Continúan las expresiones de Odio de Ortega y Murillo contra la iglesia católica

Las expresiones de odio contra la iglesia católica, por parte de la dictadura Ortega Murillo, volvieron a manifestarse después de la más grande celebración mariana del pueblo católico nicaragüense.

Tan solo cuatro días después de “la gritería”, la dictadura desenvainó nuevamente su espada para atacar a la iglesia católica, sus líderes y colaboradores.

Contradictoriamente la misma dictadura que persigue a la iglesia mandó a instalar sendos altares a la Virgen María en ocasión de la celebración de la purísima, la tradicional expresión de los nicaragüenses en honor a la Inmaculada Concepción. Incluso la familia dictatorial “celebró” la gritería con canticos y oraciones a la virgen, según trascendió a través de los mismos medios oficialistas.

Los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, frente al altar de la Virgen María el pasado 7 de diciembre durante la celebración de la purísima. Foto: El 19 Digital

Secuestro de periodistas, acusación contra monseñor Álvarez y persecución hasta en el exilio

Terminadas las celebraciones marianas, y luego de una pausa, la dictadura activó nuevamente su persecución contra la iglesia católica. Retomó su arremetida al estilo de siempre. Amparada en oscuridad de la noche y haciendo uso de las fuerzas policiales, el régimen secuestró cerca de la medianoche del domingo 11 de diciembre, a los periodistas Manuel Antonio Obando y Wilberto Artola, ambos de la Diócesis de Matagalpa.

Dos días después, el martes 13, la dictadura exhibió por primera vez, y después de cuatro meses de “arresto domiciliar”, a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí.

A través de sus medios propagandísticos, la dictadura dio a conocer que Álvarez fue llevado a los Juzgados de Distrito Penal de Audiencia de Managua, donde fue acusado “por los delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense”. Al jerarca católico se le decretó arresto domiciliario y se programó audiencia inicial para el 10 de enero de 2023.

El religioso fue secuestrado el viernes 19 de agosto en horas de la madrugada por la policía orteguista, después de haber pasado 15 días asediado en la Curia Arzobispal de Matagalpa. Junta a Álvarez fueron apresados 9 personas más entre sacerdotes, seminaristas y laicos, quienes también siguen guardando prisión.

Persecución hasta en el exilio

La dictadura continuó manifestando su aversión incluso contra líderes religiosos en el exilio. En la misma acusación contra el obispo Álvarez, la fiscalía acusó también al sacerdote Uriel Vallejos, quien era párroco de la iglesia Divina Misericordia del municipio de Sébaco. Vallejos se vio obligado a exiliarse luego que, a inicios de agosto pasado, la dictadura tomara por asalto su iglesia, luego de clausurar varias radioemisoras pertenecientes a la Diócesis de Matagalpa.

La dictadura considera al religioso “prófugo de la justicia” y giró orden de captura internacional contra él a través de la INTERPOL.

Solidaridad con Álvarez

La noche de este martes, luego de conocerse la acusación contra Álvarez, el obispo Silvio Báez desde su exilio en Miami, tuiteó que “Es un crimen lo que hace la dictadura de Nicaragua contra mi hermano obispo, Mons. Rolando J. Álvarez. Ultrajándolo se condenan a sí mismos. ¡Rolando, no estás solo! Estamos contigo, rezamos por ti y exigimos tu libertad. Contigo está Dios, quien no abandona a sus profetas”.

Previamente en la homilía celebrada el domingo 11 en una iglesia de Miami, Báez pidió orar por la liberación de Álvarez, y la de todas las personas presas políticas. El religioso advirtió que “hemos visto que es inútil pedir su libertad”, y agregó que hay que pedir al Señor que ablande el corazón de los tiranos para que sean liberados inmediatamente y sin condiciones.

Grupo de religiosos interpeló a Cardenal Brenes

Este 13 de diciembre, horas antes de que se conociera sobre el traslado de Álvarez a los juzgados, un grupo de al menos 30 religiosos, cuestionó fuertemente, a través de una carta abierta, al arzobispo de Managua, cardenal   Leopoldo Brenes, por su “conformismo e indiferencia” ante la persecución que sufre la iglesia por parte de la dictadura y la opresión que vive el pueblo nicaragüense.

“Vemos en usted, desgraciadamente, una falta de solidaridad no solamente con sus hermanos obispos y sacerdotes encarcelados y exiliados, sino con toda la comunidad nicaragüense sufriendo la opresión de esta dictadura” dice en parte la misiva firmada anónimamente por religiosos y sacerdotes.

La misiva dice también que “mientras cientos de miles de nicaragüenses están sufriendo el drama de la pobreza, el desempleo, una migración forzada, encarcelamientos injustos, o exilio doloroso, o la pérdida de miembros queridos de sus familias, usted hace todo lo posible para evitar conflicto con la dictadura sangrienta”.

Los religiosos exhortaron a Brenes para que deje de ser un panfletario que actúa como político “al son que le tocan” y no como pastor frente a una de las peores crisis de derechos humanos que el pueblo nicaragüense está viviendo.

Hasta el cierre de esta nota, ni el cardenal Brenes, ni la Conferencia Episcopal Nicaragüense se han pronunciado respecto a las últimas arremetidas del régimen contra Álvarez y otros líderes de la iglesia católica.

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