Violeta Barrios de Chamorro: ¡Ánimo, joven!

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Violeta Barrios junto a Pedro Joaquín Chamorro en su juventud. Foto: FVBCh

Ahí estaba yo, junto a mis colegas de mil batallas Julio y Du, incrédulos todavía, con apenas 23 años, petrificado frente a una multitud de personalidades de mi país. Había sido galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Pedro Joaquín Chamorro 2008, y el peso de ese reconocimiento parecía aplastarme. Todo era abrumador: los focos, los aplausos, el eco de los nombres importantes. Y de pronto, una mano cálida tocó mi espalda. Era ella.

Violeta Barrios de Chamorro, la mujer fuerte de Nicaragua a la que solo había visto en la televisión, la esposa de Pedro Joaquín, la madre de Carlos Fernando y Cristiana, figuras claves del periodismo y libertad de prensa de mi país, quehacer que me llevó a este momento en mi vida. Y yo en un manojo de nervios que inmediatamente ella vio e intentó calmar; me dijo con una voz firme pero tierna: “Ánimo, joven”. Aquella frase no fue un simple gesto de cortesía; fue una herencia de confianza que aún llevo conmigo.

Hoy, con profunda tristeza, Nicaragua despide a una de sus hijas más ilustres. Violeta Barrios de Chamorro, expresidenta de la República y símbolo de transición democrática, ha fallecido dejando una huella indeleble en la historia del país.

Violeta Barrios no necesitaba levantar la voz para ser escuchada. En 1990, asumió la presidencia de un país herido por la guerra, con la promesa de reconciliación y paz. Se convirtió en la primera mujer en ser elegida presidenta en América Latina por voto popular y, con ello, cambió el rumbo político de Nicaragua.

Su llegada al poder no fue una victoria personal, sino un triunfo colectivo. Fue la voz de las madres, las viudas, los campesinos, los estudiantes, los periodistas. Fue símbolo de serenidad en medio del caos, de dignidad frente a los excesos del poder.

Violeta también fue guardiana de la memoria. Como viuda del mártir Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, asesinado en 1978, honró su legado no desde el odio, sino desde el compromiso con la verdad. Desde La Prensa, el periódico que ella defendió incluso en tiempos de censura, alzó la bandera de la libertad de expresión.

Ese mismo espíritu la llevó a convertirse en un símbolo respetado incluso por quienes no compartían su visión política. No buscó venganzas, buscó puentes. No se aferró al poder, lo entregó con dignidad en 1997. En Nicaragua, eso también es parte de la historia que no debe olvidarse.

En Onda Local, recordamos con mucho aprecio aquella ocasión en que recibimos de sus manos el Premio Nacional de Periodismo Pedro Joaquín Chamorro. Su presencia llenaba cualquier espacio, no por imponencia, sino por coherencia. Su vida fue una lección sobre la templanza, la justicia y la esperanza.

Hoy despedimos a Violeta Barrios de Chamorro con gratitud.

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