Ángel del Silencio, Voz del Pueblo

En la orilla del Caribe
caía la tarde rota,
y con ella, un hombre firme,
con su celular por lanza,
con su fe por escudo
y la verdad como esperanza.

Ángel se llamaba,
y su voz era puente,
era luz en las esquinas
donde la mentira miente.
Transmisión en mano,
paso firme y corazón valiente,
no supo que esa bala
iba a callar su corriente.

Pero no mataron al hombre,
ni al noticiero en su barrio,
ni a la tinta en la libreta,
ni al clamor en los labios.
Porque desde ese disparo,
una generación se levanta:
la de los que escriben en sombra,
los que publican con alma.

El periodismo en Nicaragua
lleva su nombre en sus venas.
A pesar del exilio, las leyes,
las cárceles y las cadenas,
una pluma resiste
por cada micrófono que suena.

Los que callaron a Ángel
creyeron romper la palabra.
Pero su nombre hoy vuela
en cada nota que narra.
Es el Ángel del silencio,
voz que no cesa ni muere,
que desde Bluefields vigila
y al régimen le duele.

Porque un pueblo sin prensa
es un país sin memoria,
y Nicaragua resiste
con el periodismo en la historia.
Aunque cierren portales,
aunque asedien redacciones,
el periodismo nicaragüense
aún escribe revoluciones.

Opinión | Ángel del Silencio, Voz del Pueblo

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