¿Por qué la explotación equina persiste en Centroamérica?
- 06 Oct 2025
- 3:42 p.m.
Los caballos, burros y mulas —los equinos— son engranajes invisibles de economías informales, turismo y transporte rutero. Lo que para algunas personas es tradición o necesidad, para otras se traduce en explotación animal.
En diferentes zonas urbanas y rurales de Centroamérica, son frecuentes las denuncias relacionadas con maltrato animal de caballos que tiran de un carretón con grandes cargas y son golpeados por sus dueños o expuestos a altas temperaturas o a jornadas excesivas de trabajo, sin tener cuidado en la alimentación, salud o condiciones de descanso.
En Guatemala, la Unidad de Bienestar Animal (UBA), del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) registró en 2024, 343 denuncias por maltrato o crueldad animal, de las cuales 15 involucraban equinos.
En Nicaragua, la Ley para la Protección y el Bienestar de los Animales Domésticos y Animales Silvestres Domesticados, establece cinco libertades fundamentales que deben garantizarse a todos los animales, incluidos los equinos: Estar libre de hambre y sed, de incomodidades y molestias, estar libre de dolor, lesiones y enfermedades; libre de miedo y sufrimiento y de expresar comportamientos normales.
Ley Especial de Protección y Bienestar Animal, de El Salvador establece sanciones para el maltrato animal y tienen como finalidad garantizar el bienestar, la protección y el cuidado de los animales domésticos y de animales silvestres.
Sin embargo, la realidad es otra. En muchas localidades los caballos "trabajan" bajo el sol, sin descanso adecuado, con herraduras mal ajustadas o sin ellas, transportando cargas muy por encima de su capacidad física.

Factores que perpetúan la explotación
- Cultura y normalización: En muchas comunidades, incluso en ciudades como Managua, el uso de caballos para transporte o carga pesada es parte de la rutina diaria. Las heridas, el cansancio o los golpes se ven como “parte del oficio”.
- Falta de vigilancia y aplicación de las leyes: Aunque existen leyes o normativas de bienestar animal en varios países de Centroamérica, su cumplimiento es irregular, la fiscalización escasa y las sanciones no se aplican.
- Necesidad económica: Personas que dependen de sus equinos para sobrevivir —jalando carretas, en las cosechas, turismo rural— priorizan el trabajo sobre el bienestar animal, muchas veces por falta de alternativas. El cuidado adecuado de estos animales requiere una inversión bastante alta que muchas personas no pueden costear debido a su precaria situación económica, que en ocasiones se mezcla con problemas de adicciones.
- Desconocimiento técnico: Algunos dueños no tienen formación veterinaria ni conocimiento de los cuidados básicos: nutrición adecuada, descanso, higiene, protección ante el clima, herraduras, etc.
Consecuencias para los animales y la sociedad
El maltrato hacia los equinos no solo afecta directamente a los animales, también genera repercusiones en las comunidades. Los caballos y burros explotados sufren dolor físico constante, laceraciones, lesiones en las patas y enfermedades derivadas de la exposición prolongada al sol, la lluvia y la falta de higiene.
Los caballos heridos o desnutridos pueden convertirse en un problema de salud pública, ya que son susceptibles a enfermedades zoonóticas que se transmiten a las personas si no existe control veterinario.
El impacto también es ético y social. La normalización de escenas de crueldad animal, como caballos desplomados en mercados o carreteras, refuerza una cultura de insensibilidad frente al sufrimiento. Esto contribuye a la percepción de que el maltrato no tiene consecuencias legales, alimentando un círculo de impunidad que erosiona el respeto a la vida en todas sus formas.

¿Qué se necesita?
- Mayor fiscalización: Unidades especializadas de bienestar animal con facultades reales de sanciones.
- Capacitación a personas propietarias: Programas de divulgación sobre cuidado de equinos, carga adecuada, nutrición, descanso, manejo básico veterinario.
- Alternativas de ingreso: Crear políticas públicas dirigidas a promover que quienes dependen económicamente de estos animales tengan otras formas de ingresos para mejorar las condiciones de vida sus animales.
- Concienciación pública: Educación para que el maltrato deje de verse como algo normal.
- Refugios y centros de rescate: Lugares con recursos para atender a equinos maltratados, rehabilitarlos, reinsertarlos o darles cuidado digno.
Mientras en el papel existen leyes, en la práctica su aplicación sigue siendo débil y fragmentada. Aunque hay denuncias ciudadanas y voces de activistas que insisten en exigir justicia, todavía no existe un clamor político regional ni una respuesta institucional capaz de marcar un antes y un después en la protección y bienestar de los animales.
Si no se actúa con urgencia, la explotación de caballos, mulas y burros continuará siendo una herida abierta en la memoria colectiva centroamericana, animales reducidos a simples herramientas de "trabajo", demasiado visibles en las calles, pero demasiado olvidados por las autoridades responsables de velar por su bienestar.
La conmemoración del 04 de octubre, Día Mundial de los Animales, debería ser un recordatorio necesario. No bastan los discursos ni las efemérides si la realidad en los caminos, mercados y comunidades sigue mostrando caballos agotados, maltratados y sin protección. Honrar esta fecha implica, más que celebrar, comprometerse a transformar la vida de los animales que aún cargan sobre sus lomos el peso del abandono y la indiferencia.