Mujeres rurales y su lucha por la tierra: una causa invisibilizada

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Si bien los desafíos persisten, también lo hacen las mujeres en su propósito por acceder a la tierra. • Foto: Redes Sociales /Coop. Mujeres Rurales

El trabajo de las mujeres rurales por el acceso a la tenencia de la tierra se ha invisibilizado en los últimos años dado al cierre masivo de organizaciones de sociedad civil que apoyaban esta causa con financiamiento y asistencia técnica para la ejecución de proyectos y programas.

Previo a las protestas antigubernamentales de 2018, muchas mujeres del campo organizadas en cooperativas y asociaciones en diferentes departamentos del país, lograron avances significativos, no solo con el tema del acceso a la tierra, sino también con diversificar la producción, comercializar sus productos y paralelamente promover procesos de sensibilización alrededor de la violencia de género y otras temáticas relacionadas.

La lucha de las mujeres por el acceso a la tierra antes de 2018

Un estudio titulado ¿Cómo encaran las mujeres rurales la falta de tierra y otros recursos productivos en Nicaragua?, plantea cómo las mujeres rurales organizadas, antes de 2018, hacían frente a los principales desafíos para producir la tierra, destacando, entre otras cosas, las estrategias que, en medio de los problemas estructurales, las mujeres ponían en marcha para sembrar, cosechar y comercializar sus productos agrícolas para la subsistencia familiar.

El estudio, dado a conocer en marzo de 2019, forma parte de una serie de informes país, promovidos por la Iniciativa Basada en Compromisos (CBI) “Mujer rural y derecho a la tierra” de la Coalición Internacional por el Acceso a la Tierra (ILC) América Latina y el Caribe. El mismo incluye entrevistas a 12 mujeres rurales de cuatro organizaciones que trabajan en el norte, centro, occidente y pacífico sur de Nicaragua.

El estudio en mención afirma que el hecho de que muchas mujeres no tengan dinero ni tierra propia, o que no pertenezcan a ningún esquema asociativo, no significa que ellas no piensen y actúen; tampoco implica que estén desvinculadas de la actividad productiva o que no luchen por tener acceso a recursos que les ayuden a mejorar paulatinamente su situación de desventaja en el ámbito familiar y social.

El informe de ILC recopila testimonios de varias mujeres respecto a sus estrategias para hacer frente a la falta de oportunidades y poder acceder a recursos que les permitan ser productoras, sentirse empoderadas y contribuir con la economía del hogar y la economía local.

Por otro lado, están las barreras que constituyen los roles tradicionales de género, lo que se suma a los desafíos que tradicionalmente han enfrentado las mujeres rurales en su lucha por la tierra.

El estudio citado advierte que “la falta de recursos materiales (tierra y dinero) para subsistir también interactúa con los estereotipos del rol social asignado para las mujeres, cuya función social es estar al cuidado y servicio de otros, con un comportamiento que no genere dudas respecto a su capacidad para cumplirlo”.

¿Cómo acceden a la tierra las mujeres que no la tienen?

Tradicionalmente las mujeres rurales sin tierra, en su lucha por acceder a este recurso para producirlo, han recurrido principalmente a tres modalidades: el alquiler, la mediería y los préstamos.

En lo que respecta al alquiler, las mujeres se ven limitadas porque además de pagar por el uso de la tierra para poder cultivar, tienen el peso de los altos costos para producir.

En tanto la mediería, una modalidad consistente en un acuerdo en el que la persona que tiene la tierra la ceda a quien no la tiene, para que esta la haga producir, bajo la condición de que deberá entregar la mitad de las cosechas al propietario de la tierra.

“La mediería funciona bien entre vecinos y amigos porque se basa en una relación de confianza y supone una ganancia compartida. Las familias que hacen mediería suelen ser los que no tienen mano de obra para trabajar la tierra, dueños de tierra que ahora viven fuera de la comunidad, personas mayores que ya no pueden trabajarla, hijos o hijas que tienen tierra, pero no tienen interés en trabajarla y confían en quienes buscan tierra para trabajar a medias, entre otros casos” explica el informe.

Sin embargo, tampoco este mecanismo es muy beneficioso para las mujeres sin tierra, debido a que, en los últimos años, la relación ha variado, y en algunos lugares, según el estudio, ahora se pide a los que no tienen tierra que no solo se encarguen de asegurar el trabajo (limpia, siembra, cuido, cosecha) sino también de agregar algunos insumos.

Finalmente, refiere el estudio, que, la figura del préstamo de tierras ocurre principalmente entre familiares y puede ser del padre hacia los hijos e hijas, de un hermano mayor a otro, del abuelo o abuela hacia los nietos o nietas, o la inversa, de hijos hacia sus madres.

No obstante, según el estudio, estos tres mecanismos no les permiten a las mujeres generar mejoría gradual y progresiva frente a la tenencia de recursos propios y de dinero para invertir.

“A simple vista, pareciera más bien que los mecanismos funcionan para perpetuar a las mujeres en su situación de pobreza y desigualdad social, aunque en el corto plazo resuelven las necesidades de subsistencia” advierte el informe de la coalición.

Otra forma de hacerle frente a los desafíos fue a lo largo de las últimas décadas, organizarse en asociaciones y cooperativas, sin embargo, luego de las protestas de 2018, parte de ese esfuerzo se diluyó con el cierre masivo de oenegés.

Los espacios de interacción de las mujeres organizadas se fueron cerrando, y con estos se fueron silenciando sus demandas por el acceso a la tierra y a recursos económicos para producirla.

Los nuevos desafíos de las mujeres rurales post 2018

A raíz de la represión desatada contra las protestas ciudadana de abril de 2018 y las subsiguientes medidas represivas, incluidos los ataques a la libertad de asociación expresados con el cierre masivo de organizaciones de sociedad civil y agencias de cooperación, así como la formulación de leyes para su control, todo cambió en Nicaragua, y todos los sectores, incluso el campesino han sido afectados por las políticas gubernamentales que buscan el control absoluto del poder.

En ocasión del Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se celebra cada 15 de octubre, Onda Local contactó a algunas mujeres, dentro del liderazgo de las que fueron algunas de las organizaciones de mujeres más sólidas en su trabajo por el acceso a la tierra, y que antes, eran fuentes accesibles para abordar este tema en trabajos periodísticos, sin embargo, hoy se mantienen de bajo perfil y prefieren no hablar por temor a represalias.

En este mismo contexto, Onda Local también consultó a través de un sondeo rápido, a personas, hoy en el exilio, que trabajaron en el sector rural con organizaciones o proyectos vinculados a las demandas de las mujeres, para conocer sus percepciones sobre la situación actual de las mujeres rurales en relación a acceso o tenencia de la tierra.

Las fuentes consultadas, quienes solicitaron anonimato, consideran que en términos generales la situación para las mujeres rurales se ha agudizado más a partir de 2018.

“Ha empeorado porque perdieron las voces que podían ayudarles a levantar su voz para hacer demandas a través de las organizaciones” manifestó una de las fuentes.

Otra destaca que actualmente dado el contexto de dictadura que vive el país, impera el temor para hacer este tipo de demandas, por lo que las mujeres que antes levantaban sus voces, ahora optan por el silencio, de manera que no se canalizan las principales demandas y necesidades de este sector.

En tanto, otra persona consultada opinó que actualmente hay toda una desarticulación de las luchas de las mujeres, “en general la situación se ha agravado, aunque no sabemos que tanto porque no tenemos información actualizada, y no hay posibilidad de hacer estudios independientes sobre esta temática” advierte.

La fuente, resalta que ya antes del 2018, existía todo un problema alrededor de no atender las demandas de las mujeres por la tierra, pero que, pese a eso, contaban con el apoyo de organizaciones para hacer escuchar sus demandas. “Creo que la situación más bien ha empeorado, porque antes la demanda de las mujeres por la tierra, era un asunto que se reivindicaba a través de diversas organizaciones que colaboraban con los grupos de mujeres organizadas, eso no existe ahora, y el Estado al parecer no tiene interés en este momento de canalizar apoyo a las mujeres rurales para que tengan acceso a la tierra”.

En consonancia con lo anterior, otra fuente destaca que, entre las políticas gubernamentales, “no se oye de ningún plan de reforma agraria, no hay ninguna propuesta alrededor de redistribuir tierras”, en el mismo sentido agrega que “lo que se nota es que el proceso del mercado de tierras sigue siendo dinámico para favorecer a la gente que tiene más plata, entonces las brechas en relación a la tenencia de la tierra seguramente se han agudizado más”.

El estudio de ILC destaca que las mujeres rurales que en su momento se integraron a organizaciones, cooperativas o grupos, y que eran atendidas por fundaciones o asociaciones, formaron parte de procesos de capacitación continuo sobre género, derechos de la mujer y capacitación técnico-productiva para producir. El informe menciona que estas mujeres eran beneficiadas aun sin tener tierra propia. Destaca además que los procesos de capacitación fueron implementados principalmente por proyectos de organizaciones no gubernamentales que contaban con fondos de la cooperación internacional.

Los efectos de la migración masiva

Otro aspecto que resalta en el sondeo es el tema de la migración y sus efectos sobre la lucha de las mujeres rurales por le acceso a la tierra. En este sentido se identifican efectos en dos vías.  

Por un lado, está la percepción de que los flujos migratorios desde la ruralidad hacia el exterior, empujados por la situación del país, ha dejado las tierras en manos de las mujeres, sobre todo en los lugares donde la mayoría de quienes han migrado son mayormente hombres que abocados al trabajo agrícola en sus parcelas o fincas.

“Es probable que esas tierras estén ahora siendo trabajadas por las mujeres, es decir, que podría, en términos de la migración, estarse dando un fenómeno en el que las mujeres pueden estar más vinculadas al trabajo productivo del cultivo de la tierra” afirma una de las personas consultadas, aunque también hace hincapié en que se desconoce este impacto dada la falta de información actualizada al respecto.

Por otro lado, también se percibe un efecto negativo, dada la falta de mano de obra disponible para trabajar la tierra.

La fuente refiere que las labores agrícolas demanda de mano de obra, y que las familias más pobres, para suplir esta demanda generalmente recurren a la mano de obra familiar, pero la gente que tiene un poco más de recursos, recurre a contratar mano de obra extra.

 “Las mujeres pueden contratar mano de obra, siempre y cuando tengan recursos para hacerlo” señala la fuente a la vez que agrega que en el caso de las mujeres que sí podrían pagar mano de obra a través de las remesas que reciben del exterior, estas muchas veces se enfrentan al problema de que no encuentran mano de obra disponible por la misma situación del éxodo.

“Entonces es probable que, aunque pueda haber sido que haya mejorado la situación de las mujeres en términos de que ahora ellas, en ausencia de los maridos o de los hijos, podrían tener la posibilidad de cultivar la tierra; pero por otro lado está la depresión que hay en el campo por la fuga masiva de gente, lo que hace que las mujeres no puedan continuar tampoco cultivando como desearan cultivar” explica.

La fuente resalta que este es un problema que se ha visto por ejemplo con los ganaderos, que muchas veces quieren podar sus potreros, pero tienen dificultades para conseguir mano de obra.

En el sondeo, las personas consultadas también coinciden en que el impacto por la falta de mano de obra en el campo es muy fuerte y en consecuencia esto abre las puertas para que actividades como la producción de tabaco en el norte, siga teniendo una dinámica mucho más activa, o que las plantaciones de caña en occidente o el pacífico sur, tenga más disponibilidad de conseguir tierra para incorporar a la caña.

Un de las fuentes expone como ejemplo que el norte del país hay muchísima gente que no está cultivando sus áreas de tierra que antes destinaban para el cultivo, porque “las han cedido en proceso de alquiler a la gente que está interesada en entrar en la cadena de suministro de materia prima a las empresas de tabaco, es decir sembrando tabaco para abastecer a estas empresas”.  

Programas gubernamentales: populistas y marcados por el clientelismo

Otro de los grandes obstáculos que enfrentan las mujeres rurales sin tierra, son la falta de políticas públicas dirigidas a resolver sus demandas. Especialistas han advertidos que la mayoría de programas gubernamentales son asistencialistas y carecen de estrategias a largo plazo para ir cerrando las brechas que esta población vulnerable enfrenta.

Algunos de los proyectos populistas, que el régimen Ortega Murillo identifica como emblemáticos son el llamado “Usura Cero” que proporciona créditos para pequeños negocios. El “Bono solidario” que provee de animales, semillas e insumos y el “Plan techo” consistente en entregar a las familias de escasos recursos 10 láminas de zinc.

En relación a estos programas, el informe de ILC destaca entre los testimonios de las mujeres rurales entrevistadas, que ellas identifican el sesgo partidario en la distribución de beneficios.

“Las opiniones de las mujeres sobre el clientelismo político con el que se suele canalizar los recursos de proyectos gubernamentales indican que mientras en unos lugares se entregan ayudas a quienes son simpatizantes del partido de gobierno, en otros los recursos se dirigen a población a la cual se pretende conquistar en términos partidarios”.

El estudio concluye que, en ambos casos, el fin es el mismo, “el clientelismo político; una acción que ha contribuido o hace parte del conflicto y la crisis sociopolítica que estalló en el país desde abril de 2018 y cuya expresión es la radicalización de la polarización política en familias y comunidades”.

Mujeres resilientes ante las adversidades

Si bien los desafíos persisten, también lo hacen las mujeres en su propósito por acceder a la tierra, no solo para producirla, sino también para ser poseerla como patrimonio propio.

Ellas continúan la lucha por esta causa, en la que llevan décadas, ahora lo hacen casi en silencio, con temor, pero resilientes, con la convicción que siempre las acompaña,

“Las oportunidades llegan y hay que cimentar esperanzas. Cada persona tiene que hacer un sacrificio para lograr un cambio” refiere el informe en sus conclusiones basadas en los testimonios de las mujeres rurales entrevistadas para el estudio.

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