Femicida con antecedentes de asesinato, se quitó la vida para escapar de la justicia

En la comunidad La Joya, del municipio de Teustepe en Boaco, el pasado domingo fue encontrado el cuerpo sin vida de Ramiro José Urbina Reyes, de 38 años de edad. Este hombre era buscado por la policía del régimen orteguista por cometer femicidio en contra de su pareja Liseth Suárez Orozco de 34 años. Urbina injirió pastillas utilizadas para curar frijoles, lo que posteriormente le causó la muerte.

El femicidio contra Liseth ocurrió la mañana del pasado sábado 29 de octubre, en su casa de habitación, ubicada en Villa Reconciliación Norte, Managua. Su hijo de 15 años tuvo que utilizar la fuerza para ingresar a la vivienda y encontrar el cuerpo de su madre.

En 2021, Liseth lamentó la muerte de su mamá, sin saber que diez meses más tarde su pareja le quitaría la vida.

Liseth era una mujer muy “resiliente, trabajadora y fuerte”, así la describen sus contactos en sus redes sociales, quienes además señalaron que había llevado una vida bastante sufrida. “Descansa en paz Liseth Dios hará justicia…vuela alto amiga, ya descansá, nosotras tus allegadas sabemos que sufriste en esta vida. Dios te de descanso y paz...y cárcel para el asesino", dice uno de los comentarios en su cuenta de Facebook.

Suarez Orozco se ganaba la vida vendiendo retazos de telas en los distintos mercados en la capital nicaragüense, Managua. Con su actividad Liseth mantenía a sus dos hijos (15 y 19 años, respectivamente) y a su pequeña de apenas año y medio, quienes han quedado en la orfandad.

Tenía antecedentes

Ramiro Urbina ya tenía antecedentes de asesinato y a sus dos víctimas les quitó la vida utilizando un machete. En el 2007 fue acusado de matar al comerciante Teodoro Miranda García, en el municipio de Nueva Guinea. Urbina fue condenado a 15 años de prisión, pero en abril del 2019, con 12 años en prisión, fue puesto en libertad bajo el argumento de “buen comportamiento”.  

Para el grupo Venancia, la situación de las mujeres en Nicaragua es una emergencia nacional que requiere de acciones, ya que este femicidio se hubiese evitado si no hubieran liberado a Urbina. “Lo hemos dicho hasta el cansancio: liberar agresores de delitos graves solo pone en peligro a las personas”.

La agrupación defensora y promotora de los derechos de las mujeres señalaron que este patrón ya se había visto antes, donde un femicida mata y luego se suicida, para no enfrentar la justicia o la sanción social.

Generalmente, en estos casos la necesidad de controlar a las mujeres es tanta, que llega un momento en que el agresor, la única posibilidad de tener el máximo control es “asesinándola” afirma el Grupo Venancia.

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