COP30 avanza en transición justa, pero evita decisiones claves ante la crisis climática

La 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP30), concluyó en Belém, Brasil, dejando una sensación agridulce en América Latina y el Caribe. Si bien se alcanzó un hito histórico en materia de transición justa, las organizaciones de la sociedad civil agrupadas en Climate Action Network América Latina (CANLA), advierten que los resultados globales no fortalecen la confianza en el multilateralismo ni responden a la urgencia de la emergencia climática.

Para CANLA, uno de los mayores retrocesos fue la ausencia de progresos concretos en financiamiento climático, específicamente bajo el artículo 9.1 del Acuerdo de París, que obliga a los países desarrollados a proveer recursos públicos, previsibles y de calidad para apoyar a las naciones en desarrollo.

El debate sustantivo se diluyó al trasladarse hacia el Mutirão, una plataforma de trabajo amplia pero menos vinculante. Según especialistas, esta maniobra diluye la responsabilidad legal de las naciones industrializadas. Al quedar el nuevo programa sin modalidad, cronograma ni productos definidos, se enfriaron las expectativas de lograr acuerdos económicos sólidos.

“Es un resultado mezquino, carente de visión”, afirmó Karla Maass, asesora de incidencia de CANLA, recordando que los países del sur global llevan años exigiendo este debate y que la obligación de financiamiento “no desaparece, ni retrocede”.

Adaptación: Avances técnicos con ambición insuficiente

La adopción de los indicadores del Objetivo Global de Adaptación fue celebrada como el paso necesario para iniciar la fase de implementación. A pesar de ciertas inconsistencias técnicas, la denominada “Visión Belém–Addis” abre una ventana de dos años para perfeccionar estos instrumentos hacia 2027.

Sin embargo, la decisión de triplicar el financiamiento para adaptación hacia 2035 generó insatisfacción. La medida carece de claridad sobre el rol de los países desarrollados y no garantiza que los fondos respondan a las necesidades reales de las naciones vulnerables.

“No pedimos caridad, exigimos responsabilidad”, reiteró CANLA, subrayando que la adaptación no puede depender de compromisos vagos ni de recursos inciertos.

Si bien hubo algunos avances en derechos humanos y continuidad técnica, las organizaciones denuncian que el régimen climático sigue sin mecanismos reales de reparación. Fotografía / Cortesía

Transición justa: La gran victoria latinoamericana

En un escenario complejo, la región logró un avance histórico: la creación de un mecanismo específico dentro del Programa de Trabajo de Transición Justa (JTWP).

Por primera vez, se reconoce oficialmente a la transición justa como un pilar esencial para implementar el Acuerdo de París y el Balance Global. El texto final incorpora principios clave impulsados por la sociedad civil, incluyendo la participación social, la centralidad de los derechos humanos, el enfoque territorial y financiamiento.

“El nuevo mecanismo puede ser un parteaguas para cerrar la brecha de ambición y acelerar, en la práctica, la salida de los combustibles fósiles”, señaló Jorge R. Martínez, de Oxfam México. No obstante, persisten vacíos. La estructura del mecanismo se negociará recién en la COP31, con entrega final en la COP32, y aún falta un marco holístico de salvaguardas y gobernanza.

Para Laura Restrepo Alameda, de CANLA, "ahora comienza la verdadera prueba: lograr que su implementación esté a la altura de la ambición que exigimos".

Combustibles fósiles: El silencio más crítico

La gran frustración de la COP30 fue la omisión total de referencias a la eliminación de combustibles fósiles en las decisiones vinculantes. Aunque la presidencia impulsó iniciativas para la salida progresiva del petróleo, gas y carbón, así como una ruta global contra la deforestación al 2030, ninguna se tradujo en un mandato vinculante.

Esto contrasta con la postura firme de países como Colombia, que abogó por una hoja de ruta global de abandono de los fósiles y defendió esta posición incluso frente a resistencias internas del proceso.

Las organizaciones recuerdan además el mensaje reciente de la Corte Internacional de Justicia, que advirtió que subsidiar o expandir la explotación fósil podría violar el derecho internacional.

El Programa de Trabajo de Mitigación (MWP) terminó sin incluir ninguna referencia a los combustibles fósiles, un hecho que CANLA consideró “alarmante”.

“No existe mitigación real si no podemos discutir la causa del 75% de las emisiones globales”, advirtió Alejandro Alemán, coordinador regional de CANLA.

La sesión de cierre de la COP30 dejó una imagen simbólica: la juventud, particularmente de América Latina, habló con más claridad y valentía que muchos gobiernos reticentes. Fotografía / Cortesía

Balance final: La Amazonía y el futuro

CANLA cerró su balance con un llamado urgente: declarar la Amazonía como zona de exclusión de combustibles fósiles, un gesto político que pondría a la región en la vanguardia climática.

La COP30 deja un legado de contrastes. El mecanismo de transición justa ofrece una vía para transformar la arquitectura climática, pero la falta de decisiones claras sobre financiamiento, adaptación y el fin de la era fósil empañan el resultado. Mientras la ciencia y los tribunales advierten que el tiempo se agota, América Latina promete mantener la presión para que las próximas negociaciones estén a la altura del desafío histórico.

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