La silla condenada


Cuando busques buena silla
no cuestiones el confort,
que no hay mella de polilla
ni dolencias de bastón.

Sirve bien para acusado
si lo quiere el polizón,
pero queda maltratado
si le llega de romplón.

En el súper le han surtido
variedades y color.
¿Quiere usted algún pedido?
¡Hay de fibra y de latón!

Son las sillas especiales,
reclinables y de avión;
apropiadas cuando sales,
pues te siguen como drone.

Pero de esas Venezuela
no produce por montón,
ni preguntes a tu abuela
si las hace Donald Trump.

Son producto del imperio,
forman parte de un complot,
no son chafas y es en serio
que son sillas molotov.

Se ha anunciado por decreto
una nueva prohibición,
si las usa yo le meto
treinta sillas por sanción.

Giratoria y butaca,
perezosa o sillón,
todas miden bien la placa
de los guardias del terror.

Si una silla quiere buena,
nunca dude del color,
porque azul es la condena
y de blanco viste Dios.

Juan Carlos Duarte Sequeira
19/MAR/19

Opinión | La silla condenada

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