El déficit de vivienda no ha menguado en Nicaragua

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Un asentamiento desplaza el bosque en la zona sur de Managua • Foto: Güegüense

En el 2022, el déficit de viviendas en Nicaragua era de más de 957 mil, según el Instituto Nicaragüense de la Vivienda Urbana y Rural (Invur).

El acceso a una vivienda digna sigue siendo un problema en Nicaragua. Un ingeniero civil y experto en tema de hábitat, bajo condición de anonimato por la represión que se vive en Nicaragua, afirmó que difícilmente el déficit haya bajado en poco tiempo, por diversos factores. 

El primer factor que limita el acceso a una vivienda es el precio. “Una casa en una urbanización, la más económica, cuesta más de 20 mil dólares, con cuotas mensuales superiores a los 200 dólares al mes. La mayoría de las familias que no tienen casa propia son de recursos limitados”, señaló el especialista. 

Según datos de uno de los bancos que ofrece financiamiento para vivienda, los proyectos más accesibles tienen un costo de 213 dólares mensuales. 

En cambio, en los proyectos de vivienda de la dictadura nicaragüense, las cuotas mensuales van desde los 105 dólares hasta los 300. 

El especialista considera que otro factor que mantiene el déficit de casas son los pocos proyectos de vivienda sociales. 

Hasta ahora, la dictadura tiene seis proyectos de vivienda social: Flor de Pino, Villa Jerusalén y Camino del Río, Villa Santiago, Mirador Xolotlán y Nuevas Victorias, la mayoría ubicados en Managua. 

“Estos proyectos no dan abasto, por sus precios relativamente económicos, tienen mucha demanda. Y no todos pueden acceder a esas casas más allá del asunto económico”, señaló. 

El experto considera que otro factor que limita el acceso a viviendas es el “asunto político”. “Para nadie es un secreto que para poder acceder a una vivienda financiada por el Estado, debes demostrar que sos militante (sandinista)”. Entonces, ahí estamos hablando de dos obstáculos, el económico y político”, explicó la fuente. 

La directora del Invur, Gabriela Palacios, afirmó a un canal de televisión oficialista, en agosto de 2024, que al primer semestre de ese año, han construido 4,836 viviendas de 7,674 que tienen planificadas construir. 

La funcionaria afirmó que desde el 2007, cuando Daniel Ortega llegó a la presidencia, se han construido 140,708 viviendas, en un promedio de 8,000 al año. 

Falta de proyecto de viviendas aumenta asentamientos

A criterio del ingeniero civil y especialista en hábitat, aunque los números de Invur traten de reflejar que hay suficiente oferta de viviendas, la realidad es otra, y se observa en la cantidad de asentamientos que se forman en la ciudades de Nicaragua.

“Los asentamientos son la forma en que la población encuentra solución a la falta de vivienda propia. Alguien vende terrenos en una zona en las afueras de la ciudad y a la gente sin casa le llama la atención el precio de un solar más accesible y que puede pagar en cuotas menores a las de una casa en urbanización. Así se van formando asentamientos” , explicó. 

Los asentamientos son la forma más rápida de expansión de las ciudades, señala el especialista. Muchos de estos asentamientos no tienen las condiciones básicas para construir una casa, como acceso a agua potable, alcantarillado y energía eléctrica, destaca el especialista. 

“Acceso adecuado, nivel del terreno adecuado, árboles, cercanía a fuentes de contaminación como basureros, son otros de los aspectos que la gente muchas veces no toma en cuenta cuando compra un terreno en un asentamiento”, afirma. 

La urbanización de áreas verdes que antes eran zonas de recarga hídricas o áreas boscosas, hábitat de otros animales y plantas, es uno de los efectos negativos de los asentamientos. 

La organización Hábitat para la Humanidad asegura que la población de más bajos ingresos en Nicaragua construye sus propios barrios “sin asistencia técnica ni financiera”. 

La organización asegura que en la región del Pacífico de Nicaragua, la más poblada, uno de cada dos asentamientos no cuentan con servicio de agua potable regular, energía eléctrica legal, alcantarillado y ni alumbrado público. 

Precarias viviendas en comunidades indígenas

En el caso de algunas comunidades indígenas de la Costa Caribe Norte y Sur de Nicaragua, las viviendas pueden ser aún más precarias que en la Región Central y el Pacífico. 

La Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (Uraccan) afirma que gran parte de las familias en las comunidades indígenas de la Costa Caribe, carecen de acceso a agua potable.

De acuerdo con el mapa de cobertura de agua potable de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal), en las regiones autónomas de la Costa Caribe, la cobertura de agua potable es del 20%. 

El acceso a alcantarillado y saneamiento es escaso en las comunidades indígenas, señala el informe de Uraccan. Otro aspecto, es que hay hacinamiento ya que la casas en las comunidades son pequeñas y puede vivir hasta cinco personas. 

Las viviendas en las comunidades indígenas son hechas principalmente de madera por la disponibilidad de este recurso. Sin embargo, esto las hace vulnerables ante ciclones tropicales. 

En 2020, con el paso de los huracanes Eta e Iota en la Costa Caribe Norte, más de 100 viviendas fueron destruidas en la comunidad miskita de Haulover. 

Cifras oficiales indican que Eta e Iota, provocaron daños parciales a 58,969 viviendas, principalmente en la Costa Caribe Norte. Sin embargo, el gobierno prometió reconstruir o rehabilitar 3,500. 

Mientras la falta de viviendas continúa, la dictadura ha cancelado la personería jurídica de varias organizaciones civiles que trabajaban en proyectos habitacionales, tales como Hábitat para la Humanidad y Techo. 

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