aquella hazaña, según registros históricos, el 31 de enero de 1978.
El colectivo de docentes organizó un acto con un programa muy bien elaborado. “Se hicieron las gestiones con el cardenal Leopoldo Brenes y con el padre Lesther Zelaya, párroco de la iglesia Santa María de los Ángeles” recuerda el docente.
El programa contemplaba además de testimonios de veteranos periodistas, la participación de estudiantes con la lectura de dedicatorias para honrar a quienes defendieron la libertad de prensa y con aquella riesgosa pero urgente modalidad.
Días después de aquel emotivo encuentro con la memoria histórica del periodismo heroico durante la dictadura somocista, uno de los profesores del colectivo, rebosante de entusiasmo y satisfacción, envió a sus colegas un emotivo correo.
“Ayer leí los informes de las y los estudiantes sobre la actividad desarrollada en la iglesia Santa María de los Ángeles. Las reacciones son muy fuertes (…) El impacto fue tal en algunos y algunas, que incluso escribieron que les modificó algunos aspectos de su forma de pensar. Para ellos, se trata de héroes, de personas que hicieron una contribución valiosa no sólo al periodismo sino a Nicaragua. Una parte de los muchachos y muchachas, revela que les fortaleció sus inclinaciones hacia el periodismo”, decía en parte el correo cuyo texto fue compartido por uno de los docentes para este trabajo.
“Así era la formación de profesionales en la UCA” refiere con orgullo, pero a la vez con nostalgia el profesor que nos compartió la experiencia.
Tópicos de la hazaña periodística del 78
El origen de la expresión
Entre los registros históricos sobre esta hazaña de mujeres y hombres de prensa, principalmente radioperiodistas, encontramos un escrito del locutor Eduardo López Meza el cual se refiere a cómo surge la expresión Periodismo de Catacumbas para nombrar aquella lucha informativa contra la censura.
“Ese nombre de Periodismo de Catacumbas nació en la Iglesia Santa María de los Ángeles del Barrio Riguero adonde este servidor. le tocó ir a leer las noticias de la lucha del pueblo contra la dictadura somocista, cosa que ya no se podía hacer a través de ningún medio de comunicación” refirió López Meza en esa ocasión.
El entonces reconocido locutor de noticias, explica que luego de ver a la multitud reunida en la iglesia, expresó que "aquello parecía como cuando las personas cristianas tenían que reunirse en las catacumbas para poder hablar de sus creencias”.
López Meza agrega que luego de hacer aquella analogía, el periodista Manuel Eugarrios, inspirado por esa referencia, juntó las palabras periodismo y catacumbas, surgiendo así el nombre de aquella proeza histórica.
“El gran periodista, amigo mío y por entonces presidente del Sindicato de Radioperiodistas, Manuel Eugarrios, agarró al vuelo la cosa y tituló aquello como Periodismo de Catacumbas” explica López Meza.
La anécdota la narra también El Nuevo Diario (END) en un artículo fechado el primero de julio de 2008, el que incluye una entrevista al reconocido lector de noticias radiales.
“A mí me tocó trabajar en el periodismo de catacumbas en el grupo que designó el Sindicato de Radio Periodistas de Managua (SRPM) de la época para ir a leer noticias a la iglesia de El Riguero, un barrio bastante caliente, porque la guardia buscaba a los muchachos de ese barrio” cuenta López Meza a END.
El experimentado locutor también refirió en aquella entrevista: “Yo me puse a la orden aunque no soy periodista, pero era locutor noticioso y mi voz se escuchaba en los noticieros y me aceptaron. Recuerdo que me puse a la orden ante Manuel Eugarrios, para leer las noticias en la iglesia de El Riguero del padre Uriel Molina”.
López Meza continúa su relato a END: “Cuando llegamos a la iglesia de El Riguero, eso se puso lleno de gente que llegaba a escuchar las noticias que no se podían decir por radio, y a mí me tocó presentar el programa”.
Asimismo, añade en su relato que fue ahí donde se le ocurrió decir que aquello se parecía al tiempo en que a los cristianos que eran perseguidos en Roma, se les leía información en las catacumbas, “Se reunían en las catacumbas para poder hablar sobre sus creencias. Así surgió el nombre de periodismo de catacumbas”.
El periodista Pablo Emilio Barreto también rememora el surgimiento del término, Periodismo de Catacumbas en uno de sus memorias históricas: “Don Eduardo López Meza fue siempre un devoto religioso católico, (…) y por tanto conocía, por lecturas de la Biblia y relatos de historiadores, sobre cómo los primitivos cristianos se reunían para intercambiar informaciones en subterráneos en Roma porque eran perseguidos por los emperadores romanos.”
Las acciones de la dictadura que motivaron la gesta
A raíz de la conmoción que generó el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, entonces director del diario La Prensa, crimen atribuido a la dictadura de Anastasio Somoza, se desencadenan una serie de eventos y acciones, tanto por parte del régimen, como de quienes luchaban por derrocarlo.
Ante los acontecimientos suscitados, Somoza decide aumentar su ferocidad con la imposición de la censura y manda a cerrar diferentes medios de comunicación, sobre todo algunos de los noticieros radiales más escuchados.
Henríquez Oporta, enumera cronológicamente varios de estos hechos, partiendo de que, previo al asesinato de Chamorro Cardenal, el régimen sostenía un diálogo nacional con diversos sectores de oposición, encabezados por la Unión Demócrata de Liberación (UDEL), tras la muerte del director de La Prensa, la UDEL responsabiliza a Somoza y se retira del dialogo.
Luego, el 12 de enero, durante los funerales de Chamorro Cardenal, se produce enfrentamiento con la Guardia Nacional en las cercanías del Cementerio General en Managua, en el que resultan dos personas de las fuerzas de oposición asesinadas.
A partir de ese hecho violento el estudiantado se organizan para hacer un llamado a todos los sectores de oposición para “discutir las formas de presentar un solo frente de lucha contra la dictadura”.
El 23 de enero, se inicia una huelga general de brazos caídos. La construcción, la industria, el comercio y la banca se paralizan. Con los últimos acontecimientos Somoza se siente acorralado y entre las reacciones desesperadas, manda a cerrar las principales emisoras que emitían los radios periódicos con los que se informaba la ciudadanía. Paralelamente, partidos de oposición y organizaciones sociales demandan la renuncia de Somoza, quien en medio del caos que se está generando, decreta estado de sitio y la Ley Marcial.
El 27 de enero el dictador cita a dueños de radioemisoras y durante el encuentro establece una serie de restricciones a las emisiones noticiosas, bajo la amenaza de su cierre y del pago de cuantiosas multas en caso de desobedecer a la censura impuesta.
De acuerdo a Henríquez Oporta, El Sindicato de Radio periodistas de Managua (SRPM), decide que hay que hacerle frente a la censura y seguir informando de lo que está ocurriendo, para lo que acuerdan unificar criterios y emitir todos los noticieros simultáneamente en los mismos horarios. Tras esta decisión Somoza manda a cerrar el total de las radioemisoras involucradas.
Luego del cierre de los medios informativos, el SPRM continua con la firme posición de “informar al pueblo cueste lo que cueste” y en la búsqueda de las vías o espacios para llevar la información surge la idea de leer las noticias en las iglesias para informar de manera directa a la población desde el púlpito, por lo que deciden formar un comité para plantearle al clero católico la idea, y con el visto bueno de los jerarcas de la Iglesia, se puso en marcha el plan.
La hazaña pica y se extiende
El Periodismo de Catacumbas trascendió y llegó a otras iglesias y espacios que inicialmente no estaban previstos. Radioperiodistas se reunían en la sede del SRPM, y grababan las noticias para luego enviar los casetes a las iglesias donde no podían hacer presencia.
En el artículo de El Nuevo Diario publicado el 1 de julio de 1988, se relata que las grabaciones de los informativos se hacían en la sede del SRPM, la cual estaba ubicada frente donde actualmente funciona el Ministerio del Trabajo.
“Ahí nos reuníamos a grabar las noticias que no se podían ir físicamente a las diferentes iglesias, las que después se llevaban en los casetes a los templos católicos” refiere el veterano locutor Eduardo López Meza en la entrevista a END.
El periodista David Gutiérrez López, en una de sus crónicas relata que “los casetes de cinta magnetofónica (ya desaparecidos) se entregaban en algunas parroquias en las cuales no había protección ante una embestida de la guardia”.
Recuerda que a él junto a Pompilio Baca, les correspondía viajar al Open 3 donde oficiaba el sacerdote jesuita Valentín Martínez, “quien luego los reproducía en enormes parlantes que se escuchaban dentro y fuera del templo en la hoy Ciudad Sandino”.
El “Código Negro”, la ley mordaza de Somoza
El “Código de Radio y Televisión”, o decreto No. 523, bautizado como “El Código Negro”, fue una normativa aprobada en agosto de 1960, por el congreso bajo el control del dictador Anastasio Somoza.
El artículo 47 de dicho Código recogía la mayoría de restricciones a la libertad de prensa en Nicaragua, el mismo iniciaba prohibiendo la transmisión de “Noticias, mensajes o propaganda de cualquier clase que sean contrarios a la paz y seguridad del Estado, al orden público o al buen nombre del país”; “Noticias falsas capaces de perturbar el orden público o causar daños a terceros”. No obstante, tal como ocurre actualmente bajo la dictadura de Daniel Ortega con la Ley 1042, o Ley Espacial de Ciberdelitos, el régimen de Somoza decidía cuales eran las noticias falsas o contrarias a la paz.
Otras de las noticias prohibidas eran, según el Código, las “incitaciones a la inobservancia de la Constitución o Leyes del Estado o ataques subversivos al régimen republicano y democrático”, “Incitaciones para desconocer a las autoridades o para exigir la destitución de algún funcionario, la libertad de algún reo, el castigo de un delincuente u otras cosas semejantes”.
Asimismo, prohibía hacer apología de la violencia o el crimen, incitaciones a la comisión de cualquier delito, así como la “Propaganda que en cualquier forma estimule huelgas con fines políticos o declaradas ilegales, o que inciten al desorden” y “Noticias o comentarios que comprometan la política internacional o económica del Estado, o sean capaces de infundir pánico en los negocios.”
Todas estas y otras restricciones estaban desglosadas en los incisos que iban de la “a” hasta la “k”, en un extenso artículo 47.
El periodista Juan Alberto Henríquez Oporta, autor del libro “El periodismo popular o de catacumbas para la revolución nicaragüense”, refiere en su obra que, al amparo de las prohibiciones dispuestas en este artículo, las noticias de orientación política, de la prensa radial, experimentaron en la práctica, limitaciones extremas, “llegándose a una autocensura, por temor o porque no se sentían con capacidad de enfrentar al régimen”.
De acuerdo a Henríquez Oporta, el Código de Radio y Televisión “cubría a los directores y a comentaristas de las emisoras, editoriales de noticieros y se volvió cotidiano cuando se conocía de enfrentamientos armados entre las guerrillas y la Guardia Nacional.”
El periodista e historiador plantea que, según el “Código Negro”, ameritaban multas y cierres de medios de comunicación, las noticias relacionadas con detenciones de líderes políticos o de dirigentes sindicales, desapariciones de campesinas y campesinos, manifestaciones de los políticos y cualquier tipo de información o declaración que pudiera entenderse como una crítica o posición contraria a algún funcionario o autoridad gubernamental.
Un corto pero intenso periodo que contribuyó a la insurrección
Las acciones concretas del llamado Periodismo de Catacumbas, comprendieron un corto pero intenso periodo que contribuyó a la debilitación de la dictadura.
De acuerdo con los registros históricos la lectura de comunicados y noticias desde las parroquias se dieron entre el 31 de enero y el 11 de febrero de 1978, en un momento en que la insurrección del pueblo nicaragüense contra la dictadura de Somoza daba se fortalecía a la vez que el régimen daba muestras de debilidad disfrazadas de valientes amenazas.
El cierre de la totalidad de los espacios informativos fue un error que le costó caro a la dictadura. Los profesionales de la información, no se quedaron de brazos cruzados y buscaron alternativas para informar a la ciudadanía sobre los últimos acontecimientos. Es así en ese corto periodo se da una serie de eventos consecutivos en los cuales se informa desde las iglesias, pero además desde los recintos universitarios, los mercados y otros espacios públicos.
En una carta del periodista e historiador Pablo Emilio Barreto, dirigida al periodista Fredy Rostrán del noticiero radial El Despertar, este hace una síntesis de lo que fue el Periodismo de Catacumbas, en la que reafirma lo que planteaba Henríquez Oporta en su libro.
Barreto inicia destacando que el Periodismo de Catacumbas surge producto de la censura y la persecución sistemática desatada por la dictadura somocista tras el asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro el 10 de enero de 1978.
“Recuerdo muchos detalles de aquel accionar valiente y desafiante de un grupo nutrido de periodistas (hombres y mujeres) antisomocistas, o sencillamente no somocistas, que frente a la censura del régimen somocista opresor mortal, decidimos acudir a los atrios y patios de las iglesias católicas” dice en parte la misiva, en la que además Barreto menciona otros espacios como los recintos universitarios de Managua y León.
El periodista recuerda que mujeres y hombres de prensa acudían a los templos a leer las noticias que eran censuradas, sobre temas como la huelga general, la represión, así como las torturas y encarcelamientos de opositores a la dictadura somocista.
Pablo Barreto relata que “numerosos miembros del Sindicato de Radioperiodistas de Managua habían sufrido el cierre de sus noticieros por parte del coronel Alberto Luna Solórzano, jefe de Radio y Televisión, quien aplicaba el llamado “Código Negro” de la dictadura somocista”. El periodista afirma que eran más de 40 periodistas en Managua y otra cantidad similar en los departamentos de León, Granada, Masaya, Matagalpa, Jinotega, Somoto, Chinandega, Rivas, entre otros.
Barreto afirma que la “inauguración” del Periodismo de Catacumbas, se dio el 31 de enero de 1978, en la iglesia del barrio Riguero. “La Iglesia estaba repleta de gente. Afuera, en el patio y la calle, también había mucha gente. (…) ahí comenzó una de las hazañas más valiosas del periodismo nicaragüense” asevera.
El locutor Eduardo López Meza rememora en el artículo de END, que mientras el leía las noticias en la iglesia de el Riguero, llegaban las Brigadas Especiales contra Acciones Terroristas (Becat), un brazo de la Guardia Nacional, cuya misión era desarticular acciones de la oposición. Aunque López Meza, nunca fue apresado fue testigo de cómo la GN agarraba a la gente en las calles.
El nuevo Periodismo de Catacumbas se gesta en las plataformas digitales
Ocho meses después que estudiantes de la UCA se reunieron en la iglesia del barrio Riguero con periodistas que participaron en las acciones del Periodismo de Catacumbas para rememorar aquella gesta, estalló en Nicaragua la rebelión de abril de 2018, en cuyas protestas participaron muchos de estos estudiantes.
Como respuesta a la rebelión ciudadana, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo desató una feroz represión que incluyó nuevamente, como en la dictadura de Somoza, la censura, materializada en el asedio, agresiones y persecución a periodistas, el cierre y confiscación de medios de comunicación y la creación de leyes que criminalizan el ejercicio periodístico en el país.
La represión de la dictadura Ortega Murillo terminó generando una reedición del Periodismo de Catacumbas, pero esta vez no desde las iglesias, sino desde las redes sociales como bien lo describió el escritor Sergio Ramírez, durante la 77 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), celebrada de manera virtual del 19 al 22 de octubre de 2021.
"Otra vez tenemos un periodismo de catacumbas, solo que ahora no en las iglesias a la luz de las velas sino a través de las redes sociales, desde la clandestinidad, dentro de Nicaragua o desde el exilio, el gremio de periodistas, auxiliados por corresponsales anónimos, lo hacen a través de emisiones en Youtube, en Facebook Live, a través de podcast o en blogs", dijo el escritor nicaragüense en la asamblea de la SIP.
La periodista Gabriela Selser, en un artículo reciente titulado “Nicaragua, el país del silencio” publicado por la agencia alemana Deutsche Welle, hace referencia al Periodismo de Catacumbas y a la realidad que viven las y los periodistas actualmente en Nicaragua y en el exilio.
“Bajo la dictadura de Anastasio Somoza los reporteros desafiaban la censura leyendo noticias en las iglesias. Le llamaban "periodismo de catacumbas”, en alusión a los subterráneos donde los primeros cristianos enterraban a sus muertos a escondidas. En la Nicaragua de hoy, ni eso es posible” refiere Selser.
La periodista en su artículo, destaca el sentir de la también periodista Lucía Pineda Ubau, en esta nueva etapa de dictadura que vive Nicaragua. Pineda, citada por Selser, refiere que, pese a la censura actual, en Nicaragua se sigue haciendo periodismo desde la clandestinidad o desde el exilio, lo que, como refería Ramírez, es la nueva forma de hacer Periodismo de Catacumbas.
“Aunque las fuentes en Nicaragua se han reducido, empleados públicos aportan información a los medios independientes, aun a riesgo de perder su puesto o ser encarcelados. "La gente nos manda noticias o las publica en las redes sociales (…) Hoy los ciudadanos nos están ayudando a cubrir Nicaragua desde el exilio”, le cuenta Pineda a Selser.