Libertad de expresión, el derecho que la dictadura no ha podido arrebatar
Pese a la criminalización del derecho a la libre expresión y las medidas represivas cada vez más crueles impuestas por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, periodistas, defensores de derechos humanos y ciudadanía nicaragüense, tanto dentro como fuera del país, se las ingenian para contrarrestar la censura y seguir expresándose, denunciando los abusos y demandando justicia. Si bien, las expresiones contra el régimen son cada vez menos frecuentes, las voces disidentes están lejos de ser apagadas totalmente, las plataformas digitales se han convertido en el mejor aliado contra el silencio y la censura en Nicaragua. La dictadura no ha podido arrebatar el derecho a la libertad de expresión.
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La ciudadanía nicaragüense que vive bajo la opresión del régimen autócrata de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha visto reducidos en los últimos años los espacios para expresarse libremente.
La promulgación de leyes que criminalizan el derecho a la libertad de expresión y los castigos que van desde el asedio, la vigilancia, las amenazas y el hostigamiento, hasta la cárcel, la tortura, el destierro y la confiscación de bienes, han puesto a la población nicaragüenses en una situación de extrema alerta, lo que ha obligado a muchos a recurrir a la autocensura como medida de protección, aunque miles de nicaragüenses, tanto dentro del territorio nacional como en el exilio, han optado por no callar y seguir denunciando a la dictadura, lo que ha implicado recurrir a estrategias para proteger su integridad y la de sus familias. En este sentido las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y otras plataformas digitales han sido un aliado importante para contrarrestar la censura.
Limitar la libertad de expresión constituye “un golpe a la dignidad humana”
Así lo interpreta Elisa Vanegas, una mujer educadora nicaragüense que se vio forzada al exilio ante tanta violación a sus derechos. Para ella la libre expresión es esencial para proyectar la propia identidad y expresar sin temores cómo quiere vivirla en su entorno. Por eso coártala significa un golpe a su dignidad.
“Para mí haberme quitado ese derecho ha sido un golpe profundo a mi dignidad. A veces siento que mucha gente no se percata de que quitarte el derecho a expresarse libremente, va en contra su dignidad” argumenta.
Elisa recuerda que fue forzada al exilio por hacer comentarios contrarios a la ideología de la dictadura en Nicaragua, “fueron comentarios que hice en el 2018. En 2019 yo no estaba al tanto de que había una revisión exhaustiva de las redes sociales y jamás pensé que el haberme expresado libremente me iba a costar el no poder vivir en mi propia tierra y en mi propia casa” lamenta.
Está consciente que la crueldad de la dictadura llega al extremo de hostigar y amenazar a familiares de personas que se expresan contra el régimen en el exilio y que denuncian sus abusos y atrocidades contra la población que los adversa. Pero pese a ello, tiene la convicción de que el silencio no es una opción, porque con este solo se fortalece a la dictadura.
No obstante, reconoce que para llegar a esa conclusión tuvo que pasar por un proceso de varias etapas. “Estuve en el 2018 y post 2018, donde aún expresaba mi opinión libremente y no pensaba en que le iba a hacer un daño a mi familia, a mis amigos y lo continué haciendo” comenta.
Seguidamente refiere que la segunda etapa fue “cuando entendí que tenía que callarme para permanecer en el país y tenía que callarme para proteger lo que había construido, mi casa, mi hogar. Tenía que callar incluso para proteger mi trabajo”.
Finalmente, el tercer momento se dio cuando se vio forzada al exilio, fue cuando comprendió que el silencio no era una opción, “cuando me mandan al exilio de manera forzada, cuando ya no me permiten regresar al país, fue una bofetada que me recordó que el silencio nunca va a ser la solución” asevera.
De igual forma reitera que a los únicos que le sirve el silencio es a los dictadores, por tanto, agrega que “mientras sigamos callando de manera colectiva, nunca vamos a moverles el piso ni un poquito a los que hoy nos roban nuestros derechos”.
La libertad en las redes debe ser aprovechada de manera constructiva
Elisa está consciente de que las redes sociales siguen siendo esa tribuna alternativa necesaria para seguir denunciando a la dictadura y para ejercer la libertad de expresión en todos los sentidos. Las plataformas digitales son espacios que de alguna manera se han convertido en el vehículo para expresar todo lo que ya no se puede expresar libremente en los barrios, las calles, los pueblos, las ciudades, porque el régimen está vigilando constantemente a la gente.
Sin embargo, considera que esa libertad de expresión que permiten las redes, debe ser aprovechada de manera positiva, constructiva y responsable. Lo anterior lo argumenta porque considera que en muchas ocasiones no se contribuye a la causa común y se cae erróneamente en descalificar a quienes están librando una lucha por la libertad de Nicaragua.
Al respecto refiere que, por ejemplo, desde Nicaragua, “hay mucho ataque a la gente que está en el exilio, mucho ataque a los activistas y mucho ataque a la oposición. Pero creo que nos equivocamos en criticar de manera negativa”. En la misma línea agrega que en Nicaragua debemos aprender a criticar de manera constructiva.
Reconoce que además del uso de las redes, en el exilio siempre hay gente organizándose para contribuir a la lucha por la libertad, lo que considera como algo además de necesario, loable, “veo cómo se organizan los jóvenes, cómo se organizan para conversar sobre democracia, para conversar sobre autoritarismo, para entender un poco el trabajo que hace la oposición en el exilio”.
Elisa arguye que hace falta aprender a dialogar, “y dialogar significa que tenemos que aprender a escuchar y escuchar no para ganar la conversación, sino dialogar para poder alcanzar un consenso y poder entender al otro”.
Refiere que, pese a los riesgos, es un deber de las y los nicaragüenses continuar alzando la voz contra la dictadura. No dejarse doblegar, aunque por supuesto, se deben tomar todas las medidas de seguridad necesarias para cuidar la integridad.
A su criterio eso contribuye a recuperar la dignidad, lo que a la vez constituye uno de los primeros pasos para ir construyendo el país que todos y todas soñamos y “ese trabajo no solo se debe de hacer desde el exilio, se debe hacer desde dentro de Nicaragua también, reconstruyendo redes seguras, porque todos sabemos quién es prodictadura y quién no lo es”.
Elisa asevera que: “seguir organizándonos, seguir hablando, seguir alzando la voz, para mí, más que un deseo de hacerlo, a estas alturas donde estamos, es una obligación. Es una cuestión de dignidad”.
La supresión de la libre expresión es peor cuando se criminaliza y se estigmatiza
Para “Héctor” (nombre ficticio que le hemos puesto, porque solicitó anonimato), la razón por la que está en el exilio es precisamente la supresión de la libertad de expresión.
Confiesa que por ejercer el derecho a expresarse recibió amenazas directas de agresión y cárcel, las que se extendieron a su familia. “De hecho, tengo una denuncia, por eso tuve que salir del país, creo que eso ha sido lo más duro que me ha tocado” comparte.
Refiere que la coartación de esa libertad fundamental, es aún más dañina cuando a una persona por expresarse, opinar, cuestionar o criticar, se le criminaliza, se le estigmatiza e incluso se le ataca en su dignidad poniendo en duda su credibilidad o siendo calumniado con falsas acusaciones.
“Eso provoca que al final las personas duden sobre si es verdad o mentira lo que estás diciendo y te pueden acusar de cualquier cosa” advierte, lo que a su criterio se agrava cuando de por medio hay un sistema de justicia controlado para fallar siempre a favor de la pacotilla en el poder. “Como estás en un limbo en cuanto a justicia, no te puedes defender, ni contrarrestar las narrativas oficialistas” señala.
Sin embargo, también considera que todo lo anterior no debe amilanar el ímpetu por seguir expresándose y denunciando los abusos del régimen, por lo que hay que buscar alternativas seguras para contrarrestar la censuras sin exponerse.
En ese sentido afirma que ha decidido no publicar cosas desde sus perfiles personales, pero si hacerlo a través de redes o grupos, porque “a nivel de colectivos, se consigue amortiguar un poco la represión. Cuando son más personas o lo hacen en nombre de organizaciones, al final puede ser cualquier persona que esté publicando” asevera.
Para Héctor es importante siempre establecer otros métodos de comunicación con las amistades y la familia. Refiere también que desde las organizaciones se establece una sintonía con la gente que constituye los grupos metas a los que se quiere llegar con los mensajes, “crear mensajes específicos para esas personas ha funcionado bastante bien” asegura.
Respecto a recurrir a la autocensura como medida de protección para familiares en Nicaragua, considera que “cada quien es dueño de sus propios miedos y cada quien debería de saber qué puede hacer y qué no puede hacer, tomando en cuenta la seguridad de las personas que tenemos allá”.
No obstante es de la opinión de que siempre se debe explorar otras alternativas para no darle cabida al silencio con la autocensura.
“En el momento que dejemos de hablar, de cuestionar, de auditar, de fiscalizar, de investigar y de hablar de las violaciones de derechos humanos que hace el gobierno, en ese momento perdimos la lucha y tal vez nos tendremos que dedicar a otra cosa” advierte, a la vez reflexiona añadiendo que, si bien el miedo paraliza, siempre es más poderoso el deseo de libertad, y “ese ideal que tenemos de una Nicaragua impulsa a buscar formas más creativas de comunicarnos”.
Héctor recomienda continuar alzando la voz, no ceder a la censura y seguir denunciando los desmanes de la dictadura, no renunciar a esa aspiración de vivir en un país diferente.
Recordó como la polarización política promovida por el régimen ha roto lazos entre amistades y familiares, lo que ha provocado profundas grietas en el tejido social y comunitario del país, considera que esa condición adversa debe ser motivo para soñar con una Nicaragua distinta, en unión familiar y sin enemistades por diferencias políticas.
"Tenemos que seguir y buscar las medidas para hacerlo dentro de lo posible sin arriesgar la vida y la integridad física nuestra y de las personas que queremos, pero no debemos desistir” afirma con convicción.
Finalmente advierte que “en el momento que desistamos, estaremos cediendo al régimen la facilidad para que termine de destruir el país y que cuando lo logre entregar, como ya lo hizo en el pasado, nos queden escombros, entonces habrá que trabajar más duro”.
La lucha de la población nicaragüense ante los ataques contra la libertad de expresión
Es pertinente recalcar que la conculcación de la libertad de expresión por parte del régimen Ortega Murillo no solo afecta a periodistas, medios de comunicación independientes, activistas y defensores de derechos humanos, sino también a madres y padres de jóvenes asesinados durante las protestas cívicas de 2018, miembros de la disidencia tanto dentro como fuera del país, así como a la ciudadanía en general.
La siguiente serie de podcast, es un reflejo de cómo la censura afecta a todos y todas por igual, pero también de cómo la ciudadanía nicaragüense, lucha de manera ingeniosa para contrarrestarla. Además, refleja que, pese a las adversidades, la población no está dispuesta a callar, y por el contrario, seguirá alzando la voz para denunciar los abusos de un régimen opresor que pretende controlarlo todo.
A Cornelio Rivera la dictadura le asesinó a su hijo. Después pretendió silenciarlo. Hoy desde el exilio continúa con firmeza alzando su voz.
Las restricciones a la libertad de expresión afectan de muchas formas a la población. Aquí las impresiones de quienes sufren las consecuencias.
La criminalización de la libertad de expresión ha empujado a la ciudadanía nicaragüense a buscar alternativas para seguir expresándose.
Por más que la dictadura reprima, las voces criticas no se apagan. Para las y los nicaragüenses que quieren libertad, callar no es una opción.
Las últimas acciones de la dictadura contra la libre expresión
El más reciente informe de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED), publicado el 6 de octubre y que recoge las principales incidencias contra la libertad de expresión acontecidas entre julio y septiembre de 2025, documentan 31 agresiones y ataques en contra de medios de comunicación y periodistas ocurridos durante el periodo mencionado.
El informe señala que, en este periodo, se “confirma la persistencia de un entorno de represión sistemática, donde la censura, la estigmatización y el hostigamiento digital son prácticas recurrentes y normalizadas por el Estado de Nicaragua”.
Reitera además la condición de desaparición forzada en la que la dictadura mantiene a los periodistas Fabiola Tercero, Elsberth D´Anda, y Leo Catalino Cárcamo. La primera con más de 14 meses bajo dicha condición, lo que constituye un crimen de lesa humanidad por parte de la dictadura.
FLED continúa denunciando en su informe que la codictadora Rosario Murillo, se niega sistemáticamente a ofrecer cualquier tipo de información sobre el paradero de Tercero, ignorando de manera deliberada los llamados urgentes de organizaciones gremiales de periodistas, sociedad civil y organismos nacionales e internacionales de derechos humanos.
“Esta omisión no solo constituye una grave violación de los derechos humanos y de la libertad de prensa, sino que también mantiene a su familia, colegas y a toda la sociedad en un estado de zozobra permanente, marcado por el temor, la incertidumbre y la indefensión” advierte la organización a la vez que señala que el régimen ha convertido la desaparición de periodistas en un mensaje de intimidación colectiva que busca debilitar el trabajo de la prensa independiente y la esperanza de un país que clama por justicia y libertad.
Periodistas continúan abandonando el país
FLED logró documentar que entre julio y septiembre, al menos 11 periodistas y trabajadores de medios se vieron obligados a exiliarse, con lo que la cifra de personas comunicadoras desde 2018 hasta la fecha ya alcanza un total de 304. No obstante, la organización advierte que “la cifra real podría ser mayor, dado que muchos optan por no reportar su salida como medida de seguridad”.
Al desplazamiento hacia el exilio se suma también, según FLED, un incremento del fenómeno de “reasentamiento interno”, es decir, periodistas que abandonan sus departamentos de origen y se trasladan a otras regiones del país para evitar ser identificados y perseguidos por los órganos represivos.
Pese al contexto adverso, FLED resalta como algo positivo que los medios independientes y sus periodistas, continúan sosteniendo con dignidad el ejercicio del derecho a informar, a la vez reconoce el papel de la ciudadanía que con acciones discretas pero valientes, mantiene vivo el flujo informativo al servir como fuente y al respaldar con confianza y lealtad a los medios independientes en todas las plataformas digitales.
Presión sobre periodistas: alineación a la propaganda oficialista o riesgo de cárcel
FLED refiere que durante el trimestre analizado, periodistas en situación de desempleo que aún permanecen en Nicaragua denunciaron un patrón sistemático de hostigamiento directo. De acuerdo a los testimonios de los denunciantes operadores del partido sandinista han visitado sus hogares con el objetivo de presionarlos para que colaboren con el régimen.
La organización defensora de la libertad de expresión y de prensa, revela que estos acercamientos están acompañados de promesas de estabilidad económica, seguridad personal y protección frente a posibles acusaciones judiciales, y arguye que la condición es “aceptar convertirse en informantes, entregar información sobre colegas o integrarse a las estructuras de comunicación oficialista, promoviendo la imagen de un país próspero, seguro y libre”.
También refiere que los testimonios recopilados apuntan a la participación directa de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), grupos paramilitares, funcionarios del Ministerio del Interior (MINT) y agentes de la Policía. De igual forma afirma que a quienes rechazan los ofrecimientos, les advierten sobre la posibilidad de encarcelamiento, vigilancia permanente u otras represalias. “Con ello, se consolida un clima de intimidación que busca extinguir cualquier expresión independiente, sumiendo al país en un silencio impuesto y en una censura cada vez más absoluta” advierte FLED.
Intento de reclutamiento de “soplones”
Un nuevo patrón identificado por FLED, es que agentes policiales, en distintas zonas del país, han intensificado los interrogatorios contra periodistas, presionándolos para que entreguen información sobre colegas.
Entre los testimonios recabados, destaca el de una periodista que relató que fue subida a una camioneta y sometida a un interrogatorio. “Me mostraron documentos con pagos y contratos de medios en el exilio. Tenían toda mi información. Es evidente que existe un aparato de espionaje digital y redes de troles que monitorean cada movimiento en redes sociales” narró la comunicadora.
Según FLED, otra de las denunciantes reveló que fue amenazada con el despojo de sus bienes si no proporcionaba información sobre colegas exiliados en Costa Rica.
Otro periodista refirió que recibió varias visitas por parte de agentes policiales durante los meses de julio y agosto y que durante estas lo presionaron para que abandonara el país, pero en septiembre cambiaron el discurso, le dijeron que podría seguir en Nicaragua solo si aceptaba convertirse en informante.
El informe documenta otros casos similares que evidencian que el claro propósito de la dictadura es someter a periodistas independientes, por una parte, para que estos se alineen al discurso propagandístico para que sean eco de lo que en su aparato mediático se dice cada día, y por otra, para que se conviertan en informantes que revelen información de otros colegas, así como de personas opositoras, tanto dentro como fuera del país.
Creadores de contenido, otra piedra en el zapato de la dictadura
El temor del régimen Ortega Murillo a los youtubers viajeros que documentan sus vivencias en los países que visitan, es algo que también ha quedado en evidencia. Durante los últimos años varios creadores de contenido han sido impedidos de ingresar al país.
Periodistas rememoran sórdida y fracasada estrategia de la dictadura
Como parte de los ataques contra la libertad de expresión ejecutados por la dictadura Ortega Murillo con el fin de acallar las voces críticas, el periodismo independiente, y toda expresión opositora, entre mayo y agosto de 2021, el Ministerio Público del régimen desató una cacería intimidatoria contra periodistas de medios independientes, comunicadores de organizaciones civiles y líderes opositores; cacería disfrazada de legalidad al usar el sistema de justicia y sus instituciones bajo el argumento de investigar delitos como el lavado de dinero.
En la arremetida desatada con la participación del Poder Judicial y el brazo represor del régimen, el Ministerio Público citó a un total de 55 periodistas y comunicadores, quienes uno a uno desfilaron en la Fiscalía donde fueron sometidos a intensos interrogatorios relacionados con su labor informativa y el vínculo de su trabajo periodístico con la Fundación Violeta Barrios, (que hasta su cierre en febrero de 2021, fue presidida por Cristiana Chamorro Barrios). Dicha Fundación promovía la libertad de prensa y de expresión, así como la democracia, brindando apoyo a periodistas y medios independientes para el fortalecimiento de su labor.
No obstantes quedó claro que el objetivo de la dictadura era neutralizar a los medios de comunicación independientes, a las organizaciones de sociedad civil, y al liderazgo de Cristiana Chamorro, quien se erigía entre otras personalidades opositoras como una potencial candidata presidencial que le haría contrapeso al proyecto totalitario de Ortega y Murillo.
Cuatro años después de aquel deleznable y desesperado operativo puesto en marcha por la dictadura, un grupo de hombres y mujeres periodistas que formaron parte de aquel ejército de comunicadores citados por la Fiscalía, sostuvieron un conversatorio en San José de Costa Rica, como parte del compromiso por rescatar y mantener viva la memoria y reflexionar sobre los desafíos que enfrenta el periodismo independiente, hoy ejerciendo su labor informativa desde el exilio.
El conversatorio desarrollado el pasado 13 de septiembre, fue organizado por Galería News, La Sala, Mujeres en la Redacción y el Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM), y en el mismo quedó patentizada la convicción de no callar y el compromiso de seguir informando para vencer el silencio informativo impuesto por la dictadura a la población nicaragüense. Durante el conversatorio también se proyectó el documental “La verdad no se exilia”, en el que periodistas en el exilio, relatan sus testimonios y vivencias en su lucha por seguir informando desde fuera de las fronteras nicaragüense.
Entre las personas periodistas y comunicadoras que participaron, surgieron relatos que rememoraron aquellos momentos de tensión frente a los interrogatorios, pero también se demostró la valentía y entereza con que hombres y mujeres de prensa, en medio del nerviosismo, enfrentaron aquella sucia arremetida del régimen.
El periodista Yelsin Espinoza, quien daba cobertura a aquellas extenuantes jornadas, refiere que “esos días soleados, calurosos en Managua, con una mochila, cargando la cámara, el trípode, el micrófono; creo que nos forjaron y logramos demostrar de qué estamos hechos y que no somos delincuentes, de que no somos agentes políticos, que somos realmente un foco de información y que nuestro único compromiso es precisamente llevarle la noticia a la población nicaragüense”.
El comunicador recuerda el maltrato policial del que eran víctima los hombres y mujeres de prensa en las afueras del Ministerio Público, tanto los que acudían a las citatorias como los que daban cobertura. Afirma que a pesar de que recibían amenazas constantes y eran vapuleados, lo que repercutía en la situación emocional, siempre se mantuvieron firmes e incluso asegura que tuvieron la serenidad necesaria para reír y mofarse de las autoridades en medio de tanta tensión.
“No entiendo la capacidad que tiene el periodista nicaragüense de convertir esas situaciones complejas en risa, porque nos burlábamos del accionar inválido, infructuoso, estéril de la policía sandinista. Nos reíamos porque querían patalear intentando callarnos. Fue para nosotros sabroso el saber que les logramos desmontar esto y nos logramos parar con todos los fierros ante esa mentira” relata.
Por su parte, el periodista Álvaro Navarro, quien fue interrogado por la Fiscalía, recuerda que la fiscal que lo entrevistó trató de mantenerse, al menos medianamente, dentro de los parámetros profesionales que le correspondían, “la fiscal que a mí me entrevistó fue decente porque de alguna manera se mantuvo, y yo así lo percibí, tratando de preguntarme sobre el dinero que yo en algún momento había recibido de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro” relata a la vez que reconoce que la fiscal evitó en la medida de lo posible hacerle preguntas políticas, contrario a lo que sucedió con otros colegas.
Sin embargo, la sorpresa de Navarro fue cuando la fiscal le destapó aquella parafernalia inquisitoria sosteniendo en sus manos documentos acusatorios y listados con cheques recibidos por la Fundación. “Eso me ayudó a entender que en realidad la Fiscalía tenía todo el reporte bancario de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, incluso desde su nacimiento” recuerda el periodista, quien a la vez refiere que él creía que había sido citado para ser interrogado por su vínculo con la Fundación a partir del año 2017, cuando ya era director del medio Artículo 66. “Yo iba preparado para contestar (…) pero francamente me agarra fuera de base cuando me muestra una lista donde había un cheque del año 2013” refiere.
Navarro explica que dicho cheque le fue pagado en concepto de un premio otorgado por una investigación periodística que hizo para el programa Esta Semana en ese año, “hice esa investigación, y lo sometimos al concurso anual que tenía la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, que era el premio Pedro Joaquín Chamorro, y en el 2013 yo gané” recuerda.
Navarro, al analizar el interrogatorio al que fue sometido y conocer detalles de interrogatorios a otros colegas concluye que definitivamente lo que quedó en evidencia fue que el régimen hizo todo un montaje disfrazado de investigación de lavado de activos, pero que en el fondo lo que buscaba era acallar las voces críticas, también refiere que ante esas pretensiones quedó a la vista ante el mundo la gran derrota que significó para la dictadura ese sórdido y fracasado montaje.
La periodista Abigail Hernández recuerda que al momento de presentarse a la citatoria en la Fiscalía, llevaba consigo una serie de recomendaciones de otras colegas para evitar demostrar nerviosismo y responder con seguridad a cada pregunta. También recuerda que le habían advertido que las mujeres, por el hecho de ser mujer, eran más susceptibles a ser vulneradas por los fiscales hombres que las interrogaban, y que parte de la intimidación incluía gritos y golpes sobre la mesa.
En efecto, le tocó un fiscal con un marcado comportamiento machista que quedó evidenciado en la forma en que le hacía las preguntas y en el tono prepotente de su voz, lo que la obligó a preguntarle sobre sus conocimientos alrededor del tema de género. Eso irritó más al funcionario, quien la interpeló airado diciéndole que él no era su payaso.
Hernández refiere que una de las cosas sobre el tema de género que le recordó al fiscal, fue que el Poder Judicial recibía fondos de la cooperación externa para capacitar sobre el tema, y que eso incluía a los fiscales.
“No voy a negar que me asustaba, pero también me daba risa hice muchos esfuerzos por no reírme en su cara, yo decía ya se enojó me va a echar presa” recuerda Hernández cuatro años después.
El fotorreportero Óscar Navarrete, con trayectoria profesional desde la cobertura de la guerra de la década de los ochenta, refirió que tomó la citatoria de la Fiscalía como un asunto que conllevaba riesgos a su integridad, por lo que se preparó mentalmente para acudir al Ministerio Público, asumiendo que en el pasado ha sorteado grandes peligros, por tanto un interrogatorio no lo iba intimidar.
“Creo que he estado en situaciones de mucho riesgo por mi trabajo. La guerra de los 80, por ejemplo, fue algo muy fuerte, yo decía, he estado en situaciones peores donde mi vida ha estado pendiendo de un hilo y un simple mortal no me va a intimidar (en referencia al inquisidor de la Fiscalía), además, los delincuentes son ellos, no soy yo” manifestó.
Recuerda que previo a acudir a la cita, hizo un ensayo con su abogado. “Hicimos un ensayo. Pero más que ese ejercicio, yo iba preparado mentalmente” reitera.
Navarrete refiere que mientras esperaba su turno, el fiscal que lo interrogaría, salió a la sala de espera a ver quien seguía, “cuando me vio se puso a reír cínicamente frente a mí, como quien dice 'hoy te acalambro'”.
Seguidamente cuenta que cuando llegó el momento de su interrogatorio, “(el fiscal) comenzó a rafaguearme con preguntas inquisitorias. Como iba bien preparado emocionalmente, siempre tenía una respuesta, tuve una respuesta a todo lo que él me decía y recuerdo que al final eso lo irritó y se enojó”.
El fotorreportero rememora que el inquisidor del régimen le dijo que ha seguido muy de cerca su trabajo, “he visto tus fotos de los años 80” refiere que le indicó.
Luego sacó de la gaveta del escritorio una cantidad de fotografías impresas que Navarrete había tomado durante las protestas de 2018, y lo increpó diciéndole: “¿Qué pasó con esto?, a lo que él respondió: “Yo solo hago mi trabajo; cumplo con eso, con informar, con escribir la historia”.
El Fiscal de la dictadura ripostó: "Esto no. Esto no puede ser. Esto lesiona, hiere al Estado de Nicaragua. Esto habla mal del gobierno, del presidente."
Navarrete confiesa que aquella patética y rastrera actuación del fiscal, le hizo esbozar una sonrisa nerviosa, “yo estaba muy concentrado, pero esa risa fue como de ira, de cólera, y a la vez de impotencia (…) obviamente entendí el mensaje, de hecho, yo ya sabía que cuando saliera de la Fiscalía iba a tener que cerrar mi página web con todo el dolor de mi alma”.
Sobre las preguntas relacionadas a la Fundación Violeta Barrios, Navarrete le reiteró al Fiscal que él solo hacia su trabajo. “Trató de sacarme información, pero le digo, todo eso está debidamente auditado; he dado capacitación a la Fundación Chamorro en talleres de fotografía. Igualmente he recibido capacitación con ellos y todo eso está debidamente registrado. Yo no considero ningún delito ni de lavado ni de peculado, ni lo que usted le quiera poner. Nunca me deje intimidar” subraya.
El fotorreportero asegura que está orgulloso del trabajo ejercido por él y por todos sus colegas durante las protestas, porque es un trabajo que ha retratado la represión de la dictadura.
Afirma que todo ese trabajo acumulado, junto a iniciativas como el conversatorio desarrollado para compartir testimonios, será valiosísimo en algunos años, “porque no solo le estamos dejando un legado a los futuros colegas, sino también a la historia de Nicaragua”.
Cree firmemente que “nunca jamás en la historia de las dictaduras de Nicaragua el periodismo ha estado tan consolidado, tan valiente y tan fuerte, no nos hemos dejado vencer, y no nos daremos por vencidos.”
Finalmente recordó una golpiza de la que fue víctima mientras le daba cobertura a una de las protestas, “cuando me golpearon, me dieron una paliza, me levanté y seguí haciendo fotografías, y voy a seguir haciendo mi trabajo fotoperiodístico hasta que Dios me lo permita y el cuerpo aguante” concluyó.
Por su parte el periodista Yelsin Espinoza, remarcó que luego de varios años y a partir de reflexiones como estas, concluye que fue un privilegio haber sido testigo de aquel infame teatro jurídico, porque “pese a que nos golpearon, nos patearon, nos insultaron, nos ofendieron como quisieron, el periodismo nicaragüense logró en medio de todas estas situaciones ponerse una capa muy sólida que fue impenetrable hasta para el mismo régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo”.