Reservas privadas intentan resguardar lo último del bosque seco de Nicaragua

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Tapires que fueron liberados en 2021 en la reserva privada Cervantes. • Foto: Marena

En los últimos 50 años los recursos forestales de Nicaragua han sido objeto de un proceso de deforestación y degradación acelerado, perdiéndose un promedio anual de 70 mil hectáreas, eso equivale a la pérdida del 50% de la cobertura forestal existente en el país, afirma el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) en un informe sobre las causas de la deforestación en el país, publicado en 2019.

De tal manera, calculan que actualmente, el 30% del territorio nacional está cubierto de bosques naturales.

En cambio, en la Costa Caribe Norte y Sur, la destrucción del bosque es rápida. Informes de organizaciones ambientales y gobiernos territoriales indígenas y afrodescendientes, han mostrado pruebas de está deforestación acelerada.

Gran porcentaje de estos bosques se han perdido en la zona del Pacífico de Nicaragua, en donde, según expertos, queda solo el 1% del bosque tropical seco. Sin embargo, es en esta zona hay reservas privadas que intentan resguardar los últimos bosques secos del Pacífico.

En varias de estas reservas privadas, sus propietarios han apostado por el turismo y la agroecología para tratar de mantenerlas.

Arturo Cano es el propietario de la finca San Cristóbal de Las Rojas, ubicada en el municipio de Telica, departamento de León. Las Rojas es una finca agroecológica donde se siembra café.

Cano explica que la finca está a 720 metros sobre el nivel del mar y mide 300 hectáreas de las cuales 40 son de bosque tropical seco que casi no ha sido intervenido. “Estamos tratando de detener el deterioro del bosque y aumentar el área boscosa a través de la restauración natural”, afirma.

Cano asegura que la reserva tiene una gran variedad de flora como guanacastes blanco y negro, cedro real, caoba, pochote, laurel del pacífico; hay árboles cuyas frutas mantienen con vida a pájaros y otras especies de animales.

La finca está ubicada entre los volcanes San Cristóbal y el Chonco, tiene mucha importancia en la zona, ya que es un área de recarga hídrica, donde el agua de lluvia se infiltra en el subsuelo, explica Cano.

“En un lugar con una fauna muy variada", afirma, a pesar que las personas cazadoras provocan gran daño a las especies de animales.

“Hay pizotes, cuyusas, ardillas, en algunas partes del volcán hay monos, se ha logrado observar por cámaras trampas, un tigrillo hembra y su cría. También hay osos hormigueros”, destaca.

Vista del volcán San Cristóbal desde la finca Las Rojas. Foto: Finca Las Rojas. 

Turismo ayuda a sostener conservación

El turismo ayuda a sostener los proyectos de conservación, afirma Cano. Considera que el turismo se está recuperando y se ha notado en la cantidad de visitantes en la finca.

“Los turistas buscan escalar la montaña más alta de Nicaragua, el volcán San Cristóbal. Sin embargo, hay turistas que quieren observar aves”, asegura Cano.

Señala que el compromiso y tradición familiar de conservar el bosque sobre las faldas del volcán San Cristóbal, lo llevó a intentar con el turismo de naturaleza para mantener la finca.

“No lo veo como un negocio, sino como un compromiso. Siento paz y serenidad de saber que las futuras generaciones algún día lo van a agradecer y conocer”.

Los principales problemas ambientales de la zona son la deforestación y la caza de animales, señala Cano. “La depredación del bosque se da en dos vías, los cazadores y deforestadores. Ellos cazan a la vista de todo mundo. Una vez encontramos un árbol donde habían matado a ochos pizotes, solo por el placer de matarlos, porque no se comen. Igual matan venados y otras especies. Además, hacen quemas, para después salir por el bosque con árboles cortados”, afirma.

“Nadie hace algo para detener esta sangre que se le saca al bosque”, puntualizó.

Islas rodeadas de deforestación

A medida que algunas actividades económicas como la agricultura se expanden, el bosque retrocede, señalan las organizaciones ambientales. 

La Wisconsin es una finca agroecológica de cuatro manzanas. Es una reserva privada. Está ubicada en la comunidad Guisquiliapa del municipio de Jinotepe. Alrededor de la finca hay mucha deforestación, señala Mario Salomón Reyes, el propietario.

Actividad recreativa en la finca La Wisconsi: Foto: Finca La Wisconsi. 

“No estamos quedando como en una isla. La mayor parte de los vecinos se dedican a la agricultura y las áreas alrededor de la finca son bastante áridas”, comenta.

Reyes afirma que adquirió la finca hace tres años. La propiedad posee un bosque en regeneración de 25 años de descanso. Eso quiere decir, que no ha sido utilizado para actividades humanas, como la agricultura. “Apostamos en manejarla agroecológicamente con el objetivo de hacer turismo rural”.

Reyes explica que la finca tiene un bosque secundario que ha crecido de forma natural.  Además, la finca está diversificada con plantaciones de café y cacao.

En la finca hay especies de árboles que están desapareciendo en la zona. “Tenemos árboles de más de 100 años. Hay jenízaros, pochotes, guácimo molenillo, el ñambar”, detalla.

Algunas especies de animales que habitan esta reserva son los perezosos y monos congo, además de una gran cantidad de aves.

A pesar de las dificultades de administrar una finca agroecológica, siente que el proyecto está funcionando. “No es muy rentable, pero no has ayudado a mantener la finca. Siento que no apostamos mal y vamos por buen camino, pero hay que tener paciencia”, destaca. 

Así como las fincas Las Rojas y la Wisconsi, hay otras reservas privadas que resguardan importantes parches de bosques secos en el Pacífico de Nicaragua.

La reserva Cervantes, ubicada en el municipio de El Viejo, departamento de Chinandega, es uno de los lugares en donde se han liberado a tapires que antes estaban en cautiverio.

La reserva ecológica El Bajo, en el municipio del Crucero, departamento de Managua, contiene una importante variedad de flora. Por su altura, 900 metros sobre el nivel del mar, hay especies de plantas que no se encuentran en otras zonas del Pacífico. De igual manera, es un santuario de fauna. En el Bajo hay registros con cámaras trampa de tigrillos y yaguarundis, dos felinos raros en esta región.

En 2022, la administración de la reserva El Bajo desapareció debido al cierre de la Fundación Apapachoa, organización que administraba los proyectos de conservación, educación ambiental e investigación.

La reserva silvestre Concepción de María, está ubicada en el municipio de Dolores, departamento de Carazo. Está rodeada de las ciudades de Jinotepe y Diriamba. Pero tiene una importante cantidad de árboles. En ella se realizan monitoreos de aves migratorias y en 2020, fue capturado un colibrí anillado que viajó desde el sur de Estados Unidos, hasta dicha reserva.

La finca Monobayo está ubicada en el municipio de Cárdenas, departamento de Rivas, al sur de Nicaragua. Aquí se ha reportado la aparición de un puma, uno de los grandes felinos de América, además de otras raras especies como osos hormigueros, serpientes de terciopelo, entre otras.

Monobayo tiene una parte de bosque seco en regeneración y en otra zona un bosque con árboles centenarios. Un río de aguas cristalinas cruza dicha reserva.

El Marena afirma que las principales causas de deforestación y degradación ambiental son la ganadería extensiva y la agricultura. De igual manera, la tala ilegal y el uso no sostenible del bosque. Advierte que esto reduce la posibilidad de adaptación de la población ante los escenarios del cambio climático.

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