Resplandores de Abril VI
- 02 Nov 2018
- 12:57 p.m.
CONMOVIDOS ANTE HEROICIDAD DE PRISIONERAS POLÍTICAS
Estamos rendidos a los pies de nuestras heroicas prisioneras políticas, admirables guerreras, combativas mujeres aún en las condiciones extremas de las mazmorras de la dictadura. Nos dejan sin aliento sus atrevimientos, sus desafíos al régimen, su valentía casi sin límites, su osadía ante carceleros infames que ya les recetaron sin piedad una golpiza antológica. Ellas han hecho banderas de Nicaragua con sus toallas blancas y azules, han cantado el himno nacional, han coreado consignas patrióticas, se han pintado de rojo el pico, han logrado hacernos llegar cartas desde sus calabozos burlando el control y la vigilancia de los guardias embrutecidos. Es de esperar una nueva represión, porque lograron sacar al exterior otra carta en la que no piden nada, más bien a los que estamos afuera nos dan solidaridad, nos dan su lucha y su amor, para que tengamos ánimo y continuemos la resistencia ante el régimen. Ellas solo lamentan no haber podido dar más mientras estaban libres. ¡Qué clase de mujeres! Es conmovedor. Tengo que contener las lágrimas pero no voy a detener en nada mis sentimientos de admiración. Las adoro a estas muchachas y señoras. Son un faro de luz aunque estén encerradas en esa prisión mal llamada La Esperanza. La única esperanza es la lucha, la continuidad e intensificación de la resistencia ciudadana con diversas formas de expresión, no solo marchas, pero marcharemos muy pronto de la misma manera como muy pronto caerá el oprobioso régimen genocida. Llevaremos a cabo una fuerte campaña para una Navidad sin Prisioneras ni Prisioneros Políticos. Un abrazo fuerte para nuestras hermanas en prisión y nuestro agradecimiento a las reas y reos comunes que se solidarizan con ellas.
GOLPIZA A LAS PRISIONERAS POLÍTICAS MUESTRA BESTIALIZACIÓN DE LA DICTADURA ORTEGUISTA
La dictadura de los Ortega-Murillo ha demostrado de manera fehaciente que tiene una capacidad inagotable de brutalidad y salvajismo, una capacidad infinita para atormentar y horrorizar a la ciudadanía. Nos ha hecho saber con claridad incontrastable, que es capaz de la mayor barbarie contra el pueblo nicaragüense. La golpiza a 15 o 16 de las prisioneras políticas a manos de un contingente numeroso de carceleros que una y otra vez les dejaron ir sin piedad sus duras clavas o “amansa bolos”, hasta morateadas, heridas, hacerlas sangrar e inflamarlas y desmayarlas, fue un acto de extrema crueldad, de insensibilidad, de falta de humanismo, de bestialización de su comportamiento.
LOS MALOS
La familia Ortega/Murillo, sus allegados, sus seguidores fanatizados en los grupos de choque, policías y paramilitares, siguen siendo personas, son malas personas, personadas disminuidas y degradadas porque actúan contra la ciudadanía con saña y crueldad, les gusta hacer sufrir, no importa que sus víctimas sean madres, niñez o personas de la tercera edad, lo que quieren es infligir el mayor dolor posible, y eso los satisface, los hace sentir bien, se deleitan con el daño que causan, porque son perversos e insensibles, han perdido la capacidad de empatía con la gente y de ser solidarios y querer el bien común. Ellos son violentos e irrespetuosos, no saben de tolerancia, no saben de la otredad, porque los otros no existen en sus mentes enfermizas, no hay lugar a quienes piensan diferente, lo que consideran algo anormal, condenable, perseguible y castigable. No entienden de derechos, solo de imponer su voluntad. Quien no se incorpora al rebaño exaltado, es visto como enemigo y por tanto, como personas a las que hay que agredir, incluso matar. Esto es el orteguismo, un grupo de mafiosos sin leyes que usa la violencia para imponer sus intereses. Todos los que no los sigan, son candidatos a ser arrastrados a la prisión, a ser golpeados y torturados de manera física y sicológica; o a ser llevados a una de sus casas partidarias o un lugar desolado, para martirizarlos y asesinarlos. Para justificarse se victimizan, se dicen a sí mismos que son atacados, que intentaron darles un golpe de estado y que los autores son terroristas. Se creen este cuento y sobre esa narrativa actúan atropellando a todo el mundo sin darse cuenta que al mismo tiempo que cual ejército de ocupación establecen el horror y el espanto, cavan su propia tumba, porque un régimen que impone de hecho un Estado de Sitio y de segregación a la ciudadanía, no podrá sostenerse mucho tiempo. Sus días están contados. Pronto comenzará la debacle y se producirá su caída. Triunfaremos. Nada ni nadie lo podrá impedir.
NOS ECHAN SAL EN LA HERIDA CON SU MÚSICA FESTIVA
Durante todo el día tuvimos una mala serenata en la Colonia del Periodista. Como otras veces fue una serenata ofensiva, desconsiderada. Junto a música testimonial, pusieron muchas canciones alegres, cumbia, salsa, canciones chinameras, a todo volumen, en una obvia exaltación de la alegría, en un claro ambiente de festejo. ¿Celebraban los asesinatos, los heridos, desaparecidos, secuestrados, capturados, torturados, etc.? ¿Esperarán acaso que los escuchemos y nos pongamos a bailar en nuestros hogares? ¿No se dan cuenta acaso que no estamos para fiestas? Estamos golpeados, adoloridos, impactados por el asesinato de más de 400 personas, sobre todo jóvenes, la mayoría universitarios. Estamos de duelo, llevamos una profunda herida sangrante en el corazón. Pero ellos parecen no darse cuenta o se hacen los de a peso, ignoran nuestra tragedia, y más bien bailan y ríen. Parecen un cuerpo de ocupación que desconoce nuestra realidad, nuestros hábitos, nuestra cultura. Nos imponen esa música estridente, de jolgorio y pachanga. Nosotros no tenemos nada que celebrar, estamos en resistencia cívica y pacífica ante la dictadura orteguista. Hoy ignoran nuestro dolor, o mejor dicho, pasan por encima de él, se burlan de nuestra pesadilla. No tienen la sensibilidad para imaginar los sentimientos de rechazo e indignación que producen al meter a la fuerza esa música a nuestros hogares de luto. Llévense su música a otro lado, enciérrense en algún lugar y bailen y rían y hagan lo que quieran, pero no se metan en nuestras casas, no nos obliguen a escucharlos. Aprovechen mientras puedan, porque su final se acerca, estratégicamente están derrotados, aislados dentro y fuera de Nicaragua. Solo las armas y la violencia los sostiene, pero esto no durará mucho tiempo. ¡Que se vayan!”, será real muy pronto. Saberlo, nos ayuda a aguantar sus tropelías bacanaleras.
MARCHAS DE CATACUMBAS
Cuando la dictadura somocista cerró todos los espacios en 1978, un grupo de periodistas nos fuimos a leer noticias a los templos católicos entre el 31 de enero y el 11 de febrero de 1978. A esto se le llamó “Periodismo de Catacumbas”. Este ejercicio subterráneo se está replicando hoy después que por dos semanas consecutivas cientos de personas asistieron a la misa de 11:00 a.m. en catedral con sus banderas y chimbombas azul y blancas y velas encendidas. A diferencia del domingo anterior, a la salida del oficio religioso se produjo una marcha hacia el sur-occidente del imponente edificio, donde fueron sembradas cruces de madera con los nombres de los universitarios y otros jóvenes asesinados por la dictadura, en un momento sublime, cargado de emociones. Fue un justo homenaje a nuestros mártires cuyo improvisado memorial en la rotonda Jean Paul Genie, fue profanado por la Alcaldía de Managua que destruyó los arreglos que con tanto amor, jóvenes y adultos habían hecho ahí con fotografías, flores y cruces. Estas manifestaciones contra la dictadura en un lugar cerrado bien podrían ser llamadas “Marchas de Catacumbas”. Pese a que el hecho fue en un lugar privado de la iglesia Católica, las fuerzas represivas se hicieron presentes en las cercanías, pues de la rotonda Rubén Darío hacia el norte, por la parada de buses, se estacionaron camionetas Hilux de las que transportaban a los paramilitares, y vehículos de la Policía. Ahí estuvieron fisgoneando, tratando de intimidar, sin lograr impedir la solemne y emocionante ceremonia.
“BÁEZ AMIGO, EL PUEBLO ESTÁ CONTIGO”
Tal como lo han dicho varias personas, un fanático orteguista podría entender que los furiosos ataques del régimen contra el obispo Silvio Báez, son una orden para asesinarlo, pero él no debe morir –nadie debió morir--, porque es una persona fuera de serie, especial y extraordinario por su lucidez y amplitud de pensamiento que sobrepasa los rígidos límites dogmáticos de la mayoría de sacerdotes y obispos católicos. Por ejemplo, Báez cree en el estado laico, en que la iglesia Católica no debe de vivir bajo la falda de los gobiernos, sino ser independiente, y como tal debe salir al terreno con sus propías fuerzas a disputar con otras concepciones religiosas el favor de los creyentes. El Obispo Auxiliar de Managua no cree en fundamentalismos religiosos y abre un abanico de posibilidades a los derechos de la mujer. Él tiene una especial capacidad para explicar, para hablarle a la gente de cualquier tema, de una forma en que la mayoría lo entiende con claridad. Es un lujo tenerlo en Nicaragua. La dictadura orteguista, con sus brutales campañas mediáticas ha abierto un escenario en el que se puede repetir, esta vez en Nicaragua, el episodio que condujo al asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero, el obispo que demandaba insistentemente el cese de la represión. Por él, por su familia, por su iglesia y por Nicaragua, Báez está obligado a guardar severas medidas de seguridad. No tiene que dejarse matar por un extremista. Les tiene que dificultar sus intenciones asesinas. La ciudadanía está con el Obispo y lo protegería en una circunstancia de agresión, pero hay que cerrarle las puertas a esa funesta posibilidad. Esta mañana en catedral fue impresionante el coro “Báez amigo, el pueblo está contigo”.
LECCIÓN DE DIGNIDAD Y CONVICCIÓN DEL PROFESOR DE CAMOAPA
Tengo en mi retina la imagen del profesor de Camoapa caminando por una calle vacía con su camisa blanca y pantalón azul y portando una bandera nacional. No fue largo el trecho que caminó solitario el maestro porque poco después de salir de su casa a una cita con la Policía, la gente comenzó a seguirlo hasta que se formó un grupo numeroso que lo acompañó hasta el local de los guardias. Este docente nos ha conmovido con su entereza. Pudo hacer caso omiso de la cita, pudo huir, pero no, agarró al toro por los cuernos y lo enfrentó con una dignidad y una convicción ejemplares.