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Humedales amenazados por el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación

Caio | 26 Jun 2023

Humedales amenazados por el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación

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La laguna de Tisma es un humedal categoría Ramsar y una de las reservas naturales que tiene Nicaragua, pero la inversión en el cuido y protección de este sitio es nulo. • Foto: Caio

Vacas y caballos comen pasto dentro de la laguna, defecan y orinan en el lugar. Una gran cantidad de basura, principalmente plástico, tapiza el suelo. Esto fue parte de lo que encontró Dolores, una investigadora de Avifauna durante su última visita al humedal de la Laguna de Tisma, ubicada en el municipio de Tisma, Masaya. “No parece que fuera una reserva natural y un humedal categoría Ramsar”, dice apesarada.

La investigadora que ha recorrido la mayoría de los humedales categoría Ramsar del Pacífico de Nicaragua, refiere que el deterioro es palpable, “desde hace más de 10 años lo venimos observando”, advierte.

Los humedales son recursos hídricos como lagos, lagunas, ríos, pantanos y costas marinas. Pero también existen humedales artificiales como embalses y zonas de cultivos que utilizan mucha agua como las plantaciones de arroz.

La Organización de las Naciones Unidas afirma que más de mil millones de personas, una octava parte de la población, urbana y rural, depende de los humedales. En Nicaragua el 20% del territorio está cubierto por humedales, según datos del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena).  

Los humedales son tan importantes que gran parte de la industria agrícola del país se desarrolla alrededor de estos y las ciudades más pobladas obtienen agua potable de los humedales. Sin embargo, especialistas llevan años advirtiendo sobre las consecuencias que tiene el deterioro de estos sitios. A lo largo de los años, algunos se secan y vuelven a recuperar parte del espejo de agua, pero no vuelven a ser lo mismo.

De acuerdo con datos del Marena en Nicaragua hay más de 100 humedales, que entre todos abarcan una superficie de 26,000 kilómetros cuadrados. Nueve de estos humedales poseen la categoría Ramsar, una distinción que les da importancia internacional.

Escuche el podcast: El rol que juegan los humedales en Nicaragua. 

Dolores, es una ambientalista especializada en el estudio de aves migratorias que utilizan los humedales para alimentarse y continuar su vuelo. Desde hace 10 años, monitorea algunas especies de estas aves que sufren las consecuencias del daño a los humedales.

La especialista asegura que el problema con los humedales es que durante la época de sequía algunos bajan el nivel de sus aguas. “Hay exceso de plantas acuáticas producto de la contaminación con agroquímicos y la deforestación alrededor no se detiene. A esto se le agrega, contaminación por desechos sólidos, principalmente plásticos y el uso insostenible para el riego de cultivos”.

La Laguna de Tisma se destruye poco a poco

La investigadora explica que el ciclo de algunos humedales consiste en la disminución del nivel de agua en verano y en invierno recuperan su caudal, pero está dinámica se ve afecta por el cambio del clima, lo que ocasiona que los humedales no estén recuperando su caudal. Como ejemplos menciona los casos de la Laguna de Tisma y Las Playitas, esta última ubicada en Ciudad Darío, Matagalpa. Ambos cuerpos de agua se secaron casi por completo, no han vuelto a ser lo que eran antes, puntualiza Dolores. 

Ganadería en la parte sur de la Laguna de Tisma. Fotografía / Caio

Fany Sumaya Castillo, ministra del Marena, durante el periodo de mayo de 2019 y septiembre de 2022, antes de asumir este cargo, como parte de su tesis de maestría en 2018, realizó una investigación sobre la situación de la Laguna de Tisma.

En dicho estudio Castillo determinó que el Sistema Lagunar de Tisma, “es una zona altamente amenazada por efecto del crecimiento demográfico, actividades antropogénicas, así como, por la variabilidad y cambio climático, principalmente vinculado el régimen de precipitaciones”.

De acuerdo con la investigación de la ahora exministra, los principales problemas ambientales que tiene la laguna de Tisma son: pérdida de la calidad del agua por la presencia de agroquímicos que son arrastrados por las escorrentías desde las zonas de cultivo, principalmente de hortalizas y maní.

Otros de los problemas identificados por el estudio son; la sedimentación del agua debido a la erosión eólica e hídrica desde zonas de cultivos con alto laboreo o arrastre del suelo, la contaminación por desechos sólidos, y finalmente, el impacto de la ganadería extensiva que ha ocasionado deforestación, compactación de los suelos y contaminación por excreta y orina del ganado.

Agua de la laguna está contamina

La investigación que realizó Castillo incluyó un análisis de la calidad fisicoquímica del agua. Los resultados concluyeron que el agua no es apta para el consumo humano ni para preservar la vida acuática. Se determinó que el agua de la laguna tiene un alto contenido de bacterias debido a la contaminación fecal.  “La presencia de esta bacteria puede tener una relación directa por las excretas del ganado que es mantenido en encierros cercanos a la orilla del espejo de agua”, determina Castillo.

Entre las recomendaciones que hace para mitigar los niveles de contaminación que afectan a la laguna están, la práctica de actividades agrícolas sostenibles y continuar monitoreando el estado de salud de la laguna. 

Cuando Castillo asumió la dirección del Marena en 2019, ya conocía a fondo la situación de la laguna, pese a ello, no hizo nada para detener la degradación de este importante recurso hídrico.

Varias personas viven de la pesca en la Laguna de Tisma. Fotografía / Caio

La laguna de Tisma, tiene el rango de área protegida, bajo el nombre de Reserva Natural Sistema Lagunar de Tisma. Sin embargo, no hay registros que se haya invertidos recursos en su conservación y protección.

Los caminos hacia la laguna están en mal estado. En invierno son ríos y pantanos y en verano desiertos de polvo. Hay tres caminos que llevan a la laguna, solo uno tiene la mínima condición para que vehículos de doble tracción puedan entrar. En este camino hay una aguja de control en mal estado. La caseta ubicada junto a la aguja está deteriorada y abandonada.

En el trayecto se ven fincas con potreros y ganado. A los lados del camino se observan pequeños parches de bosques. No hay señales que indiquen cómo llegar a la orilla de la laguna. Solo se ven cercos de alambres de púas que impiden el paso.

El ganado equino y bovino que pasta en el área de la laguna tiene el suelo agujereado con sus pezuñas y lleno de excremento. Cerca de la orilla de la laguna, hay algunas chozas hechas de palos y plástico negro, estas funcionan como casas temporales de pescadores que sacan mojarras, guapotes y tilapias, tres de las especies de peces que habitan la laguna.

A los alrededores de la laguna hay varios botes de madera vieja y sin pintar. Se ven redes de pescas y basura sólida como botellas de plástico por todos lados.

José Esteban de 45 años, vive de la pesca artesanal en la laguna. Su familia está integrada por siete personas. Dos de sus hijos estudian, pero los fines de semana trabajan en la pesca. Relata que desde niño se dedica a esta labor. Con los años ha sido testigo de la desaparición de peces. “Por lo menos ahorita, hay poco pescado”, resalta. Pero en 2015, recuerda que la laguna se secó casi en su totalidad.

“Solo quedó agua al fondo, cerca del río (Malacatoya). Tuvimos que irnos al fondo, casi llegar a Granada”, afirma. Tras un periodo de sequía que afectó Nicaragua en 2015 y parte de 2016, el espejo de agua de Tisma se redujo drásticamente.

En reportes periodísticos de abril de 2016, se evidencia que la laguna se llegó a secar a tal punto que caponeras podían andar sobre el lecho. Un centenar de pescadores artesanales de Tisma fueron afectados. En diciembre de 2016, la laguna mostraba signos de recuperación.

Funcionarios de la Alcaldía de Tisma, en su momento afirmaron a medios de comunicación que los bajos niveles de agua de la laguna se debió también a la extracción del agua para el riego de cultivos de arroz y caña. Otro monocultivo de la zona que afecta a la laguna es el maní.

José Esteban, recuerda con pesar que la laguna de se ha secado en varias ocasiones. “La última vez que se secó, varios pescadores se fueron a trabajar a zonas francas o buscaron otros trabajos”, resalta.

El pescador asegura que actualmente la laguna tiene suficiente agua para pescar, sin embargo, las partes más profundas están cerca de la zona que colinda con el río de Malacatoya.

En una de tres casas de plástico vive José Esteban, aunque hay temporadas en que se instalan varias de estas champas improvisadas. Una piña de cinco pescados se vende en 80 córdobas comenta. El pescado que más se saca de la laguna es la tilapia, “es difícil encontrar guapotes y mojarras de gran tamaño”, afirma.

La aguja de control en la entrada de la Laguna Tisma no funciona. La caseta no tiene techo y no hay vigilante. Fotografía /Caio.

La tilapia es un pez introducido o especie invasora y personas expertas han señalado que está perjudicando a peces nativos como la mojarra o el guapote.

José Esteban sabe que Tisma es un humedal muy importante, porque personal de la alcaldía lo han visitado y se lo han dicho. Pero, no hay mayor interés en las autoridades municipales por hacer algo diferente en este lugar, señala.

“Aquí no tenemos apoyo, hay mucha basura, el camino es muy malo, la gente no va a venir a esta cochinada”, expresa. Así mismo, comenta que la época en que más turistas llegan es en verano y algunas personas se bañan en la laguna a pesar que es fangosa. Tisma es un sitio con un gran potencial turístico, pero en el lugar no hay una sola banca para sentarse a observar las aves que vuelan sobre la laguna en busca de alimentos.

Este importante humedal es uno de los destinos obligados para los avistadores de aves, ya que se ha reportado avistamiento del Jabirú, una de las aves migratorias más grandes de América. Además, es una reserva de importancia ecológica ya que es uno de los pocos sitios donde hay una población permanente de zanatillo nicaragüense (Quiscalus nicaraguensis) un ave endémica de Nicaragua y la zona norte de Costa Rica.

Amenazas contra los humedales

El cambio climático afecta a los humedales a nivel mundial, asegura Milton Castrillo, especialista en recursos hídricos y quien ha estudiado la situación de los humedales en Centroamérica.

“En los humedales marino-costeros, el cambio de temperatura del mar afecta los procesos ciclo biológicos de las especies de peces como el róbalo, que sostienen a comunidades costeras en el Caribe”, señala Castrillo, quien agrega que esta situación afecta la economía de estas familias.

Castrillo coincide en que, a la masiva contaminación por desechos sólidos, se suma la desaparición de la cobertura vegetal alrededor de los humedales, lo que genera menos captación de agua.

Finalmente mencionó que, la extracción del agua de los humedales para uso agrícola es otro de los grandes problemas. “Tenés que balancear entre las necesidades de producción de alimentos y el balance de ciclo hidrológicos. A veces se requiere riego y ese riego afecta la capacidad de la captación de agua”, explica el especialista.

El caso de Las Playitas

El Sistema Lacustre Playitas-Moyúa y Tecomapa, es el último sitio Ramsar designado en Nicaragua en 2011. Está ubicado en el municipio de Ciudad Darío, Matagalpa.

Este humedal está conformado por tres lagunas diferentes las que dan el nombre del Sistema. Las Playitas es la laguna más pequeña, esta se secó casi por completo en 2020. Desde la carretera Panamericana Norte, que pasa a la orilla de esta agonizante laguna, se observaban plantaciones de hortalizas donde antes había aguas llenas de aves.

En una reciente visita se pudo observar que la laguna ha tenido una leve recuperación de sus aguas por el lado sur, pero el lado norte, sigue seco y es utilizado para el cultivo de frijoles, tomates, chayotes, chiltomas, ayotes y pipianes.

Otoniel, un habitante de la comunidad Las Playitas, ubicada frente a la laguna del mismo nombre, trabaja como mandadero y cuidador de una casa. Él nos guía en nuestro recorrido por Las Playitas y la vecina laguna de Moyúa, ambas son parte de este importante Sistema Lacustre. Estas lagunas son hábitat de especies de aves acuáticas como piches, patos zambullidores, janacas o gallinitas de agua, entre otras.

Otoniel señala que ya no se pesca igual que antes, porque no hay suficiente agua. La práctica de extracción de agua con bombas continua, pese al bajo caudal. Desde el camino es posible ver las  mangueras que se usan para la extracción del agua. También se pueden ver los efectos de la deforestación en los alrededores de la laguna.

Las Playitas tiene una extensión de 43 hectáreas, según Marena es un humedal que se inunda con las lluvias. En Las Playitas la situación es similar a la de Tisma. Otoniel afirma que no se ha recuperado mucho desde que se secó casi por completo en 2020. “No se ve la misma cantidad de aves, antes había muchos patos”, describe.

Al llegar a la parte alta de una de las colinas que rodea la laguna se puede observar la forma de onda que esta tiene, el espejo de agua ha quedado reducido a un extremo del lado sur. En el lado norte, un grupo de agricultores labran la tierra para sembrar hortaliza o frijoles.

“Solo con una buena lluvia se llenaría nuevamente la laguna. Pero el año pasado ni con los huracanes (Bonnie y Julia) se pudo recuperar”, destaca Otoniel. Tras varios kilómetros recorridos, se llega a un mirador donde se puede observar el esplendor de la laguna de Moyúa. Es el triple del tamaño de Las Playitas. Moyúa está rodeada de montañas que aún conservan bosques.

Sin embargo, Otoniel señala hacia algunas zonas donde ha habido deforestación. “Finqueros han cortado árboles para sembrar maizales y hortalizas”, dice. Desde lo alto del mirador se puede apreciar cómo va perdiendo el bosque.

En las orillas de la laguna de Moyúa, del lado norte, también hay ganado pastando. Además, se ven patos y algunas garzas blancas y negras. Otoniel asegura que algunos extranjeros llegan a esa zona a cazar aves, en ocasiones se han encontrado casquillos de escopetas en los senderos. De hecho, son los únicos turistas que se ven en la zona, señala. Tanto en Las Playitas y en Moyúa no hay ningún local turístico. Otoniel considera que se desperdicia la belleza de la zona. A él le gustaría ser guía turístico, confiesa.

La población alrededor de Moyúa y Las Playitas vive principalmente de la pesca y la agricultura. El turismo no está desarrollado en la zona. Goya es una señora que vende pescados a orilla de la carretera. Su caramanchel está junto al rótulo que indica la entrada a la laguna de Moyúa. Toda su familia se dedica a la venta de pescado que extraen de la laguna.

“Ahorita la pesca no está muy buena, no sé por qué, porque hay pescado. En septiembre y octubre la laguna se llenó y eran pescadales”, afirma Goya, mientras atiza el fuego para espantar las moscas que merodean los pecados.

Goya cuenta que toda la vida su familia ha sobrevivido de la pesca en la laguna de Moyúa y confía que jamás se va a secar. “Ojalá Dios quiera que nunca se seque”, expresa. Sin embargo, revela que pescan cualquier tamaño de peces, a pesar que lo indicado es capturar a los ejemplares más grandes. “Los pescadores sacan más de ese (pescado pequeño) porque el grande no cae”, afirma. Un racimo de cinco pescados tiene un valor de 200 córdobas, puede ser más caro dependiendo del tamaño.

Según la Convención Ramsar estás lagunas son muy importantes, porque son los únicos reservorios de agua en una zona muy seca de Nicaragua. Además, es refugio de aves migratorias como los patos aliazul (Anas discors) y sitio de conservación del guayacán real, un árbol en peligro de extinción.  

No obstante, tanto en Las Playitas como en Moyúa no se ve presencia de las autoridades que vigilen la extracción de los recursos. 

Bahía de Bluefields, un humedal contaminado 

La Bahía de Bluefields, es también es un humedal categoría Ramsar. René, una bióloga marina que vive en Bluefields, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS) cerca de la bahía del mismo nombre, explica que este recurso está contaminado porque algunos barrios colindan con la bahía y las casas generalmente tienen letrinas que arrojan los desperdicios directo al agua.

Otro foco de contaminación son los ríos que desembocan en esta bahía caribeña, el río Escondido o Rama y el río Kukra. La bióloga explica que estos ríos arrastran sedimentos, desechos sólidos y residuos agroquímicos que terminan en estas aguas.

La bahía prácticamente es utilizada como un basurero, la población que vive cerca arroja todo tipo de desechos sólidos. “Se necesita un estudio sistemático de la calidad del agua, hay alta contaminación, hay que hacerlo tanto en verano como invierno”, recomienda la bióloga.

René explica que la bahía evacúa su agua al mar Caribe y eso permite que la contaminación no se estanque, lo que aún la vuelve aprovechable. Sin embargo, cada día está recibiendo más contaminación de los barrios aledaños. “Algunos barrios pegados a la laguna hay inodoros que van al agua. Es un tema complejo, que debe resolverse ya. No hay cómo reubicar a estas familias en otros sitios y no existe un proyecto de infraestructura más amigable”, advierte la experta.

Quienes se dedican a la pesca extraen chacalines, jaibas y peces que se comercializan en los mercados de Bluefields. Sin embargo, “hay sobreexplotación de los recursos pesqueros, se ve más gente pescando en la laguna. Muchas familias que viven de eso, barrios enteros como Santa Rosa, Pancasán, entre otros”, señala.

René afirma que no hay ningún proyecto o acción para evitar que la bahía se siga contaminando. Únicamente, en fechas conmemorativas, la Alcaldía de Bluefields y simpatizantes del Frente Sandinista realizan jornadas de limpieza y pesca deportiva. “En algunas fechas hacen pesca deportiva, carreras de cayucos y al otro lado, en el Bluff, hay bares y restaurantes”, pero es lo único dice. La actividad turística alrededor de la laguna es muy poca, no hay senderos, ni miradores ni infraestructura.

Actividades como el avistamiento de aves son nulas, a pesar de que hay una gran variedad de aves en la zona. “Sería bueno activar el turismo porque darías a conocer el sitio, pero, por otra parte, sería penoso mostrar la bahía porque no hay condiciones de un ecosistema saludable”, lamenta René.

No hay información oficial sobre el estado de los humedales

Pese a todas las amenazas que atentan contra los humedales, no hay acceso a estudios oficiales que brinden información sobre el estado de salud de estos ecosistemas.

Onda Local contactó a un investigador del Centro de Investigación para los Recursos Acuáticos (CIRA), adscrito a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). La respuesta del académico fue que debíamos escribir a las autoridades de la UNAN para autorizar una entrevista, pero esta universidad controlada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, no permite entrevistas a medios de comunicación independientes.

El CIRA es el centro de estudio más importante para la investigación de los recursos hídricos de Nicaragua, sin embargo, desde la llegada de Daniel Ortega a la presidencia en 2007, el acceso a sus valiosas investigaciones es restringido. 

Milton Castrillo, el investigador de humedales, quien ayudó a elaborar la ficha técnica para que declararán humedal Ramsar al Refugio de vida Silvestre Los Guatuzos y a la Bahía de Bluefields, considera que en Nicaragua hay otros humedales que tienen las condiciones para ser declarados sitios Ramsar. Sin embargo, “hacer un estudio para una ficha técnica Ramsar es muy costoso”.

Revela además que la mayoría de los estudios para conseguir el título Ramsar de los humedales de Nicaragua, fueron donados, en parte, por la cooperación internacional. Según la Convención Ramsar, el primer humedal de Nicaragua en ser declarado sitio Ramsar fue el humedal de Los Guatuzos en 1997. La mayoría, siete humedales, fueron declarados en 2001. Los últimos humedales en ser declarados sitios Ramsar fueron Las Playitas, Moyúa y Tecomapa, en 2011.

Según el último Informe Nacional sobre la Aplicación de la Convención de Ramsar sobre Humedales presentado por Nicaragua en 2021, Marena reconoce que “se requiere mucha inversión en la implementación de proyectos para la protección y conservación de los humedales”, sin embargo, culpa a la propia Convención y la comunidad internacional de no apoyar los esfuerzos de protección.

En dicho informe Marena afirma que han hecho estudios de calidad y cantidad de agua de los humedales: Delta del Estero Real, Reserva Natural Padre Ramos e Isla Juan Venado, entre otros, no obstante, dicha información no se conoce. La institución afirma que tiene previsto elaborar un inventario de los humedales de Nicaragua donde se ofrezca características de cada uno de estos.

Tres humedales más candidatos a sitios Ramsar

Por su tamaño y ubicación el lago artificial de Las Canoas, ubicado en el municipio de Teustepe en el departamento de Boaco, es otro ecosistema de relevancia. También están los archipiélagos Acoyapa y Nancital en la parte este del lago de Nicaragua en el departamento de Chontales.

En la Costa Caribe Sur se ubican La barra costera de Willing Cay en Bluefields, Corn Island o Isla del Maíz, Laguna de Perlas y más al este la formación de los Cayos Perlas. Y más al sur el Río San Juan.

En tanto en el norte del país, fronterizo con Honduras se ubica el Río Coco. 

En el municipio de Nandaime, departamento de Granada se encuentra otro humedal, el charco de Mecatepío. También son considerados sitios de importancia las lagunas cratéricas del Pacífico como Apoyo, Masaya, Xiloa, Tiscapa y Asososca.

Marena en el último informe presentado a la Convención Ramsar en 2021, reveló que “actualmente se realiza una consultoría para la identificación y selección de tres humedales en el contexto de los requisitos de la Convención Ramsar en coordinación con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INIDES) con fondos administrados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)”. La Isla del Maíz es uno de estos sitios. 

Nicaragua tiene una superficie de 130 373  47 km2, de los cuales 10 541 92 km2 corresponden a lagos y lagunas; destacándose el Lago Cocibolca con 8.144 km2

No se aplica las  leyes para proteger los humedales

En 2006, un grupo de expertos investigadores del CIRA y del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), publicaron el documento “Situación de los recursos hídricos en Nicaragua”.

En el estudio realizan un análisis sobre la situación de los diferentes recursos hídricos como lagunas, ríos, lagos y acuíferos subterráneos. Determinaron que el país es muy privilegiado por la cantidad de agua con que cuenta. Sin embargo, concluyeron, que la situación de privilegio, “se ve amenazada con el alto grado de contaminación que están sufriendo los cuerpos de agua superficiales y subterráneas, producto del uso inadecuado de agroquímicos y por el vertido de aguas de desecho doméstico e industriales, sin tratamiento previo en la mayoría de los casos”.

También advierten “que los períodos extremos de sequía harán que los acuíferos y los ríos se sequen, disminuyendo la capacidad de retención y almacenamiento de agua de los humedales”.

En Nicaragua hay un marco legal para proteger los recursos hídricos. En 2003, durante la presidencia de Enrique Bolaños, se creó la Política Nacional de Humedales de Nicaragua, que tiene como propósito “orientar la acción para la conservación y uso sostenible de estos ecosistemas”.

De acuerdo con esta política, “el mayor potencial de los humedales es para la producción de agua potable, uso agrícola e industrial”. Sin embargo, muchas de las acciones establecidas en la política, no se han implementado.

Por ejemplo, uno de los lineamientos establece conformar el Comité Nacional de Humedales que permita la realización de acciones conjuntas, intersectoriales, interinstitucionales y multidisciplinarias en materia de humedales. Hasta el momento, dicho comité, no existe.

En 2007 fue creada la Ley General de Aguas Nacionales, Ley No. 620. El artículo 1 de la ley establece que el objetivo es implementar el marco jurídico institucional para la administración, conservación, desarrollo, uso, aprovechamiento sostenible, equitativo y de preservación en cantidad y calidad de todos los recursos hídricos existentes en el país.

El artículo 98 de la misma ley establece que el “Estado es responsable de garantizar todo el proceso de recuperación y saneamiento del Lago de Managua o Xolotlán, y lagunas que estén contaminadas”.

También se “prohíbe la tala o corte de árboles o plantas de cualquier especie, que se encuentren dentro de un área de doscientos metros a partir de las riberas de los ríos y costas de lagos y lagunas a fin de proteger el recurso hídrico existente”.  Esto es considerado un delito por la ley y está penado con cinco años de cárcel, de acuerdo con el artículo 129 inciso F. Sin embargo, no se cumple.

De igual forma, la ley establece dos años de cárcel para quienes utilicen aguas nacionales sin concesión y en volúmenes mayores a los establecidos. En el artículo 30 la ley determina que las empresas involucradas en la contaminación de los recursos hídricos deberán reparar el daño ambiental, que incluye la limpieza y la recuperación de los contaminantes. Dichas empresas podrán ser clausuradas de forma temporal o definitivamente en dependencia de la gravedad del daño.

Dolores, la investigadora de aves, afirma que pronto saldrá a visitar algunos humedales para monitorear las aves migratorias, la laguna de Tisma podría ser uno de estos lugares. “Se requiere un compromiso firme de parte de las autoridades municipales y nacionales para proteger los humedales, sin eso, van a continuar a la deriva como en los últimos años”, lamenta.

En Tisma, José Esteban cree que “mientras haya agua, tendrá trabajo”, y Goya tiene puesta su esperanzas en "Dios", “Ojalá Dios quiera que nunca se seque la laguna de Moyúa". 

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