¿Honor, seguridad, servicio?

Iba entusiasmada. Era el 25 de noviembre. Estábamos convocadas. A llegar a la rotonda del Centro Comercial Metrocentro, mi primer encontronazo: un contingente de unas 50 mujeres antimotines, una cantidad similar de hombres antomotines y policías desplazados en toda la zona, como haciendo un redondel a la gasolinera UNO que queda en dicha rotonda. Todo esto lo observaba desde la ventana del taxi.

Le dije al taxista me dejara en el lugar. Al bajarme, intenté encaminarme hacia la zona de la FISE, en carretera a Masaya, pero un policía me detuvo; no puede pasar, me dijo. Anda de camiseta roja, afirmó otro policía. Es el color el problema, pensé. En ese momento me percaté que rodeaban a las compañeras que habían llegado a la gasolinera desde tempranas horas. Eran trabajadoras de las zonas francas, afiliadas al Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra.

Decidí quedarme. Era también un frente de lucha por el derecho de todas las mujeres a vivir libres de violencia. Ví cerca de mí esas caras de mujeres enmascaradas en el uniforme azul oscuro que utilizan las tropas especiales. DOE dice en sus uniformes. Ví sus rostros enojados, quizás culpabilizándonos de no estar en descanso, con sus familias, quizás con sus hijas y/o hijos...

Pregunté al Comisionado Mayor Juan Valle Valle, jefe de la brigada de Tránsito, en Managua, por qué el operativo, quien con muchísima malacrianza y bastante violencia verbal, ni siquiera levantó la miraba, pero me espetó: "vaya a preguntar a otro lado". Le dije que me contestara con educación y sin violencia, que era un oficial malcriado. Volvió con su "vaya a preguntar a otro lado. Dónde, le dije, si Ud. que es del Consejo de Comandantes de la Policía Nacional no sabe, dónde voy a ir. Dos mujeres policías se sonreían al escuchar mi reclamo.

Ante la brillante respuesta de Valle Valle, decidí quedarme con el grupo del María Elena Cuadra, sobre todo cuando un oficial con tres estrellas en sus hombros dijo, retírense que vamos a operar y pueden salir golpeados, cuando a la par estábamos un hombre y otra joven, en la zona externa de la gasolinera, pues una antimotina nos había dicho que no podíamos pasar.

Las antimotinas, con caras de pocas amigas. Los policías, nerviosos. Uno de ellos, que hacía de jefe de las y los antimotines se mostró molestó cuando le tomé fotos. Unos segundos después, le dijo a sus oficiales, a esta mujer me la echan presa, esta es promotora, y hizo un gesto hacia mi persona.

Estuvimos ahí, unas tres horas, frente a antimotinas malencaradas, con miradas de odio, inluso una de ellas cuando le pregunté si había vivido algún tipo de violencia me dijo, de eso que hablan ustedes, yo no... ni ella misma se lo creyó... acaso no tiene hermanas, vecinas, amigas, madre, dijo una de las marchistas camisa roja.

¡Así conmemoramos en Nicaragua!

Opinión | ¿Honor, seguridad, servicio?

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