Adaptarse para salvaguardar la vida
Estaba en Boca de Sábalos, cabecera municipal de El Castillo, Río San Juan de Nicaragua, cuando se avisó que el huracán Otto atravesaría el norte de Costa Rica y el sur de Nicaragua.
Otto tocó tierra el jueves 24 de noviembre de 2016, al medio día, en el muncipio de San Juan de Nicaragua y siguió desplazándose en dirección suroeste. La población de Boca de Sábalos mantuvo la calma, confiaba en que Otto no sería catastrófico. El Comité Municipal para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Comupred) monitoreaba y se preparaba para el impacto.
Fueron cinco horas de lluvias, con fuertes ráfagas de vientos. El estruendo de Otto se oía con cada árbol que se doblegaba a su paso. Hubo daños en más de 650 viviendas y en cables del tendido eléctrico.
Indio Maíz, una de las reservas de biósfera más importantes de Nicaragua; amortiguó el impacto de Otto. Sin esta área boscosa, los daños pudieron haber sido mayores. Por eso, es importante la conservación, protección y restauración de las reservas naturales, ya que son una barrera natural ante eventos climáticos extremos como huracanes.
Las reservas naturales, como Indio Maíz, si bien se encuentran presionadas por los efectos del cambio climático, contribuyen a su mitigación y adaptación. Por un lado, aportan a la mitigación al prevenir la pérdida del carbono presente en la vegetación y los suelos; y al capturar el dióxido de carbono. Por otro lado, aportan a la adaptación, al mantener la integridad de los ecosistemas, amortiguar el cambio del clima local y reducir los riesgos ante eventos extremos como huracanes y sequías.
La adaptación basada en ecosistemas fue uno de los temas del primer curso de Adaptación al Cambio Climático para Comunicadores, organizado por la Red de Comunicación en Cambio Climático (LatinClima) y el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), con el apoyo de la Earth Journalism Network de Internews y la Embajada de Holanda en Costa Rica.
La adaptación basada en ecosistemas, utiliza la biodiversidad como parte de una estrategia que integra el manejo sostenible, la conservación y la restauración de ecosistemas para proveer servicios que permiten a las personas adaptarse a los impactos del cambio climático. Su propósito es mantener y aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas y de las personas.
Marta Pérez de Madrid, oficial de cambio climático de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dio a conocer algunos ejemplos de adaptación basada en ecosistemas.
Los ecosistemas marino-costeros aportan a la adaptación del cambio climático, aseguró Julio Montes de Oca, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Oficina Regional para México, América Central y el Caribe (ORMACC).
Al haber pérdida de estos servicios eco-sistémicos, agregó Montes, se provoca una menor posibilidad de recuperarse ante el impacto de un evento extremo, lo cual implica reducir la resiliencia; es decir, la posibilidad de reponerse a los impactos de eventos climáticos. “Al perder servicios eco-sistémicos, tenemos menos capacidad adaptativa”.
Para Montes, la pérdida de servicios eco-sistémicos está relacionada con el desarrollo costero sin planificación adecuada, el incumplimiento de medidas de regulación de ordenamiento territorial, sobreexplotación de recursos pesqueros y malas prácticas agrícolas.
El caribe sur nicaragüense cuenta con importantes servicios eco-sistemícos. Uno de ellos son los bosques de manglar ubicados en en el municipio de Bluefields. Conscientes de su importancia, la población de El Bluff, isla ubicada en la bahía de Bluefields, ha decidido proteger y reforestar los manglares, como parte de las acciones del proyecto “Ciudadanía preparada ante el cambio climático”, del Programa de Gobernabilidad Local de USAID, implementado por Global Communities.
"Los manglares son ecosistemas importantísimos por varias razónes, son cobertores de la vida en varios sentidos (...) a la hora de que viene un huracán, su fuerza se retiene en el manglar y pierde fuerza", dijo Ericka Aldana.
Los manglares son uno de los ecosistemas más amenazados por las actividades humanas; en la comunidad de El Bluff los daños a esta especie es muy marcada, debido al corte de las diferentes especies de mangles que son utilizados para construcción, leña y elaboración de nasas para pesca, explicó Ericka Aldana, durante un recorrido realizao con periodistas.
"Los manglares sirven como barrera rompe viento, son también fuente de alimentos para especies marinas, ayudan a la filtración de agua y favorecen el desarrollo y la protección de la diversidad de especies que habitan en estas zonas", señala la investigación.
En una primera etapa, se ha reforestado un área de más de 9 mil 300 metros cuadrados, con más de 4 mil 650 plantas de mangle rojo en la zona costera de El Bluff, con el objetivo de contribuir a la restauración y a la conservación del ecosistema de manglares en la zona costera del municipio de Bluefields, señala el documento.
El diagnóstico socio-ambiental acerca de la situación de los manglares, identificó las especies de mayor extracción o aprovechamiento, sus usos, sitios de mayor extracción, y las períodos de floración de las especies.
De acuerdo con las investigaciones, las principales especies de mangle de la zona son: el rojo (Rhizophora mangle) y el blanco (Laguncularia racemosa).
La investigación, también identificó que el mangle rojo, además de ser la especie más abundante, es la más utilizada por la población del municipio de Bluefields, siendo sus principales usos la construcción de viviendas, nasas para pesca, cercos, entre otras.
Para la reforestación se están utilizando las cuatro especies existentes en las zonas seleccionadas: mangle rojo (Rhizophora mangle), mangle negro (Avicennia germinans), mangle blanco (Laguncularia racemosa) y botoncillo (Conocarpus erectus).
"Estamos en medio de un bosque de manglar, uno de los bosques mejor conservados, en su estado natural. No es común ver árboles tan gruesos, tan altos y tan frondosos. Es realmente uno de los pocos reductos de manglares naturales que tenemos sin interveción de las personas", explicó Ericka Aldana.
El municipio de Bluefields, por estar en zona costera, está más expluesto a los efectos del cambio climático. De hecho, la población dice que el cambio climático es real y se manifiesta en la variabilidad climática: inundaciones, sequías, aumeto de temperatura, escasez de agua y en las repercusiones a la seguridad y soberanía alimentaria; y por ende, en la calidad de vida.
Los barrios 19 de Julio y Loma Fresca, igual que El Bluff, son parte del proyecto "Ciudadanía preparada ante el cambio climático". Fueron sleccionados por su nivel de vulnerabilidad y por la organización que han logrado sostener. Estos barrios, han elaborado su plan local de adpatación al cambio climático.
Ante el cambio del clima, no queda otro camino que la adaptación, expresaron habitantes de los barrios 19 de Julio y Loma Fresca, por ello, se han puesto manos a la obra. Desde ya, se preparan para ser más resilientes ante el cambio climático, desarrollando acciones para sobreponerse ante posibles impactos de eventos climáticos extremos como huracanes, maremotos y sequías.
Rafaela López, del barrio 19 de Julio, afirmó que la clave del éxito para la creación de los Planes Comunitarios de Adaptación al Cambio Climático, ha sido el trabajo organizativo. "Un barrio que no está organizado, tiende a ir siempre al fracaso. El éxito de todo desarrollo es la organización, no es difícil, sólo es tener la voluntad y las ganas de trabajar por la comunidad, por el bienestar de las personas sin esperar nada a cambio". Pero, Rafaela y su barrio, ya han logrado mucho, estár mejor preparadas ante los efectos del cambio climático.