Entre dulces y disparos: Cuando los Ortega-Murillo pierden poder
- 09 Jun 2018
- 6:47 a.m.
Si pequeña es la patria, uno grande la sueña, decía el príncipe de las letras castellanas Rubén Darío. Hoy, la tierra del poeta se ve humillada en derechos y libertades, pero más temprano que tarde, quiera Dios, ese anhelo de grandeza vuelva, ¡y que sea pronto!
El 18 de abril del 2018 posiblemente quedará en la historia nicaragüense como el día que marca un antes y un después para la pareja presidencial Ortega-Murillo. Ese día, estudiantes y jubilados, entre otros, realizaron una serie de protestas contra la reforma anunciada al régimen de pensiones. En una Nicaragua donde los recursos se agotan, donde hay políticos que se sirven con cuchara grande y en la que generosas ayudas de amigos internacionales se desvanecen, algo había que hacer. ¿Qué hacer entonces? Salen anunciando recortes, pues los Ortega – Murillo ya no dan para cumplir expectativas en sus roles tradicionales de repartidores.
La reforma anunciada al sistema de pensiones no prometía ser cosa pequeña, pues el presidente comandante Daniel Ortega apoyaba un recorte del 5 %, y un aumento de las contribuciones para los patrones y los trabajadores. El jueves 19 continúan las manifestaciones cerca de la Universidad Nacional Agraria (UNA), y para entonces, el movimiento ya había logrado extenderse a otros recintos y a diferentes zonas del país. “Nada empañe tu gloria inmortal (…) ni se tiñe con sangre de hermanos” dice el Himno Nacional de Nicaragua, pero el 19 de abril el bando de Ortega-Murillo cobra su primera víctima. La gloria fue manchada. La sangre llegó al río y para los manifestantes ya no había vuelta atrás.
Daniel Ortega se asoma a la luz
El 21 de abril, pasado el mediodía, y a solo una jornada de que las protestas se intensificaran, Daniel Ortega aparece en cadena de televisión. En la transmisión, de poco más de una hora, él toma la palabra para dirigirse al pueblo nicaragüense. En la mesa lo acompaña su esposa, Rosario Murillo, conocida como ‘Compañera vicepresidenta, Primera Dama y coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía’. También lo rodean miembros del ejército, de la Policía Nacional, entre otras personalidades del régimen, como la alcaldesa de Granada Julia Mena. Frente a Ortega, vistiendo todos llamativas camisetas danielistas, hay jóvenes representantes de la Juventud Sandinista y de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua, UNEN. Todos afines a la causa Ortega-Murillo. Los estudiantes casi no se mueven. Las miradas apuntan hacia Ortega. El silencio entre los asistentes es prácticamente total. La mesa del Presidente de la República y Comandante parece ser un espacio de diálogo, pero quien habla únicamente es Ortega.
Con verbo lento y de pausas eternas, cual si sufriera de una desorientación temporal y espacial, él intenta, por más de treinta minutos, “dar cátedra” sobre el largo proceso de paz y reconciliación en Nicaragua. Ortega se propone recordarles a los presentes y a los televidentes que él, desde la década de 1970 hasta la fecha, ha jugado un rol protagónico en la lucha por alcanzar y mantener la paz. La humildad es mínima, por no decir nula. El tiempo restante es para referirse a la situación actual de tensión. En su discurso domina la palabra ‘diálogo’, reiterada al menos 18 veces en los primeros 30 minutos. Le sigue ‘acuerdo’ con 11 veces, ‘paz’ con 10 y ‘odio’, mencionado en 9 ocasiones. Como es costumbre, a quien haya que descalificar, él no perderá la oportunidad en hacerlo. En palabras populares, el zorro pierde el pelo, pero no las mañas.
Abriguémonos con símbolos que afuera hace frío
El escenario para esta cadena de televisión es un espacio semántico, controlado, cargado de simbolismo. Como ya es rutina, no se hace la trasmisión desde Casa Presidencial, sino que para la ocasión se escoge la Secretaría del Frente Sandinista de Liberación Nacional situada en el Carmen, zona donde también viven Los Ortega-Murillo. La secretaría abre puertas y ventanas para que la luz del día entre en abundancia. A través de los ventanales vemos el verde de la naturaleza. El ambiente supone ser de transparencia y armonía.
A través de lo que se conoce como plano medio corto (que en este caso abarcaría desde el pecho hasta la cabeza) se observa a Ortega y un micrófono color negro. Detrás de él, está ubicado el Pabellón Nacional de la República de Nicaragua, así como varias banderas sobrevivientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN. La bandera de Nicaragua es un elemento que, más allá de ser un signo de identificación colectiva, la utilizan como un refuerzo de legitimidad, tal vez muy necesario en estos momentos. Con el pabellón a sus espaldas, él intenta presentarse como un estadista, un genuino hombre de Estado.
Ortega viste una camisa blanca. El uso de una chaqueta, no solo intenta acercarlo con la gente, sino que representa uno de los colores más enigmáticos que existen, el negro. Este color tiene una enorme variedad de connotaciones: misterio, elegancia, fuerza, muerte. El negro no es más que la ausencia de los demás colores. En la imagen sobresalen el blanco y el negro de las banderas del FSLN. Si se presta aún más atención, entre él y las banderas del FSLN no solo se crea un vínculo, sino que también se forma una figura que por excelencia comunica poder político: el triángulo. El poder no es un objeto, el poder es una relación.
Cual si fuese un centro de mesa, se aprecia una gran variedad de plantas colocadas en pequeñas macetas. Predomina el verde. Este color transmite calma, serenidad y frescura. Se asocia también con sanación. ¿Simbólico para la ocasión? Hay flores blancas. Este tono da para muchas interpretaciones: paz, transparencia, pureza, e inocencia. Por excelencia la inocencia se viste de blanco. Una dictadura también podría engalanarse de blanco. Le sigue el lila. En psicología del color, se le relaciona con quietud, una mezcla de lo masculino con lo femenino y como un color que contiene espiritualidad, entre otros. En la mesa nada parece estar puesto al azahar. Paradójicamente, hay un aire de fantasía que no se asemeja en nada al ambiente que se respira en las calles, donde las fuerzas paramilitares, la Policía Nacional y seguidores del danielismo reprimen a los manifestantes. Aquí tiene que haber una mente que cuida del más mínimo detalle. Al pueblo parece que se le quiere enviar el mensaje de que las cosas están y estarán bien. Después de todo Murillo ha repetido que quienes protestan, son solo unos grupos “minúsculos.” (La Prensa, 19 de abril de 2018).
La mesa está decorada con flores de una variedad de especies. También destaca la abundancia de dulces. ¿Para endulzar el discurso? Hay golosinas en cantidad y están colocadas cerca de cada una de las figuras del ejército y de la policía. El ambiente en la secretaría parece más que todo de celebración, pero en las calles hay manos armadas, puestas para silenciar a los manifestantes, dispuestas a mancharse con sangre de hermanos. En algunas zonas de la capital hay gritos, disparos, morteros, piedras que caen y no muy lejos se escuchan sirenas con posible destino hacia algún hospital, pero en la mesa del señor y la señora Ortega el ambiente se disfraza con dosis de calma, obediencia y alegría. En la sonrisa de los Ortega – Murillo hay un aire de dulzura, pero sus manos están “invisiblemente” armadas.
Cuando el cuerpo se niega a mentir por medio de las micro expresiones. Micro expresiones son pequeños y rápidos movimientos faciales. Estos se hacen normalmente de manera involuntaria y son de corta duración. Momento revelador: en el minuto 32 con 07 segundos, Ortega se refiere a los estudiantes manifestantes. Su mirada la baja y coloca los labios de forma invertida. Según los estudios del reconocido psicólogo Paul Ekman, la mirada desviada se asocia con ocultar sentimientos y cuando las comisuras de los labios caen, transmiten principalmente tristeza. Ortega intentó mostrarse abierto al diálogo, pero su rostro revela otra cosa, anticuerpos hacia los jóvenes manifestantes. Captura de imagen durante la transmisión de El Periodicocr.com
La dama cristiana, socialista y solidaria: “Las protestas son dirigidas por grupos minúsculos (…) almas pequeñas, tóxicas, llenas de odio, que no representan al pueblo.” Rosario Murillo. 19 de Abril, lavozdelsandinisimo.com.
La Sra. Murillo no podía escapar de adornarse con una gama de matices, siendo el lila el que domina. Es un color que entre sus significados está la lealtad, algo seguramente muy importante para ella. Su extravagante vestimenta hace juego y crea un amarre con las camisetas de los jóvenes, con las flores y con algunas de las cajetas que están sobre la mesa. El poder no es un objeto, el poder es una relación. En el comportamiento de Murillo prevalecen tres cosas: con su mirada vigila lo que acontece en la sala, asiente con su cabeza cuando su esposo recalca una idea en especial y, en algunos casos, ella le facilita qué palabras decir sin que él tenga que mirarla, de esta manera, intenta no hacer “evidente” que le asiste en su discurso. Con su estilo particular de vestir, y por el aire de despreocupación que intentó comunicar durante la cadena de televisión, a Murillo, conocida también como ‘señora de los anillos’, solamente le faltó cerrar la transmisión con bicha (cerveza) en mano para decirle a su pueblo bendito: ¡Unidos en Victorias…VAMOS POR MÁS VICTORIAS!
Nacen las arbolatas
Desde adentrarnos por instantes en un mundo de fantasía, hasta remitirnos a aquel árbol del libro del Génesis que tenía vida eterna, así pareciera ser la magia cuando se está frente a la “creación” de Murillo. Si hay un símbolo, un sello que distinga el poder de los Ortega-Murillo, son sus famosos árboles de la vida, conocidos popularmente como ‘Chayo palos’ (Chayo de Rosario, y palo de árbol) o arbolatas. En el pasado quedó la abundancia de las banderas roji-negras del sandinismo, para dar lugar a un nuevo y más colorido símbolo. Para sobrevivir, el dúo presidencial tal vez tenía que reinventarse de alguna manera.
Difícilmente no haya un turista que llegue a Nicaragua y que no se asombre, por mínimo que sea, ante las 140 gigantescas estructuras que iluminan algunas de las zonas más emblemáticas de la ciudad. Fue a mediados del año 2013 cuando los primeros ‘chayopalitos’ se hicieron visibles, pero sobre su germinación poco se conoce.
¿De dónde nace esta idea? Se cree que Rosario Murillo posiblemente se inspiró en un árbol que dibujó Gustav Klimt, pintor austriaco (1862-1918), pero a ciencia cierta no se sabe, pues en su accionar hay un aire de misterio y en este régimen no se dan explicaciones de nada. Incluso, el valor exacto de cada uno de estos árboles tampoco es oficialmente divulgado. Es un secreto a voces que el valor de cada una de estas latitas es aproximadamente $25.000 dólares estadounidenses.
Caen las arbolatas
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y quizá sea cierto, porque hay imágenes que tienen el poder de comunicar tanto que la palabra se vuelve innecesaria. En el caso de un conflicto como el que azota al pueblo nicaragüense, no solamente las imágenes tienen significado, sino que una sola palabra o un sonido pueden comunicar enormemente lo que se vive, como cuando en Managua cae un Chayo palo, por ejemplo.
En la reconocida obra de teatro El Jardín de los Cerezos, de Antón Chejov, hay un bello jardín de cerezos que pertenece a una familia de aristócratas rusos. Este espacio representa todo un emblema familiar para los dueños, pero la propiedad se ve amenazada en desaparecer, ya que producto de la mala administración de los recursos, el terreno podría terminar siendo rematado y los bellos árboles talados. El jardín ha crecido y prosperado, pero ha sucedido para el capricho de una familia que no sabe cómo acostumbrarse a la nueva y difícil realidad que enfrentan. Con el propósito de ayudar, el hijo de quienes fueron sirvientes de la familia propone que la propiedad sea vendida, lo que implicaría que los árboles de cerezo desaparezcan. Al final de la obra, el autor indica: resuena el golpe seco del hacha que tala los cerezos. El final es claro. No hay más que decir. Y el telón se cierra lentamente. El gemido de ese cerezo no solo representaría la muerte del árbol, sino que para esa familia sería el fin de una era. Lo mismo sería para Rusia. De manera similar, cuando cae una a una lo que fue creación de Rosario Murillo, esto podría significar que el fin para ellos se aproxima.
Los árboles de Murillo, como se observa en el vídeo, pasan de un lugar de poder (de altura) a un nuevo espacio (el suelo) y en el momento en que caen, por el sonido que producen, genera muchas reacciones en la gente. Puede que cada golpe de muerte de estas arbolatas, anuncie un nuevo futuro, una nueva era que se aproxima para el pueblo nicaragüense. Bendito sea el caos, dijo una vez el opositor franquista Enrique Tierno Galván, porque es síntoma de libertad.
¿Hacia una muerte anunciada?
La presión porque abandonen el poder los Ortega-Murillo se intensifica día con día. Esto se ha venido manifestando de diferentes maneras. Por un lado, sin ayuda externa sus roles de repartidores han quedado completamente comprometidos. Por otro, los recortes anunciados encendieron alarmas, y para sumar a su declive, el régimen no sabe hacer otra cosa que aniquilar y reprimir.
Líderes estudiantiles, entre ellos Lesther Alemán, le han dicho a Ortega, en persona, que la mesa de diálogo es para convocar su salida y para ordenar el cese a los ataques: “Pueden reírse, pueden hacer las caras que quieran pero les pedimos que ordene el cese al fuego ahorita mismo (…) no podemos dialogar con un asesino porque lo que ha sucedido aquí es un genocidio” (laprensalibre.com, 16 de mayo de 2018). Madres y demás familiares de los muertos y de los desaparecidos, así como personas solidarizadas con el sentir ajeno, día con día toman las calles, exigen justicia y demandan que Los Ortega-Murillo renuncien (RPP noticias, 28 de mayo de 2018). El parlamento europeo, vehementemente, ha pedido elecciones adelantadas (www.europapress.es, martes 29 de mayo de 2018). Reconocidos empresarios nicaragüenses, como Carlos Pellas, hablan de “encontrar una salida ordenada dentro del marco constitucional y elecciones adelantadas” (elmundo.sv, miércoles 30 de mayo de 2018). Ante la desesperación, la pareja presidencial se aferra a sus símbolos de alegría, sus cuerpos aparentan calma y diálogo, pero, por otro lado, ellos ordenan represión.
Después de que las barreras morales y jurídicas se han trasgredido, el futuro de los Ortega-Murillo no es nada promisorio. “Ya no ruge la voz del cañón” se canta en el Himno de Nicaragua, pero la realidad dice que ya ni esas palabras pueden salir de los labios del dúo presidencial. La Nicaragua que ellos llaman bendita, cristiana, socialista y unida en victorias no parece tolerarles más. Por el termómetro de repudio, enojo y de dolor que se percibe a través de redes sociales, en hogares y en las calles, algo es irrefutable entre muchos nicaragüenses: De existir el infierno, Ortega y su esposa ya lo tienen ganado, aunque ni los demonios ahí los quieran.
Sobre el autor del artículo:
*Marlon Segura, es graduado en teatro y cine con énfasis en Ciencias Políticas. Maestría en Educación Internacional, Universidad de Massachusetts. Estudios de análisis de movimiento, Ecole Internationale Jacques Lecoq, París.
Edición: Margarita Chaves, filóloga, Universidad de Costa Rica.
Edición de imágenes: José Pablo Jiménez, Universidad Veritas.