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Productoras que "no piden cacao", lo cosechan

Duyerling Ríos / Onda Local | 30 Jun 2020

Productoras que "no piden cacao", lo cosechan

Felícita Soza, campesina y productora de cacao, vive en la comunidad San Ignacio de Paiwas, municipio de Río Blanco. Está organizada en la Cooperativa de Mujeres Productoras de Río Blanco, COMPRIO. Nos invita a conocer su parcela El Naranjo, le llama así por la cantidad de árboles frutales que tiene sembrado en una manzana de tierra. Corta dos cacaos maduros y nos los enseña “así de grande son los frutos”, expresa orgullosa de la producción que ha logrado obtener.

Hace cuatro años, Felícita fue beneficiada con productos para sembrar cacao. Una planta de cacao le produce cuarenta mazorcas, en sus cálculos corta entre 200 y 300 libras de cacao cada veintidós días. Tiene dos años de venderderlo en baba, así le llama al grano recién extraido de la mazorca.

María Elba prefiere mantener parte de su cacao tostado. Fotografía Duyerling Ríos / Onda Local.

Lo que no logra vender, lo ocupa para hacer pinolillo y cajetas. “Es una ayuda para toda la familia. Es cierto que hay que trabajar e invertir, pero después es un beneficio”, dice.

Saca una pana con cacao tostado y lo revuelve. “Lo manejo tostado porque de pronto se me ofrece hacer un pinol para un fresco de arroz con cacao ya no lo tuesto. Esto es rico, el que no le gusta no sabe de lo rico”, dice entre risas, María Elba Alvarado, vecina de Felícita en la Comunidad de San Ignacio de Paiwas.

Las tres manzanas de cacao de María Elba le comenzaron a dar resultados. “He hecho unos buenos centavos con el cacao, ya he vendido pues”. Entre la plática, los hijos de María Elba se quejan que no logran sacarla de la huerta, en referencia a que sus más de sesenta años y el tiempo que le dedica al cuido de su cacao.

En esta época del año, las lluvias son constante y copiosas en Río Blanco. Ángela Gómez de 67 años pide la esperemos unos minutos mientras saca sus botas de hule que dejó en una huerta en la salida del pueblo, son indispensables para aguantar la caminata de hora y media para llegar a las faldas del Cerro Musún, donde ha destinado siete manzanas de su finca al cultivo del cacao.

Ángela Gómez cultiva cacao en su finca, ubicada en las faldas del cerro Musún. Fotografía: Duyerling Ríos / Onda Local.

“Vivo enamorada del cacao, en octubre y septiembre son las mejores cosechas, pero en abril y marzo ahí vive dando el cacao, aunque sea poco”, explica. A una manzana de cacao, bien cuidada, le saca unos 35 quintales de cacao en baba, aunque reconoce que con los pocos recursos que trabaja tiene que hacer más esfuerzo para mantener la cosecha.  

Ángela no usa productos químicos en la producción de cacao. “Todo es orgánico, el cacao lo pusimos entre chagüite, plátanos, naranjas, limones, mandarinas, peras, mamones, aguacates; para reforestar el lugar, porque eso sostiene el terreno y evita por lo menos los deslaves y protegemos el agua”, además de diversificar su finca.

El tipo de cacao que producen es de la variedad Trinitario, un grano fácil de cultivar, resistente a las enfermedades. La producción la venden a la cooperativa cacaotera La Campesina, a nueve córdobas la libra.

Cultivo de Cacao. Fotografía: Duyerling Ríos / Onda Local.

Ángela se ha informado de los derivados del cacao, pero lamenta no tener los recursos suficientes para experimentar en los subproductos. El desarrollo de la cadena de valor es un reto pendiente. “Hemos visto que del cacao hacen hasta pomada, lo podemos hacer, pero no tenemos fondos para comprar ni una máquina”.

Pero lo más importante para estas productoras es asegurar la tierra, nada sería posible sin sus tierras, eso lo tiene claro Migdalia Rosalia Urbina Castro, las 20 manzanas de tierra que posee son producto del esfuerzo de toda su vida. “Lo importante es tener la tierra, sin la tierra uno va quiere sembrar algo, yo dije, voy a luchar, voy a sembrar el cacao, conseguí semillas, compuse la tierra y todo”.

Las ardillas persiguen el cacao, para Migdalia son como una plaga, por lo que ha implantado varias técnicas para ahuyentarlas, lo cual lo ha aprendido en las capacitaciones en las que se ha involucrado, “los árboles frutales alrededor del cacao como mango, aguacate, son precisamente para que los animales y la ardilla no se coman esa fruta”.

Para Adilia Vega, productora y presidenta de la COMPRIO, es un logro que de las 48 socia que integran la cooperativa 16 se dediquen al cultivo del Cacao y otras quince trabajen en alianzas. Desde la COMPRIO han desarrollado un proceso de empoderamiento económico con las socias. “Para que podamos tener voz y voto, que se vea el trabajo que la mujer hace en la parte productiva”.

En el sistema machista en el que viven las mujeres, la violencia económica está presente, por eso, la COMPRIO fomenta la generación de ingresos propios entre las socias. “Todo el tiempo la mujer tiene que pedir para el arroz, para la sal, para todo, viendo toda esa realidad la Cooperativa empezó a formular sus propios proyectos”.

Una mujer informada, es una mujer empoderada, capaz de salir adelante, capaz de defender sus derechos, agrega Dora Celia Lumbí, abogada y asesora legal de la Casa de la Mujer de Río Blanco. Lumbí cuenta que una parte importante del proceso que desarrollan son las capacitaciones a las cooperativistas en planes de negocios. “Lo que pasa es que todavía no te lo reconocen, porque siempre han creído que somos mujeres incapaces y hay gente que se sorprenden cuando nos miran organizadas y produciendo”.

María del Rosario Alarcón Sánchez, recuerda que antes no salía de una cocina, apenas terminó el sexto grado, pero ahora es parte del concejo directivo de la COMPRIO y estudia planes de negocios y elaboración de proyectos. “He entendido que la vida es una escuela y se estudia diario”.

Socias de la Cooperativa de Mujeres Productoras de Río Blanco, COMPRIO. Fotografía: Duyerling Ríos / Onda Local.

Hace memoria y recuerda que su historia y de las otras mujeres de la zona se remonta a 1985, cuando iniciaron como un consejo de producción hasta el nacimiento de la cooperativa el 12 de febrero de 1992.

Ahora con 28 años de ser cooperativistas, siguen luchando por tierra propia. El patio de su casa también es su parcela. Logra sembrar arroz, maíz y frijoles, pero en tierra alquilada, 1,500 córdoba cuesta el alquiler de una manzana de tierra en esta zona del país.

Hace diez años, en 2010 se aprobó la Ley Creadora de Fondo para Compra de Tierras con Equidad de Género para Mujeres Rurales, Ley 717, precisamente para beneficiar a mujeres como maría y miles en el país, pero las mujeres siguen esperando que el Estado de Nicaragua cumpla y destine fondos para su aplicación.

María no se queda de brazos cruzados, ahora es la encargada del monitoreo y testigo de los resultados que han logrado las productoras de cacao para sus vidas, sus familias y el municipio. También trabajan para cambiar esa mentalidad del ganado que impera en este municipio. “Porque desde que las personas compran una manzana de tierra ya están pensado en la vaca, entonces es un trabajo duro. Ahorita, son 90 manzanas que están a nombre de las socias, de las pre socias mujeres que están aliadas trabajando en nuestra cooperativa. Le queremos apostar al té de la hoja de cacao, pinolillo, tiste, los chocolates, y todo, es un rubro nuevo en la zona y tenemos que cambiar la mentalidad en la producción”.  

Seguirán apostando al empoderamiento económico y cuido del medio ambientes desde producción. “El cacao es amigable al medio ambiente, porque te da bosque”.  

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