De proteger las cuencas de Nicaragua depende que tengamos agua en el futuro, asegura experto
- 29 Ago 2022
- 1:45 p.m.
La sobreexplotación de los acuíferos subterráneos y la destrucción de los bosques de las cuencas provocarán un desbalance hídrico y eso se va a reflejar en la disminución del nivel de los lagos y vamos a llegar a un punto sin retorno en donde la pérdida de agua va a ser mucho mayor que la recepción de lluvia, afirma el especialista en geología Eduardo Mayorga.
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¿De qué depende que nuestros hijos e hijas tengan agua suficiente para vivir bien? Eso dependerá de cómo se maneje los recursos hídricos y los bosques de las cuencas en Nicaragua, afirma Eduardo Mayorga, geólogo. Señala que la forma en que se está administrando las cuencas estaría creando un desbalance hídrico que nos llevaría a la escasez de agua.
Pero para entender por qué debemos darle la importancia que se merece a las cuencas, hay que saber qué son.
Una cuenca hidrográfica es una depresión o cavidad en el cual el agua de lluvia cae y escurre a afluentes pequeños y estos a su vez caen en afluentes más grandes, ríos o cauces, que transportan el agua de lluvia hacia el mar o un océano, explica Mayorga.
También hay cuencas que transportan el agua de lluvia a lagos. Un porcentaje del agua que recogen las cuencas se infiltra en el subsuelo y crean los reservorios de aguas subterráneas.
Nicaragua está dividida en cuencas, y la más grande es la cuenca del Río San Juan. Esta abarcaría gran parte de la región del Pacífico y una parte de la región Central. Los grandes lagos de Nicaragua, Xolotlán, Cocibolca y el río San Juan, forman parte de esta cuenca. Estas cuencas grandes están conformadas por microcuencas, asegura el geólogo.
El manejo de las cuencas
“Urge que se hagan planes de manejo de cuencas y principalmente que se cumplan. La producción de agua superficial y subterránea depende del manejo de las cuencas”, señala el especialista.
Mayorga explica que las cuencas se dividen en cuenca alta, media y baja. La parte alta es donde la pendiente es más fuerte y donde el agua que cae se escurre rápidamente. En la parte media la pendiente se hace más suave y el agua se empieza a infiltrar. En la parte baja es donde se infiltra la mayor cantidad de agua al subsuelo.
“Una cuenca que tenga poca vegetación va a producir una gran escorrentía o corriente que erosiona el suelo y no permite que se infiltre agua”. Un ejemplo para graficar esta explicación es lo que ocurre en la capital. Managua se ubica en la parte baja de la Cuenca Sur de Managua. Cuando llueve en la parte alta y media de esta cuenca, los barrios que están en la parte más baja sufren inundaciones.
La Sierritas y El Crucero están ubicados en la parte alta de la Cuenca Sur. El Crucero es un parte agua, es decir que cuando llueve en este municipio, una parte del agua de las lluvias las arroja hacia la cuenca del lago de Managua y otra hacia la cuenca del océano Pacífico.
“Antes había bastante fincas cafetales bajo sombra de árboles primarios muy antiguos y tupidos. Hoy en día todo ese bosque ha venido desapareciendo”, comenta el experto.
Mayorga sostiene que cada vez que cortamos más la vegetación, las gotas de lluvias que caen y pegan en las hojas y ramas se dividía esa gota en gotas más pequeñas y al final lo que cae en el suelo es una llovizna y esa llovizna cae en un colchón de hojas caídas. Eso evita que el suelo se erosiona y que el agua se infiltre mejor.
“Todo eso se ha venido quitando y el suelo queda expuesto a la erosión, el agua escurre más rápido y pierde capacidad de infiltración”.
El experto explica que hay un límite natural para hacer uso de la cuenca, y es el de los 400 metros por encima del nivel del mar. “Ponemos en un riesgo el manejo de la cuenca si se hacen actividades a esa altura de la cuenca”, señala.
En el caso de la Cuenca Sur del lago de Managua, afirma que todavía hay tiempo de poder hacer un buen manejo. Uno de los grandes y conocidos problemas son las empresas que construyen casas en la parte media de esta cuenca.
Todas las cuencas en Nicaragua tienen problemas de manejo
“No se puede permitir edificaciones de alta densidad”, asegura Mayorga. Otro de los problemas son las actividades ganaderas y de agricultura que se realizan en las partes altas y media de las cuencas. “No se puede permitir actividades agropecuarias y lo están haciendo, desde que se permitieron, los cuerpos de agua se han reducido y ha aumentado la contaminación”.
Toda el agua subterránea que tomamos en Nicaragua fue recogida hace miles de años por las cuencas. El lago de Managua y el lago Cocibolca existen gracias a la gran cuenca del río San Juan.
Las características geológicas de Nicaragua la dotan de varias cuencas lo que le ha permitido ser un país con mucha agua. Pero ¿hasta cuándo disfrutaremos de eso? La sobreexplotación de los acuíferos subterráneos y la destrucción de los bosques de la cuenca provocarán un desbalance hídrico y eso se va a reflejar en la disminución del nivel de los lagos y vamos a llegar a un punto sin retorno en donde la pérdida de agua va a ser mucho mayor que la recepción de lluvia, afirma Mayorga.
Advertencia
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió en 2021 que “las inundaciones, las sequías y otras catástrofes relacionadas con el agua están aumentando a causa del cambio climático y, dado el crecimiento demográfico y la disminución de la disponibilidad de ese recurso en muchos lugares”.
La OMM calcula que al menos 3,600 millones no tienen un acceso adecuado a agua y prevé que para 2050 esa cifra supere los 5000 millones. “El agua superficial, en el subsuelo y en los polos ha decrecido un centímetro anualmente durante los últimos veinte años y la situación empeora, sólo el 0,5% de esa agua es dulce utilizable”, asegura la organización.
Durante el Foro Mundial por el Agua, realizado en marzo de 2022, Naciones Unidas señaló que el agua subterránea representa el 99% del agua dulce disponible para el consumo humano.
Ante la contaminación de las aguas superficiales en los ríos, lagos y lagunas, el agua debajo del suelo es la única alternativa para abastecer de agua a la población. Sin embargo, los países deben comprometerse a gestionar mejor este recurso.
“Actualmente, las aguas subterráneas aportan la mitad del volumen de agua extraída para uso doméstico por la población mundial y alrededor del 25% de la extraída para el riego, con las que se irriga el 38% de todas las tierras de regadío del planeta”, según datos de Naciones Unidas.
“No obstante su importancia y potencial, este recurso natural no se comprende lo suficiente y se subestima, se contamina, se gestiona mal y se sobreexplota”, advierte la organización.