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Discapacidad en Nicaragua: las barreras que dificultan una vida digna

Ulises | 25 Jun 2024

Discapacidad en Nicaragua: las barreras que dificultan una vida digna

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Al menos 710,700 personas viven actualmente en el país con alguna discapacidad. • Foto: Onda Local

Oliver es un joven con discapacidad que se moviliza en silla de ruedas, perdió la movilidad de sus piernas con apenas 11 años como consecuencia de un accidente que le dañó su columna. Cayó al vació en un guindo de varios metros cuando huía del maltrato de su padrastro.

Oliver pertenece a la etnia miskita. Nació en Bilwi, pero pasó su infancia en la comunidad Siksayari, ubicada al norte del municipio de Waspam sobre la ribera del Río Wangki. Ahí empezó a trabajar en la agricultura desde los 7 años. Cultivaba yuca, frijoles y verduras con su padrastro.

El accidente que lo dejó postrado cuando apenas era un preadolescente, le cambió totalmente la vida. A partir de ese momento inició un peregrinaje, que lo llevó a enfrentar las más inimaginables dificultades, entre estas el estigma y la discriminación, las que, con entereza y valentía, aprendió a sortear. Oliver logró vencer muchas barreras pese a su discapacidad, llegó a Managua muy joven, cargando con varias maletas llenas de sueños y metas, las que fue materializando hasta convertirse en ingeniero en computación.

La historia de Oliver, es solo una de cientos de miles que abundan a lo largo y ancho del país, con la salvedad de que pocas personas con discapacidad logran coronar una carrera universitaria dadas las barreras estructurales que siguen imperando en la sociedad.

De acuerdo a proyecciones basadas en la última encuesta sobre discapacidad, y tomando en cuenta que la prevalencia de la discapacidad en Nicaragua es del 10.3 %, al menos 710,700 personas viven actualmente en el país con alguna discapacidad.

Al aplicar la tasa de prevalencia encontrada en la Encuesta de Discapacidad de 2003 (10.3%), la población total con discapacidad sobre una proyección de 6.9 millones de habitantes, es de 710,700 personas.

Datos demográficos desactualizados

Nicaragua tiene un importante desfase en relación a las estadísticas demográficas, lo que conlleva a encontrar subregistros y datos poco confiables en las diferentes áreas y segmentos poblacionales. Las estadísticas actuales se basan en proyecciones.

El último censo de población se realizó en el año 2005. No es si no hasta 19 años después que se realiza un nuevo censo pese a que los estándares internacionales, establecen que los censos de población deben realizarse cada diez años.

En lo referido a la discapacidad en el país, la última encuesta sobre prevalencia de la discapacidad se realizó en el año 2003 durante el gobierno de Enrique Bolaños. La encuesta levantada por el entonces Instituto Nicaragüense de Estadísticas y Censos (INEC), hoy INIDE, refleja que la prevalencia de la discapacidad es de 10.3%.

Un documento de referencia titulado “Inclusión y educación, todos y todas sin excepción: Discapacidad y educación en Nicaragua” encargado por la UNESCO para el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020, refiere que “desde el año 2010 el gobierno actual impulsó desde el Ministerio de Salud (MINSA), el Programa Todos con Voz, el cual originalmente tuvo como objetivo el realizar un diagnóstico de la situación del sector de las personas con discapacidad en el país”.

“Todos con voz”, según el gobierno, es un programa de atención y seguimiento a las personas con discapacidad para fortalecer su inclusión social.

El mismo documento explica que de ese diagnóstico resultó un 2.5% de población con discapacidad en Nicaragua, pero también aclara que dicho diagnóstico “no se realizó en la totalidad del país.”

En la misma vía el documento “Norma para la promoción, prevención y atención integral de las personas con discapacidad” del Minsa, publicado en enero 2023, refiere que “según criterios de ingreso del Ministerio de Salud, se registran 183,109 personas con discapacidad lo que representa el 2.74% de la población, atendidas a través del programa Todos Con Voz”.

Las actualizaciones hechas a estos datos en 2024, alojadas en la web del Minsa como parte del Mapa Nacional de Salud, refieren que actualmente hay registradas un total de 194,495 personas con discapacidad (Equivalente al 2.7% de la población). Según el Minsa “este registro es dinámico y contempla los nuevos ingresos, defunciones y migraciones de las personas con discapacidad”.

No obstante, dada la falta de cobertura nacional, los datos de las personas con discapacidad registradas por el Minsa, están abismalmente alejados de la prevalencia del 10.3% que registra la Encuesta Nacional de Discapacidad del 2003.

Tipos de discapacidad que predominan en Nicaragua

La encuesta de discapacidad clasificó las discapacidades por deficiencia y por funcionalidad. En la categoría por deficiencia, encontró que el 40% de las personas con discapacidad, tenían dificultades para caminar, el 32% dificultades sensoriales relacionadas a la visión, el 10% dificultades auditivas y el 11% dificultades para comunicarse.

En lo que respecta a las discapacidades por funcionalidad, los hallazgos reflejan que más del 75% de las personas con discapacidad tiene dificultades de movilidad, seguido del 58% con dificultades en la comprensión y la comunicación y un 54% con dificultades de relacionamiento con otras personas. Lo que refleja que estos porcentajes corresponden a la vez a personas con más de una discapacidad.

En tanto, las 194,495 personas con discapacidad registradas por el Programa “Todos Con Voz” están clasificadas según tipo de discapacidad de la siguiente manera: 81,227 con discapacidad físico motora, 43,472 con discapacidad intelectual, 23,575 con discapacidad visual, 15,978 con discapacidad auditiva, 8,967 con discapacidad psicosocial, 5,331 con discapacidad visceral y 15,895 con dos o más discapacidades.

De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las personas con discapacidad son aquellas que tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás. 

Educación especial con recursos limitados

De acuerdo al Ministerio de Educación, en Nicaragua existen 25 escuelas públicas de educación especial, la mayoría ubicadas en las cabeceras departamentales y algunos municipios cercanos a estas. Sin embargo, estas solo ofrecen la modalidad de preescolar y primaria, aunque algunas tienen un programa de inclusión sociolaboral que atiende a jóvenes con discapacidad intelectual.

Otra carencia en términos educativos, es la falta de personal docente especializado en la atención de las diferentes discapacidades.

Una Máster en Salud Pública con especialidad en atención a la niñez, adolescencia y juventud con discapacidad, consultada por Onda Local, opinó que la educación especial dentro del sistema de educación pública si bien ha sido una respuesta para las personas con discapacidad, esta no da cobertura a todas las personas que necesitan de esta educación.

En ese sentido recordó que la educación inicia con la primera infancia, pero continúa hasta el nivel universitario, “las escuelas especiales prácticamente brindan atención a los chavalos en primaria y hasta los 18 años, después de los 18 no tienen otras alternativas, sobre todo aquellos que tienen deficiencias intelectuales, que son los menos aceptados en los otros niveles educativos” explicó.

La experta añadió que hay una gran población de jóvenes con deficiencia intelectual, que, cumpliendo los 18 años, no tienen más opciones que las aulas talleres donde se les enseñan algunas habilidades vocacionales, “pero con esto realmente no se logra una verdadera inclusión de este grupo” advirtió.

Asimismo, refirió que el hecho que la mayoría de escuelas especiales estén en las cabeceras departamentales y que el resto de municipios no estén cubiertos, hace que la gran mayoría de personas con discapacidad, sobre todo los que las tienen de moderadas a severas, queden totalmente fuera del sistema educativo.

En Nicaragua solo hay 25 escuelas públicas de Educación Especial, ubicadas en los municipios de Managua, San Marcos, Jinotepe, Diriamba, Comunidad Nuevo Amanecer (Diriamba), Masaya, Granada, Rivas, León, La Paz Centro, Chinandega, Chichigalpa, El Viejo, Corinto, Boaco, Juigalpa, Matagalpa, Jinotega, Estelí, La Trinidad, Condega, Ocotal, Somoto, Bluefields y Bilwi.

Carencias limitan proceso educativo

La especialista resaltó que en las escuelas especiales se observan muchas carencias, “los profesores están limitados porque tienen muchas necesidades además de las educativas” refirió.

En ese sentido agregó que entre esas necesidades están la de generar autonomía, algo muy importante para ayudarle a las familias para que estas puedan también colaborar con todo el proceso educativo, pero también hay carencias en cuanto a equipamiento, materiales didácticos y docentes capacitados en lenguaje de señas, braille, movilidad y uso de tecnologías para personas con discapacidad.

Por otro lado resaltó que los jóvenes que logran escalar hasta el nivel universitario, generalmente son los que tienen discapacidad auditiva y visual, pero estos cursan carreras en medio de limitaciones y luego de egresar se les dificulta conseguir un empleo en lo que se especializaron, “es todo un proceso sistémico que tiene que cambiar para lograr una mayor accesibilidad a la educación y posteriormente mejores oportunidades para que ellos puedan obtener un empleo de acuerdo a su especialidad” puntualizó.

Capacitación técnica se limita a cursos

La otra instancia educativa estatal que atiende a personas con discapacidad, es el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec). Este según información de su sitio web, ofrece 62 cursos de capacitación en 53 centros tecnológicos, atendiendo principalmente a jóvenes con discapacidad auditiva. Los cursos en los que participan estos jóvenes están vinculados principalmente a los sectores de servicios y turismo, Industria, comercio y construcción.

El párrafo segundo del artículo 41, de la Ley 763 establece que “El Estado solicitará al Consejo Nacional de Universidades y al Instituto Nacional Tecnológico, la creación de las carreras necesarias con su debido pensum para capacitar técnicamente o profesionalmente al personal docente en los diferentes lenguajes de comunicación, atenciones y metodologías adecuadas para impartir la educación especial”.

 

Barreras en el sistema de salud

El acceso a los servicios y atención en salud resulta otro dolor de cabeza para las personas con discapacidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), resalta que las personas con discapacidad se enfrentan a barreras en todos los aspectos del sistema de salud, entre las que menciona la falta de conocimientos, las actitudes negativas y las prácticas discriminatorias del personal de atención de salud.

Asimismo, indica que otras barreras son la falta de accesibilidad a las instalaciones, así como la falta de información o de recopilación y análisis de datos sobre discapacidad. “Todo ello contribuye a las desigualdades a las que se enfrenta este colectivo en relación con la salud” asevera la instancia global.

La OMS advierte que las desigualdades en materia de salud se derivan de las situaciones injustas a las que se enfrentan las personas con discapacidad, como la estigmatización, la discriminación, la pobreza, la exclusión de la educación y el empleo, y las barreras que encuentran en el propio sistema de salud.

En Nicaragua las barreras están marcadas por la falta de especialistas en la atención de las diferentes discapacidades y la falta de cobertura de estos servicios de salud a nivel nacional. La mayoría de centros de referencia para algunas especialidades se encuentran en Managua, hasta donde las personas con discapacidad y sus familiares tienen que viajar desde el interior del país. La cobertura en atención de estos centros es limitada, dada la poca asignación presupuestaria que reciben.

Los principales centros de atención especializada para personas con discapacidad son:

  • Hospital Nacional de Rehabilitación Aldo Chavarría, que brinda rehabilitación, atención en audiología, logopedia, se fabrican prótesis para miembros inferiores y superiores,
  • Hospital Psicosocial de referencia nacional
  • Centro Nacional de Rehabilitación para personas ciegas y de baja visión comandante Carlos Fonseca.
  • Centro Nacional de Oftalmología
  • Centro de audiología y Logopedia.
  • Centro de Ortesis y Prótesis
  • Casas para personas con necesidades especiales.

Autonomía e independencia, dos retos de la discapacidad

La especialista en atención a personas con discapacidad que habló con Onda Local solicitando la omisión de su identidad, refirió que todas las personas con discapacidad pueden alcanzar algún nivel de autonomía en dependencia de la severidad de su discapacidad. Sin embargo, es más difícil lograr algún nivel de independencia.

Aclaró que son dos cosas diferentes, porque la autonomía, si bien implica poder hacer muchas cosas que hace cualquier persona por sí sola, en términos de discapacidad, está más asociada a la toma de decisiones, a elegir o decidir por su cuenta qué y cómo quiere determinada cosa, pero cuando esa decisión o elección autónoma, requiere de una acción para concretarse, muchas veces, dada la discapacidad, la personas va necesitar la asistencia o la ayuda de otra persona, es decir, que se lleve a cabo su decisión va depender del apoyo de alguien más.

Un ejemplo claro de lo anterior, es cuando un niño con discapacidad elige de manera autónoma los zapatos que quiere ponerse, el decide sobre ello, está ejerciendo autonomía, pero dada su condición, tiene limitada la capacidad física de ponérselos.

La independencia implica, por tanto, llegar a valerse por sí solo, sin ningún tipo de ayuda, un reto muy difícil porque por lo general la mayoría de personas con discapacidad requieren o dependen del apoyo físico de otras personas.

La especialista sin embargo resalta que una de las mayores fallas que se da desde las familias, es pensar que la persona con discapacidad no puede alcanzar un nivel de autonomía y no le permiten el desarrollo de ese potencial. “Es importante lograr que la familia entienda que la persona con discapacidad va a poder hasta donde ellos le ayuden a desarrollar todo ese potencial que tiene y eso tiene que comenzar desde la primera infancia” aconsejó la experta.

En ese sentido explicó que los tres primeros años en la vida de un niño o niña con discapacidad son claves, “porque si en esa primera etapa de la vida, no se da todo ese proceso de estimulación, no va a tener la capacidad de desarrollarlo después”.

La doctora añadió que desde que nace una persona debe haber todo un proceso de estimulación, lo que muchas veces no se da con los niños con discapacidad, cuando en realidad son las que necesitan mayor cantidad de estímulos para que su cerebro vaya estableciendo relación entre las cosas y asimilando cómo funcionan.

“Lo que se observa es que la mayoría de veces estos niños, sobre todo los que tienen algunas discapacidades más severas como la parálisis cerebral, el síndrome post infección de zika, el síndrome de Down son los menos estimulados, porque muchas veces las familias creen que solo llevándolo a una terapia es suficiente” explicó la experta.

En la misma vía agregó que las familias desconocen que en el mismo hogar tienen los recursos necesarios para poder estimularlos desde la casa sin necesidad de tener juguetes complejos, es decir, utilizando los utensilios del hogar les pueden ayudar a desarrollar la parte sensorial “que conozcan olores, sabores, colores, es algo que se podría hacer de rutina, pero muchas familias no conocen cómo hacerlo. Ahí falta mucha educación e información.”

En ese sentido recomendó el uso de los medios educativos y redes sociales, para promover una mayor estimulación y un mayor involucramiento de toda la familia y no solo de la madre, como suele ocurrir.

La escuela, un espacio fundamental para el desarrollo

La doctora también refirió que cuando el niño o la niña alcanza la edad escolar, es clave que vaya a la escuela, “si un niño con parálisis cerebral va a la escuela, es otro asunto” aseguró, a la vez que lamentó que muchas veces estos niños no van a la escuela porque no tienen los medios auxiliares como la silla de ruedas o el apoyo que necesitan para su higiene personal.

De igual forma dijo que hay distintas situaciones que pueden limitar realmente la independencia, pero la autonomía y la autodeterminación de la persona es lo más importante.

Inclusión y participación debe ser para todas y todos

Si bien existen diversos factores externos que determinan el nivel de inclusión y participación de las personas con discapacidad en los diferentes espacios de interacción social, en muchas ocasiones el tipo de discapacidad resulta ser el primer factor determinante, lo que no precisamente significa que la personas no pueda participar de esos espacios. La especialista aclaró que la inclusión y participación debe ser para todas las personas independientemente del tipo de discapacidad, aunque para unos sea más difícil que para otros.

La experta explicó que, por ejemplo, la niñez con discapacidad motora o discapacidades mixtas, es decir, las que afectan más de una función como la sordoceguera, tiene mayores limitaciones para participar en espacios educativos o recreativos, “para que puedan participar generalmente se requiere de muchas adaptaciones” acotó. En tanto las personas con deficiencias auditivas y visuales, son generalmente las que tienen mayores posibilidades de participación. “Muchas de estas han logrado llegar hasta la universidad e insertarse en el mundo laboral” aseguró.

Asimismo, refirió que las personas con deficiencia intelectual o deficiencias motoras severas, que no pueden caminar por si solas, tienen mayor dificultad de lograr esa inclusión en esos espacios ya que tienen mayores limitaciones que las hacen más dependientes.

Sin embargo, las personas con síndrome de Down, pueden ser un poco más independientes y alcanzar mejores niveles de autonomía.  La especialista asegura que estas pueden realizar muchas cosas, desde el aseo personal, la limpieza de su ropa, la limpieza en su casa, incluso pueden participar en actividades vocacionales. “Pero es importante abrir esas oportunidades y trabajar mucho con la familia para que también la familia lo visualice y haga esas adecuaciones necesarias en el hogar y promueva también que se hagan en las instancias donde su hijo o su hija está participando” enfatizó.

Estigmatización ha ido disminuyendo

Aunque es difícil de erradicar, hay avances sustantivos en cuanto a la estigmatización, discriminación y la exclusión hacia las personas con discapacidad.

A criterio de la especialista consultada por Onda Local, las cosas han ido cambiando significativamente gracias a toda una lucha que se gesta desde las mismas personas con discapacidad. “Estas personas han venido ocupando espacios que antes no había, entonces ellos y ellas, desde esos espacios están tratando que las personas que no tienen discapacidad conozcan, por ejemplo, como se les debe nombrar para no caer en la discriminación.”

Indicó que esto es un proceso que debe ser continuo y que debe darse a en todos los espacios, haciendo énfasis en la importancia de promoverlo en las escuelas.

Asimismo, resaltó el rol de los medios de comunicación para ir cambiando toda forma de discriminación a través del lenguaje, aunque advirtió que todavía hay medios que usan términos como “discapacitados”, “capacidades diferentes” e incluso “impedidos” o “minusválidos”. “Todavía no se logran todos estos cambios en el lenguaje, pero sí se han dado algunos avances” subrayó.

La inclusión también empezó a caminar

En cuanto al tema de la exclusión en el entorno familiar, la experta destacó la labor de las organizaciones que han trabajado con las familias en función de hacer toda una reflexión alrededor de la premisa que las personas con discapacidad, además de ser parte integral de la familia, son personas sujetas de derechos y por tanto debe tomarse en cuenta su participación en los procesos que se dan en la familia.

“hay algunas organizaciones que se han destacado en eso, sobre todo las asociaciones de madres y padres con hijos con discapacidad; desde varias de estas asociaciones se ha hecho todo un trabajo educativo para que la familia entienda que esta es una persona con derecho y se promueva su autodeterminación, independientemente de la severidad de la discapacidad que tenga” explicó la experta.

En la misma línea añadió que es importante que la persona con discapacidad pueda tomar algunas decisiones sobre su vida, como elegir su vestimenta, o lo que come, “cosas mínimas que a veces consideramos que no son importantes pero que para ellas tienen mucha importancia; creo que en esto se han dado avances, son pasos pequeños que van llevando a la familia a comprender que realmente, si la familia no hace nada por esa persona, pues la persona realmente será dependiente” argumentó.

Protección legal de las discapacidades

El marco jurídico nicaragüense, en general, es inclusivo respecto de las personas con discapacidad. La protección de los derechos y la obligación del Estado de brindar servicios especializados para la atención de las discapacidades, está claramente definida en varias leyes de carácter social, principalmente en las leyes referidas a la salud y la educación, así como las de carácter laboral y de asistencia social, entre otras.

Sin embargo el pleno cumplimiento de las obligaciones del Estado con este segmento poblacional sigue siendo una tarea pendiente, si bien hay programas y proyectos dirigidos a la población con discapacidad, estos se desarrollan con recursos limitados, pues las personas con discapacidad no son prioridad en las políticas del Estado.

La Ley 763 y su reglamento

La Ley de los derechos de las personas con discapacidad (Ley 763) y su reglamento (Decreto 11-2014) constituyen las normativas que recogen la mayor cantidad de beneficios en materia de protección y garantía de los derechos de las personas con discapacidad en Nicaragua. 

La normativa establece la igualdad de condiciones en cuanto a los derechos civiles, políticos, sociales, económicos, culturales y laborales, así como a la educación y la salud, todos consagrados en la Constitución Política de la República.

La Ley 763 promueve el desarrollo humano integral de las personas con discapacidad, mandata la adecuación de la infraestructura para la accesibilidad tanto en espacios públicos como privados, estatuye entre otros preceptos, la no discriminación, la rehabilitación y el acceso a la justicia.

Creación de entidades afines

La Ley 763 también mandata la creación y funcionamiento de la Dirección General de Desarrollo para las personas con Discapacidad, instancia encargada de establecer políticas para la prevención, atención y rehabilitación integral de las personas con discapacidad. 

La misma normativa establece la creación del Consejo Nacional de Promoción y Aplicación de los Derechos de las Personas con Discapacidad, seta según la ley se encarga de desarrollar políticas en favor de las personas con discapacidad.

Dicha ley, promulgada en abril de 2011, derogó y sustituyó a la Ley 202, (Ley de prevención, rehabilitación y equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad).

Una Ley para la comunicación entre y con las personas con discapacidad auditiva

Otra normativa importante en materia de discapacidad, es la Ley del Lenguaje de Señas Nicaragüense (Ley 675), misma que reconoce y regula el leguaje de señas, como la forma de comunicación oficial de las personas con discapacidad auditiva en Nicaragua.

Dicha ley establece entre otras cosas, el entrenamiento, formación y capacitación de intérpretes para la comunicación en las instituciones del Estado y medios de comunicación audiovisuales, también mandata la creación del Consejo Nacional del Lenguaje de Señas, integrado por personas delegadas de diferentes entidades estatales.

Si bien el cierre de las organizaciones sin fines de lucro, que ejecuta el régimen desde 2018, no ha incluido aún a las organizaciones de personas con discapacidad, estás se han visto afectadas indirectamente, pues la dictadura ha ilegalizado oenegés, fundaciones y agencias de cooperación que destinaban importantes recursos a programas y proyectos dirigidos a estas.

 

La discapacidad en la Costa Caribe nicaragüense

Es otra realidad compleja dada la cosmovisión, las características socioculturales y la diversidad étnica de esta región del país, pero además por el difícil y limitado acceso a los servicios especializados, principalmente de atención en salud y educación.

Así lo deja entrever el estudio “Etnia y discapacidad: una mirada desde una perspectiva multicultural” realizado en 2020 por la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU) y la Federación Nicaragüense de Asociaciones de Personas con Discapacidad (FECONORI).

El estudio, entre otras cosas concluye que en las comunidades caribeñas, las percepciones sobre la discapacidad están condicionadas por el contexto cultural y las creencias y cosmovisión en torno a la aceptación de la condición de discapacidad.

En ese sentido la discapacidad es percibida como “enfermedad”, “locura”, “limitación”, “frustración” e” infelicidad”, el estudio indica que entre las percepciones también se identificó que las personas con discapacidad son vistas como “seres especiales”; pero también se cree que su condición es un “castigo o prueba de Dios.”

Principales desafíos en materia de salud

El estudio identifica entre los principales desafíos en salud los siguientes: en las comunicades indígenas, las personas no reciben los servicios en sus lenguas maternas, hace falta mayor cobertura de programas en el área rural y comunidades indígenas, tanto la niñez, como las personas mayores con discapacidad que habitan en lugares lejanos no están censados y por lo tanto no reciben servicios, ni tienen diagnóstico.

También existe una limitada comprensión del personal de salud sobre las necesidades de educación integral de la sexualidad de las personas con discapacidad.

Las brechas en la educación

El informe de la BICU Y FECONORI, revela que una de las principales brechas de acceso percibidas en las comunidades de la Costa Caribe, es la falta de educación en las lenguas maternas.

El documento refiere que “el poco acceso a la educación limita la participación y expresión de las personas con discapacidad en las comunidades indígenas, no permitiendo el intercambio cultural, limitando su progreso educativo y autonomía”.

También advierte que la discriminación en las aulas de clases es una constante que viven niños, niñas, adolescentes y jóvenes con discapacidad, lo que repercute en la deserción y el limitado avance en los niveles de estudio.

Otros logros y desafíos

Por otro lado, el estudio refiere que las mujeres con discapacidad siguen teniendo barreras diferenciadas por su condición de género. De igual manera identifica discriminación entre mujeres sin discapacidad y mujeres indígenas con discapacidad, visualizando las limitaciones en el acceso a educación, empleo y mejores condiciones de vida.

El informe de la investigación expresa en sus conclusiones, entre otras cosas que, a nivel institucional se identifica que la arquitectura en los edificios públicos, así como las normas que rigen los derechos de las personas con discapacidad han favorecido su participación y visibilización, así como sus necesidades, activos y capital social.

Asimismo, concluye que la información cuantitativa en ambas regiones sobre las personas con discapacidad se restringe a los registros de los servicios de salud (Mapas de salud).

El documento refiere que a nivel de social persiste en el ámbito urbano, pero más acentuado en el rural, concepciones sobre la discapacidad basadas en la limitación y estereotipos que profundizan la discriminación y exclusión social y hasta familiar.

La perseverancia y determinación de Oliver

Oliver, como parte de ese grupo poblacional vulnerable, vivió diversas vicisitudes desde su llegada a Managua. La capital no lo recibió como él se imaginaba.

Estuvo hospitalizado en varias ocasiones, y deambuló por las calles luego de ser abandonado en un hospital, pernoctó en bodegas, y además de todas las limitaciones que le significaban su discapacidad, se vio también afectado por otro obstáculo; la barrera de la lengua, pues hablaba y entendía muy poco el español porque creció hablando su lengua natal, el miskito.

Pese a todo no renunció a sus metas y sueños. La principal era estudiar y llegar a ser un profesional.

Las cosas mejoraron cuando logró recibir apoyo de una organización que trabaja con personas con discapacidad. Ahí recibió techo, comida y medicinas, pero también ahí inició la oportunidad de estudiar. Así cursó la primaria, la secundaria, hasta llegar a la universidad.

Concluyó su primaria en la escuela Juan Bautista Arríen, luego con una beca, ingresó al internado del Colegio Vocacional Adventista de Nicaragua, donde estudió hasta el tercer año de secundaria, recuerda que, durante el primer año, fue blanco de la burla y discriminación por parte de otros estudiantes.

Finalmente, Oliver concluyó la secundaria en el Colegio Maura Clarke, de donde luego pasó a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAM-Managua). Ahí se enfrentó a otras barreras. Una de las que más recuerda es que en ese entonces no había rampas en la UNAN, y para llegar a las aulas del pabellón en el que recibía clases tenía que bajar 18 gradas “yo las bajaba a veces con ayuda, a veces sin ayuda; me bajaba de la silla de ruedas y la bajaba arrastrándola, así me la pasé cada día de clases, hasta que me cambiaron de pabellón” recuerda.

Con todo no renunció a su meta y logró su título de Ingeniero en Computación. Lo logró porque como el mismo afirma: “Las metas hay que perseguirlas y alcanzarlas, así sea en silla de ruedas”.

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