Desapariciones de niñas y adolescentes en Nicaragua es alarmante
- 25 Nov 2022
- 6:15 p.m.
Los casos son tan diversos como sus desenlaces. No todas las adolescentes reportadas como desaparecida logran regresar sanas a sus hogares. • Foto: Onda Local
Zachary Mayorga Luna de 16 años salió de su casa ubicada en el municipio de Chichigalpa el pasado lunes 21 de noviembre para participar en una actividad cristiana en Managua.
De acuerdo al testimonio de sus familiares, la adolescente se habría puesto en contacto con un grupo juvenil cristiano y habría sido invitada para participar de un evento.
Sin embargo hasta la fecha se desconoce su paradero. Así lo dio a conocer su angustiada familia a través de las redes sociales.
La desaparición de Zachary es una de las más recientes de una ola de desapariciones de mujeres, principalmente niñas, adolescentes y jóvenes que no deja de crecer en Nicaragua. Cada vez son más frecuentes los reportes de mujeres desaparecidas en el país. Las redes sociales se han convertido en uno de los principales canales de reporte de estas desapariciones. Casi a diario se reportan casos en las plataformas digitales. Aunque no se tienen registros oficiales, grupos de defensoras de las mujeres han alertado sobre el aumento de casos de mujeres reportadas como desaparecidas.
Los casos son tan diversos como sus desenlaces. No todas las adolescentes reportadas como desaparecida logran regresar sanas a sus hogares.
El viernes 8 de octubre del 2021, la adolescente Marelyng Espinoza Rivera, de 15 años de edad, desapareció sin dejar rastro. Marelyng no llegó a su casa luego de salir del Instituto Francisco Espinoza en Estelí, donde cursaba el primer año de secundaria. Sin embargo 24 horas después fue encontrada en el municipio de Siuna, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte.
Britney Olivas Herrera no corrió con la misma suerte. La mañana del 10 de marzo de este año ella salió de su casa en Jinotega rumbo a la ciudad de Estelí, pero nunca llegó a su destino. Britney desapareció en el trayecto. Dos días después, la noche del 12 de marzo, su cuerpo fue encontrado a orillas de la carretera que va del municipio de La Concordia hacia Estelí. Britney fue víctima de femicidio. Fue asesinada por su novio.
Tras cada niña, adolescente o joven desaparecida hay una historia diferente, pero todas con factores comunes: la angustia de sus familiares, la incertidumbre por su suerte y una mezcla de sentimientos que se debaten entre la esperanza por que regresen sanas y salvas, y la horrible e indeseable posibilidad de un desenlace fatal como ocurrió con Britney.
De acuerdo a organizaciones y movimientos feministas que monitorean los casos de desapariciones de mujeres, entre las principales causas destacan: las niñas y adolescentes que huyen del maltrato recibido por parte de sus padres o en su entorno familiar, adolescentes que son raptadas por sus novios o por hombres mayores que las seducen, otras son secuestradas para la explotación sexual comercial y la trata de personas. Lamentablemente también cada año se convierten en títulos noticiosos, los casos adolescentes y jóvenes que luego de ser reportadas como desaparecidas, fueron mancilladas y asesinadas.
A finales del 2021, la Red de Mujeres contra la Violencia reportó que entre enero y diciembre al menos 71 niñas y adolescentes fueron reportadas como desaparecidas. Sin embargo la misma Red advirtió que existe un subregistro en los datos porque no todos los casos salen a luz pública.
Mujeres sin protección efectiva por parte del Estado
De acuerdo a una promotora de la prevención de la violencia contra las mujeres, que solicitó el anonimato, el fenómeno de las desapariciones de personas en Nicaragua es cada día más alarmante dado que cada semana se reportan nuevos casos.
La activista refirió que las instituciones del Estado cuya misión es velar por la seguridad, protección y garantía de los derechos las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres en general, no están desempeñando el rol deseado dado el contexto que vive el país, porque “el gobierno ha priorizado en todas las instituciones el control del poder por sobre la labor protectora que le corresponde hacía los segmentos de población más vulnerables”.
La fuente opinó también que el cierre de las organizaciones y movimientos de mujeres que trabajaban en la prevención de la violencia, es otra agresión por parte del Estado, porque se reducen los espacios de denuncia. “En este sentido el estado no hace ni deja hacer” aseguró.
Por otro lado está la falta de acceso a la justicia, pues si bien existen leyes como la Ley 779 o Ley Integral contra la violencia hacia las mujeres, y la Ley 896 o Ley contra la trata de personas, entre otros instrumentos jurídicos como el Código Procesal Penal respecto a los delitos vinculados al tema de la violencia de género, hay un resquebrajamiento en el sistema de justicia que no permite que las mujeres y la población en general accedan de manera legitima a una resolución efectiva de los casos que denuncian.
De acuerdo al anuario del Departamento de Estadísticas del Instituto de Medicina Legal, en 2021 esa institución realizó la peritación de 4,803 casos de violencia sexual. Si bien estos casos engloban las diferentes circunstancias en que ocurren, la violencia sexual muchas veces está estrechamente ligada a los casos de niñas y adolescentes desaparecidas.
En algunos casos pasan los años sin saber que ocurrió con ellas. Solo queda los vestigios de una esperanza marchita que se resiste a desvanecerse totalmente, con la idea de que algún día aparecerán.