Violencia e inseguridad: los huracanes que azotan el Caribe de Nicaragua
Puerto Cabezas, un municipio inhóspito, pero con gente hospitalaria
El municipio de Puerto Cabezas, es el tercero más grande de Nicaragua en extensión territorial, cuenta con 5,984.81 km2. Su cabecera municipal es la ciudad de Bilwi, ubicada a más de 523 kilómetros de Managua. Por carretera son unas doce horas de viaje aproximadamente.
Esta ciudad ubicada en el Caribe Norte de Nicaragua, se caracteriza por no tener un centro de referencia, sino varios sitios dispersos en una suerte de laberinto, en el que se encuentran iglesias, pequeños hoteles, estadios y un desordenado mercado municipal. En las principales calles de Bilwi predominan las ventas de electrodomésticos, abarrotes y madera, entre otros productos.
El casco urbano de Bilwi está compuesto por 22 barrios, cuya infraestructura predominante son las tradicionales casas de madera levantadas a más de un metro del suelo. Hay mucha basura en las calles y personas en condición de mendicidad. En los barrios periféricos es más evidente la pobreza, las calles son de tierra y es común ver en estas, grandes baches que generalmente permanecen llenos de agua. Sin embargo la población es hospitalaria y cuidadosa con las y los visitantes, al punto de advertirles de los lugares donde puede resultar más peligroso transitar.
De acuerdo a las proyecciones demográficas del Instituto Nacional de Información de Desarrollo, se estima que para el año 2021, el municipio de Puerto Cabezas alcanzó una población de 134 mil 535 habitantes. Este municipio caribeño tiene además una incidencia de la pobreza extrema que alcanza más del 60% según el último Censo de Población y Vivienda realizado en 2005. El municipio tiene en su periferia 68 comunidades. La población es predominantemente miskita, creole y mestiza.
Bilwi: una vida de angustias
En Bilwi hay una sensación creciente de inseguridad en las calles. Sonia habita en el barrio Loma Verde, está preocupada desde que se supo del intento de asalto a un negocio de venta de celulares cerca del parque Rubén Darío, por parte de dos hombres armados con pistolas. “Andamos con miedo, ya no es como antes que uno salía a cualquier hora de la tarde o noche. Es peligroso hasta dejar la casa sola”, comenta.
Sonia afirma que el aumento de la inseguridad empezó desde hace años. “Creemos que esto se debe a que, a los delincuentes en vez de dejarlos presos, los dejan libres, principalmente cuando iniciaron a dar los indultos”, lamentó.
Desde 2014, la dictadura de Daniel Ortega ha usado el beneficio de “convivencia familiar” para sacar de las cárceles de Nicaragua a más de 30 reos comunes, de acuerdo con una investigación realizada por Onda Local en agosto de 2022. Especialistas señalan que está decisión del régimen está provocando más inseguridad en las calles.
En el Anuario Estadístico de 2021 de la Policía orteguista, la Costa Caribe Norte de Nicaragua aparece con más denuncias por hechos delictivos. Puerto Cabezas es el municipio que más actos delictivos registra.
Sonia relata que una de sus primas tiene una licorería y recientemente personas desconocidas se metieron al local y se llevaron gran cantidad de productos. “Lo peor es que ella conocía a uno de los que se metieron y cuando buscó a la policía le dicen que no pueden hacer nada. Ella les dijo dónde estaba el ladrón, pero le responden que no tienen autorización para arrestarlo. Así se quedó”.
Sonia nos guía a El Cocal, considerado uno de los barrios más peligrosos de Bilwi. En la calle central de este barrio no se ve peligro alguno. Rodeada de árboles de coco y un jardín tropical, en una casa de madera con un patio abierto, sin cercos, vive Emma, una señora de la tercera edad, quien asegura que vivir en El Cocal es angustiante, por la cantidad de personas que se dedican a delinquir como consecuencia también del consumo de drogas.
“Los ladrones andan muertos en vida. Nadie puede tener letrina, porque el zinc te lo roban. Se llevan las panas de basuras. Frutas no hay, los mangos se los llevan y los cocos también. Dormís con un ojo cerrado y el otro abierto”, manifiesta la anciana.
Emma está segura que la robadera que ocurre en este barrio es resultado de la cantidad de jóvenes con problemas de adicción a las drogas. Aunque otras personas consideran que quienes expanden las drogas son las autoridades del barrio y que eso lo sabe todo el mundo, pues no es un secreto que la policía orteguista en Bilwi permite que estos lugares funcionen.
“Solo en mi sector hay cuatro casas que venden drogas”, afirma Emma. Dejar su casa sola es un riesgo, por eso Emma si desea salir está obligada a dejar a alguien para que cuide su casa. “Para la policía la delincuencia en el barrio es algo pequeño, no atienden las denuncias, no lo consideran un delito”, advierte.
La ciudadana explica que en Bilwi existen jueces de barrio, una especie de persona encargada de recoger las quejas de la población, para ayudar a solucionar o ser mediador en algún conflicto. Sin embargo, estas personas, pese a su rol, tampoco ayudan a la población a lidiar con la inseguridad como la que ocurre en El Cocal. “Ellos quieren que uno les ofrezca algo a cambio para poder actuar”, afirma. “Nací y crecí en El Cocal. Tiempo atrás que feliz era, ahora ya no”, lamenta Emma.
Onda Local intentó comunicarse con dos jueces del barrio de El Cocal, sin embargo, uno no respondió la llamada y el otro se negó a hablar del tema de la inseguridad en este lugar.
Jóvenes sin oportunidades son más vulnerables antes las drogas
Nos acercamos al expendio más grande de El Cocal. La entrada a este lugar es un portón de zinc oxidado. Un callejón que sirve de atajo a otra calle. Un hombre que caminaba de un lado a otro con los ojos enrojecidos y las pupilas dilatadas nos dice que pasemos, que es seguro.
Sin embargo, mientras más avanzamos se observan varias casas de tambo de madera sin pintar y en franco proceso de deterioro. En algunas casas se puede observar a grupo de jóvenes reunidos y consumiendo drogas libre y tranquilamente, sin ocultarse de nadie. Algunos nos observan con desconfianza. Una mujer con los ojos irritados y el ceño fruncido nos pregunta a gritos ¿Qué andan buscando? Sonia responde que la salida del callejón, la mujer nos señala al fondo. La tensión es alta. Buscamos la salida; antes de salir a la calle principal un hombre con el rostro tatuado, dice en voz alta “le damos muerte”, mientras otro hombre caminaba detrás. Logramos salir, pero impresionados de cómo ese lugar se ha convertido en una plaza de expendio de drogas.
El Caminante es otro barrio considerado peligroso en Bilwi. Está ubicado en las afueras de la ciudad. Aquí vive Julia con sus dos hijos, uno de ellos es adolescente. Julia dice que tuvo que clavar las ventanas de su casa para evitar que los ladrones entraran. “Ahorita la delincuencia está horrible. Lo que más se ve es que entran bastantes a las casas”, expresa Julia. Y es que, en Bilwi, son pocas las casas con muro perimetral, la mayoría tienen cerco de alambre o son patios abiertos, es parte de su cultura.
Julia relaciona la inseguridad de su barrio a la cantidad de expendios. “Aquí hay varios expendios, pero nunca he escuchado que la policía haya cerrado alguno. Los atrapan, pero a los días salen. Por eso los chavalos roban y asaltan para comprar sus drogas”, asegura.
Recuerda una ocasión en que dos hombres tocaron a su puerta y cuando abrió la amenazaron con un machete y entraron a su casa. Se llevaron varios electrodomésticos. Relata que fue a poner denuncia a la policía y la investigadora asignada a su caso llegó a su vivienda. Para sorpresa de ella, la policía en lugar de averiguar del robo, comenzó a interrogarla sobre sus bienes y los de su pareja. “Al final, la investigada fui yo. Jamás resolvieron mi caso, a pesar de que señalé a uno de los ladrones”, asegura Julia.
Heber es el hijo de Julia y tiene 18 años. Afirma que muchas de sus amistades, principalmente hombres, han caído en adicciones al alcohol o las drogas. “Todo comienza con una invitación a probar, cigarros, guaro y otras cosas”, asevera. Varios de ellos estudiaban, pero abandonaron la escuela.
“A algunos los padres y madres no les dicen nada, es como si no les importara”, asegura. El joven indica que no todos los que se vuelven adictos automáticamente empieza a robar, de sus amigos varios son consumidores de drogas, pero no roban. Sin embargo, entre pláticas, acepta, que varios de sus amigos están en riesgo de caer en la delincuencia.
Percepción de inseguridad también en el Caribe Sur
A 354 kilómetros al sureste de Managua, se encuentra la ciudad de Bluefields, cabecera regional de la Costa Caribe Sur. La percepción de inseguridad en esta ciudad caribeña es bastante similar a la que se percibe en Bilwi. Algunos pobladores rememoran con nostalgia los tiempos en que se podía transitar tranquilamente por las calles blufileñas a cualquier hora del día, e incluso de noche. Pero los recuerdos de una ciudad segura quedaron atrás.
“Cuando era niña la seguridad en Bluefields era tal que podías dejar la puerta de tu casa media cerrada para poder ir a hacer cualquier mandado, incluso de noche y nadie se metía a tu casa”, recuerda Valentina, una blufileña que habita en la zona céntrica de la ciudad. “Pero el panorama en este municipio cambió drásticamente” lamenta.
Por su parte Jessica, habitante del Barrio Pointeen de Bluefields, asegura que la gente vive con temor, porque es muy común ver asaltos en el día o escuchar que le han quitado la vida a una persona.
“Era muy raro que antes pasarán este tipo de cosas; sé que en alta horas de la noche y la madrugada siempre había atracos, pero ahora se dan súper temprano, imagínate a mediodía te apuñalan, te roban y te quitan la vida” expresó Jessica con preocupación.
En tanto Valentina asegura que la inseguridad en esta ciudad va en aumento, debido a que la policía no presta mucha atención a la actividad delictiva como robos y atracos, “se ha visto que hay más persecución al tema de la droga que a la seguridad misma de la población” asevera, así mismo relata que “hace poco asaltaron una tienda y llamaron a la policía y no pasó nada, es decir, la inseguridad se incrementa cuando la población no siente que hay un respaldo de la autoridad para acudir de manera rápida a los llamados de la población”.
Jessica asegura que muchas veces quienes comenten estas “fechorías” son adolescentes que se mantienen bajo el efecto de las drogas, pero que la policía “deja libres por ser menores de edad”.
La ciudadana blufileña relata que “el año pasado para la fiesta del Tululu a mi hermano le pegaron tres estocadas cerca del pulmón y quienes lo atacaron fueron muchachitos entre 14 y 16 años que andaban drogados”. Así mismo comenta que en abril del año pasado su hijo fue asaltado saliendo de la Universidad Bluefields Indian and Caribbean University (BICU), “igual fueron adolescentes, le pusieron un puñal y le robaron la mochila y el teléfono” lamenta.
Según Jessica cada día hay más adolescentes que caen en problemas de drogadicción debido a que muchas madres y padres de familia han emigrado de Bluefields en búsqueda de una mejor vida. “Creo que esta situación es por el abandono de los padres, porque los hijos quedan como decimos nosotros al garete, o sea, sin riendas, sin consejos, sin un buen guía y los padres solo les envían el dinero y ellos se compran drogas” asevera.
El poder de los expendios
Cerca del Muelle de Bilwi vive y trabaja Carlos, una zona también considerada peligrosa. El Muelle es también un barrio con mucha incidencia delictiva. Carlos asegura que en este cotidianamente se pueden ver dos cosas: actividad delincuencial, principalmente asaltos y la actividad del narcotráfico en la playa.
“A altas horas de la noche llegan a la playa camionetas y personas en motos. En enero supe que en varias comunidades encontraron dinero. Luego se vio a gente que no es de Puerto, comprando electrodoméstico y otras cosas”, afirma Carlos, quien precisa que trabaja en un lugar “recreativo” donde llegan muchas personas relacionadas a esta actividad. “Está demostrado que por estas playas suben drogas, eso no es un secreto”, sostiene. Cabe resaltar que en el Muelle de Bilwi hay una pequeña base de la Naval del Ejército de Nicaragua.
Carlos asegura que en Bilwi se consumen varios tipos de drogas, según el nivel económico. “La cocaína la consume gente de status medio, (…) la otra categoría son los chavalos de los barrios, los que consumen piedra, crack o mariguana”.
La fuente afirma que en la ciudad saben quienes son las familias que pertenecen al negocio del expendio de drogas en los barrios. “La policía sabe lo que sucede, pero reciben coimas, saben cuáles son los puntos de expendio, pero igual los deja”, asevera.
Al regresar de El Muelle nos encontramos con un amigo de Carlos. Tenía la oreja derecha envuelta en gasas. Carlos le preguntó que le había pasado y su amigo respondió que lo asaltaron y golpearon. En la zona del Muelle y otros barrios costeros como Sandy Bay Sirpi, hay varios restaurantes y bares. En las noches, las y los visitantes son la presa de los ladrones que merodean en el sector.
Por las noches, Bilwi es una ciudad oscura por la falta de alumbrado público. Varias calles del centro de la ciudad tienen alumbrado público en malas condiciones o sin funcionar.
El Barrio Alemán es otro de los lugares con mala fama. No se puede entrar con nadie que no sea de ese lugar, aseguran pobladores. Sin embargo, durante nuestro recorrido no vimos nada que pudiera indicar que fuese peligroso. No obstante, varios taxistas se negaron a llevarnos a este lugar. El Barrio Alemán es de los últimos de la ciudad, colinda con los manglares y la mayoría de las casas pequeñas, con la madera desgastadas, sin pintar y mucha basura alrededor.
Bluefields, la cuidad hermana de Bilwi en el sur con condiciones similares
En Bluefields los expendios y el consumo de drogas crecen a un ritmo acelerado, asegura Enrique, otro habitante de esta ciudad que accedió a hablar con Onda Local. Enrique señala que muchos jóvenes se están involucrado en el expendio y consumo de drogas, situación que ha provocado que la población viva con mucho temor.
“Los jóvenes que están en el tráfico, ven esto como una forma fácil de ganar dinero, pero la gran mayoría está en el consumo y los que están en el consumo tienen que comprarlo y eso significa que tienen que adquirir dinero de algún lado” asegura. Así mismo agrega que muchas veces estos jóvenes le roban a su misma familia y venden los bienes del hogar para adquirir la droga, y cuando ya no pueden robar en su casa empiezan a asaltar a la gente en la calle.
Según Enrique desde el año 2021 ha aumentado la venta y consumo de drogas en la juventud, debido a que muchas organizaciones que trabajaban en pro de la juventud en la Costa Caribe Sur han sido cerradas por el gobierno de Daniel Ortega.
“Aquí en la Costa Caribe a muchos centros, fundaciones y organizaciones, no gubernamentales les han quitado su personería jurídica, lo que significa que hay muchos jóvenes que estudiaban en centros técnicos y superiores que fueron cerrados, entonces hay menos oportunidades para los jóvenes, eso incrementa el problema que vivimos acá en la región” refiere Enrique.
La fuente señala que ante la falta de oportunidades, es normal observar a grupos de jóvenes en las esquinas o entradas de las calles consumiendo drogas y a la expectativa de quitarle sus pertenencias a quien pase por ahí.
“Esos mismos jóvenes al ganar ese dinero fácil, los ves ahora montados en motocicletas, a veces se escucha que pasan en moto disparándole a otro; también escuchás que esos jóvenes mataron por problemas de territorio, por eso la gente vive con miedo y zozobra” enfatiza Enrique.
Estas son algunas de las organizaciones despojadas de su personería jurídica en la Costa Caribe:
- Acción Médica Cristiana. Implementaba acciones de salud comunitaria y desarrollo en comunidades de la costa Caribe Norte y Sur.
- Asociación de Estudiantes de la Educación Superior de la Costa Atlántica (AEESCA).
- Asociación de Estudiantes Mayangna (Sumo).
- Asociación Indian Mairin Asla Pawanka Kipla Sait Tasbaika.
- Asociación Tawan Ignika (Asociación la Luz del Pueblo “La Luz”).
- Asociación Servicio Educacional Antidrogas, Puerto Cabezas fungía desde 1996.
- La Asociación Pedagógica “Yahbra Ignika”, Luz del Norte que operaba desde 1997.
- Fundación Civil Vivero Comunal Puerto Cabezas, personería fue otorgada en 1992.
- Fundación para la Autonomía y el Desarrollo de la Costa Atlántica de Nicaragua (FADCANIC) trabajó durante 32 años en la Costa Caribe de Nicaragua, especialmente con la juventud y mujeres.
- Centro por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua, (Cejudhcan). Trabajaba en la promoción y protección de los derechos humanos de los pueblos indígenas, con especial atención a los derechos territoriales.
- Fundación para el Desarrollo Agroforestal del Medioambiente y los Recursos Naturales de la Sub-Región Las Minas (Fundación Las Minas).
- Asociación de Mujeres Jóvenes Luchadoras (JoLu).
- Asociación de Mujeres Adolescentes y Jóvenes Caribeñas (Admaj).
- Fundación Egdolina Thomas para la Defensa de los Derechos de los Habitantes de la Costa Caribe de Nicaragua.
- Fundación para la Autonomía y Desarrollo de la Costa Atlántica de Nicaragua.
Policía no realiza su trabajo
Una integrante de Prilaka Community Foundation, organización que defiende los derechos humanos en la Costa Caribe Norte, asegura que la policía no tiene suficientes patrullas para dar la seguridad que se necesita en la ciudad costera. “En la mañana se ve más policía de tránsito y por las noches patrullas de operativos. Es muy raro que la policía llegue si llamas porque se metieron a robar a tu casa o porque te robaron”, afirma la fuente.
Asevera que conseguir justicia en Bilwi es muy difícil, ya que el proceso es complicado además de dilatado, a menos que sea un asunto de drogas, que es por lo que más se mueven. “La policía está rebasada en capacidad y da prioridad a otros asuntos. Sabemos que en la policía no hay vehículos y la prioridad son asuntos de drogas y políticos. Casi no vas a ver patrullaje en los barrios y Puerto Cabezas es una de las ciudades más peligrosas dentro de la región”, asegura.
El peligro aumenta en dependencia de la zona, resalta la fuente. En las comunidades de Bilwi no hay estaciones de policía así que los mismos agentes de la ciudad deben cubrir estas zonas.
Recalca que, en las comunidades, líderes tradicionales como jueces, son los que se encargan de velar por la seguridad. “En nuestra tradición los jueces tenían un rol súper importante, pero a raíz de los años y con la polarización política la situación ha venido cambiando. Los jueces están no porque los escoja el barrio, sino por intereses políticos del gobierno y están pendientes de asuntos políticos en los barrios”, asegura la integrante de Prilaka.
Por otro lado asegura que los Consejos de Liderazgo Sandinista (CLS) son un arma de control y espionaje político de la dictadura de Ortega, que han sustituido a las autoridades regionales, sin embargo, estos no resuelven ningún problema relacionado a la inseguridad, puntualiza.
En nuestra llegada a Bilwi a medianoche, observamos una patrulla de la policía en distintos puntos de la ciudad, requisando a grupos de jóvenes en las calles. Pero esto no es una práctica recurrente, el patrullaje es mínimo. La población se queja abiertamente del desempeño de la policía. Un comunicador radial de Bilwi afirmó a Onda Local que, a mediados de marzo, recibió una denuncia de una mujer que fue asaltada junto a su pareja e hijo, por un grupo de hombres que cargaban machetes.
La mujer relató que los malechores los rodearon con palos y machetes y les quitaron los celulares. Cuando fueron a poner la denuncia, se encontraron una patrulla con seis policías y le pidieron que fueran al lugar donde fueron asaltados para atrapar a los ladrones. Pero estos les dijeron que primero debían ir a la estación policial a poner la denuncia. “La patrulla se fue y la mujer dijo que ni fueron a poner la denuncia, porque si ni a ellos le interesó mucho menos al policía que está sentado”, recuerda el comunicador radial.
Quejas como estas son comunes en los medios de comunicación del Caribe asegura el comunicador. Incluso, en las instalaciones de la radio se han querido meter a robar, señala.
“En Puerto siempre ha habido inseguridad, pero no a este nivel de ahora. En los últimos 10 años ha habido un aumento increíble de femicidios, asesinatos, accidentes”, agrega la fuente de Prilaka.
En tanto la opinión de la ciudadanía en Bluefields respecto al desempeño de la policía es la misma que en Bilwi. Jessica, Valentina y Enrique coinciden en que el principal factor que ha deteriorado la seguridad en la Costa Caribe Sur, es la falta de atención de parte de la policía, a las denuncias que hace la población.
De acuerdo con el Anuario Estadístico del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) en 2021, en la Costa Caribe Sur se registraron 4,941 denuncias, pese a que, según Valentina, la mayoría de la población en Bluefields prefiere no denunciar. “No sirve denunciar, ya que la gente solamente ve a la policía como un factor que distorsiona la seguridad ciudadana, es decir, no son elementos en donde la población puede encontrar ese brazo de seguridad, la gente prefiere ni llamarlos por la forma en que estos han actuado, ya que no resguardan la seguridad, lo que hacen es simplemente crear una zozobra mayor a la población” afirmó.
Enrique agrega que esto se debe a que “la policía solo acude cuando hay una información de que hay droga en algún lado o donde hay dinero que ellos pueden conseguir”. Señala que existe esa complicidad entre las autoridades y los expendistas: “Hay lugares donde he observado que la policía pasa recogiendo una parte del dinero, la policía pasa a cierta hora y yo miro que les pasan dinero. Yo ando por las calles, verdad y uno observa esa situación” detalla.
De acuerdo a Valentina, otro factor por el cual las personas en la Costa Caribe Sur deciden no denunciar, es porque temen que al no ser apresadas las personas que cometen delitos, estas pueden tomar represalias contra quienes lo acusaron. También, porque muchas personas que estaban detenidas por robo o asesinato les han reducido las penas y salen libres.
Jessica a que luego que asaltaron a su hijo, ella se presentó a denunciar a los jóvenes responsables, pero al momento que llamaron a su hijo a declarar prefirió no seguir con el caso, porque temía por su vida. “Yo no iba a exponer a mi hijo a que los otros que estaban libres lo persiguieran después, porque ya teníamos el antecedente de los muchachos que persiguieron a uno de Colón, había puesto la denuncia y como quedaron libres le dieron fin a su vida, entonces preferí no exponer a mi hijo” relata Jessica.
Por otra parte, Valentina opina que la inseguridad la promueve la misma institución que debe guardar el orden, porque lo que resguarda la policía son las actividades gubernamentales y mantiene bajo vigilancia a quienes son considerados opositores en la zona.
Ante esta falta de atención de parte de la policía, la población en Bluefields ha tomado algunas medidas para resguardarse, como colocar cámaras de vigilancia en sus viviendas y negocios, asegurar sus casas con verjas, serpentinas, incluso algunas personas han comprado armas, medidas a las que no estaban acostumbrados, asegura la fuente.
“Estamos en la mano de Dios, cada uno es responsable de su propia seguridad y lo que se hace si hay una invasión de tu propiedad o a tu propia seguridad, lo que se hace es aplicar la ley del viejo oeste, si estás en mi patio y me estás amenazando, pues cualquier cosa puede pasar” agrega Valentina.
Las mujeres, las más vulnerables
Otro de los problemas de seguridad que viven las personas en la Costa Caribe Norte y Sur, es la violencia hacia las mujeres, esta zona encabeza la lista de mujeres víctimas de femicidios en 2022.
De acuerdo con el reporte de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, en 2022 en la Costa Caribe Norte ocurrieron once femicidios y en la Costa Caribe Sur, seis. La Costa Caribe Norte es la segunda región de Nicaragua, después de Managua, con 15 femicidios, en donde más mujeres fueron asesinadas durante el 2022.
Hasta la última semana de marzo, se registraron nueve femicidios en Nicaragua. Uno de ellos ocurrió en el municipio de Prinzapolka, en la Costa Caribe Norte. Aura Castrillo fue asesinada a machetazos y se sospecha que fue su pareja. En una comarca del municipio de Waspam, en la Costa Caribe Norte, fue asesinada Magdalena Steven Omier, de 61 años. El sospechoso del crimen es Derbin Salinas, de 20 años.
En Laguna de Perlas, en la Costa Caribe Sur, en febrero de 2023 fue asesinada la joven Katry Deshany Putchie Hodgson, de 20 años, el principal sospechoso es Marvin Rodwell Terry McCoy, de 46 años, padrastro de la víctima, quien hirió de bala a la madre de Katry, Gertrudis Hortensia Hodgson, de 39 años.
Las mujeres no están seguras ni en la casa, ni en las calles. Según datos del Anuario Estadístico de la policía de 2021, en la Costa Caribe Norte se cometieron 168 delitos contra la libertad sexual y en la Costa Caribe Sur, 169.
Sonia, la mujer que habita en el barrio Loma Verde de Bilwi, tiene una hija, Sol, de 18 años. Ella estudia en la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN) y por las noches va a clases de inglés. “Tengo miedo de que le pueda pasar algo y todas las noches la espero a las siete en la entrada de mi cuadra, porque le silban y le dicen sus cosas”, cuenta Sonia.
Sol nos llevó a recorrer parte de Bilwi, las jóvenes sufren mucho por el acoso, afirma. Su prima cuando llega de visita es víctima de acoso, por eso no le gusta la ciudad portuaria, asevera Sol. “Algunos hombres son bien morbosos”, sostiene. La policía de Bilwi tampoco toma con seriedad las denuncias por violencia machista o acoso hacia las mujeres. “Esta ciudad es peligrosa para las mujeres”, reitera Sonia.
El acoso callejero y la falta de atención de parte de la policía a las denuncias que realizan las mujeres, son situaciones con las que también lidian las niñas, jóvenes y mujeres en la Costa Caribe Sur. Jessica, del barrio Pointeen de Bluefields, explica que en muchos casos la policía no atiende las denuncias de las mujeres por violencia de género y que esta interviene hasta que ya ha ocurrido el femicidio. “He escuchado sobre muchas víctimas, que antes de que fueran asesinadas ya habían puesto denuncias en reiteradas ocasiones, pero no fueron escuchadas, ya la policía viene investigando hasta qué ha ocurrido el femicidio” lamenta Jessica.
De acuerdo con la Jessica las mujeres en la Costa Caribe Sur pueden acceder a la justicia solo si cuentan con un “padrino”, es decir alguien dentro del Sistema de Justicia que les ayude a que el caso complete el proceso.
“Para tener acceso a la justicia tenés que tener un padrino, porque si no la policía no hace el peritaje completo, sino no hay seguimiento en la investigación, entonces esa situación nos deja aún más vulnerables, porque de nada sirve que las mujeres denuncien, porque eso no tiene transcendencia y muchos casos por eso quedan en la impunidad” recalca.
Inseguridad también azota a comunidades indígenas
Las comunidades indígenas miskitas y mayangna que habitan en los bosques de la reserva Biosfera de Bosawás también viven en zozobra. Desde el 2015 hasta la actualidad, personas no indígenas han invadido sus territorios y con ello provocado un ambiente de inseguridad y violencia.
El 11 de marzo de 2023, ocurrió la masacre de Wilú, donde cinco indígenas mayagna fueron ejecutados por colonos en el territorio indígena Mayangna Sauni As, dentro de la reserva de Bosawás, en la Costa Caribe Norte.
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Una integrante del Centro de Asistencia Legal a Pueblos Indígenas (Calpi) que solicitó el anonimato, sostiene, que quienes cometen estos asesinatos son criminales organizados. “Son una mafia organizada para despojar a los indígenas de sus tierras ancestrales. Estos criminales organizados gozan no solo de impunidad, sino hasta de protección del régimen de Daniel Ortega”, sentencia.
“Desde el 2015 están matando y no hay ni uno solo preso”, afirma la fuente. Sin embargo, en septiembre de 2021 la policía presentó a los supuestos responsables de la masacre de Kiwakumbai, ocurrida en agosto del mismo año y en donde fueron asesinadas nueve personas indígenas del territorio Mayagna Sauni As. Según la policía, los ejecutores de la masacre fueron otros mayangnas junto con algunos colonos.
“Hay muchos testigos que dicen que no fueron ellos, que fueron los colonos”, afirma a la vez que agrega que la inseguridad tiene graves consecuencias en la vida de las comunidades indígenas. “Los indígenas no van al supermercado como nosotros, ellos van a sus tierras a cazar, pescar y sembrar, pero ahora no pueden ir. Ellos tienen una economía de subsistencia. Hay problemas de seguridad física y emocional” asevera.
A raíz de la última masacre en Wilú, niñas, niños y mujeres de las comunidades Mayangna Sauni As, se refugiaron en Musawas, donde aún se encuentran. “Eso es un crimen de lesa humanidad, el desplazamiento forzado y el Estado no los protege, no investiga, no castiga a los culpables, esto tiene casi una década” refiere la representante de Calpi.
La fuente concluye diciendo que los indígenas pueden defenderse, pero no se trata de que se van a matar entre nicaragüenses. “Se trata de que el Estado debe proteger a unos y otros, no solo a los colonos”.