Abuelitas y Abuelitos en Nicaragua más vulnerables por falta de atención del Estado

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Doña Lucrecia Montenegro y Sonia Tapia en el Hogar San Antonio de Masaya • Foto: Odette

Doña Lucrecia es una anciana de 81 años, risueña y aparentemente callada, pero cuando se le mete plática, conversa animadamente. Tiene su escaso y corto cabello totalmente blanquecino por los años; bajo su piel surcada por el tiempo, se ocultan historias de tristeza, soledad, además de las dolencias propias de la edad, las que disimula con su agradable sonrisa, pero también guarda bonitos recuerdos de los años que ya se fueron. Nunca se casó y dedicó su vida al magisterio, “soy una niña vieja” dice entre risas. Lleva 14 años viviendo en el Hogar de Ancianos San Antonio, ubicado en la ciudad de Masaya.

La soledad fue quien empujó a doña Lucrecia hasta el sitio que hoy es su hogar, pues no tenía familiares que respondieran por ella, solo un primo que ya no la visita por problemas de salud, y a quien recuerda con nostalgia. “En Granada vive un primo mío, el me venía a ver con su esposa, pero ahora ya no puede venir porque le cortaron una pierna” lamenta.

Lucrecia comenta que es jubilada, y que su pensión es administrada por las religiosas del hogar. “Mi pensión la reciben las monjitas del Hogar a mí me dan 500 pesos. Este mes me compraron estas sandalias en Payless” afirma mientras sonríe oronda apuntando la mirada hacia sus pies. 

Esta señora octogenaria es una de 45 personas adultas mayores que viven en este asilo. Cada uno con su propia historia.

En Nicaragua, de acuerdo a las estadísticas, la población adulta mayor se incrementa y, por tanto, cada vez también son más los adultos mayores que sufren de malos tratos, son abandonados por sus familiares o deambulan por las calles porque no tienen un hogar. Algunos, con el peso de los años encima, aun se dedican a actividades laborales para poder subsistir.

Las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), indican que para el año 2025, en Nicaragua habrá 34 adultos mayores por cada 100 personas económicamente activas.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, en el año 2015, Nicaragua tenía 6.2 millones de habitantes, de los cuales 372,000 eran mayores a 60 años lo que representaba el 5% de la población. Para el 2025, se proyecta que la población adulta mayor, habrá aumentado a 7.6% según la CEPAL.

De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), se estima que, en el año 2050, Nicaragua tendrá 7.3 millones de habitantes de los cuales 1.2 millones de personas tendrán más de 65 años.

Hacen falta políticas públicas para el adulto mayor

La Constitución Política de la República establece en el Artículo 77 que “Los ancianos tienen derecho a medidas de protección de parte de la Familia, la Sociedad y el Estado”.

Hogar San Antonio, Masaya. Fotografía: Odette

Pese a la existencia de la Ley 720 o Ley del Adulto Mayor, este sector de la población nicaragüense continúa siendo uno de los más vulnerables. Generalmente los beneficios que en dicha ley se establecen, no trascienden más allá del papel. Esta norma jurídica estatuye que los adultos mayores tienen derecho a recibir un trato justo, humano, respetuoso y digno.

Aunque el crecimiento de este segmento poblacional no es acelerado por ahora, es inevitable que lo sea a mediano plazo, y requiere la atención estatal con políticas y programas dirigidos a garantizar el bienestar de este grupo poblacional.

En el año 2020 había 244,499 pensionados de los cuales 114,319 obtuvieron su jubilación por vejez, lo que representa el 46.8 % del total de pensiones según datos del Anuario estadístico del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). Los ancianos pensionados por vejez reciben en promedio 6,000 córdobas mensuales.

Por otro lado, de acuerdo a estadísticas del Banco Central, en el año 2000, Nicaragua tenía unos 570,864 adultos mayores, lo que indica que más de la mitad de ellos no reciben una pensión por parte del Estado.

El gobierno da “migajas” a los ancianos

El gobierno de Nicaragua ejecuta algunos proyectos en beneficio de los ancianos, sin embargo, estos son de bajo presupuesto y por tanto de poca cobertura.

Una de estas iniciativas es el Programa Educativo, Laboral de Salud y Cultura del Adulto (PELSCAM), desarrollada por el INSS, en donde según esta institución, ofrecen círculos de ayuda y terapia psicológica, clases de computación, bisutería, belleza, arreglos florales, cocina, reparación de electrodomésticos entre otros. Sin embargo, beneficios son únicamente para los adultos mayores jubilados.

Según el Plan Nacional de Lucha contra la pobreza 2022-2026, se ha garantizado atención de calidad a 5,078 personas adulta mayores en situaciones de riesgo o abandono, con asistencia médica y recreación en los distintos Clubes del Adulto mayor del país.

Por otro lado, el Anuario Estadístico del INSS 2020, menciona que, “Se otorgaron un total de 2,688 medios auxiliares, 1.3 por ciento más en relación al año previo; lo más solicitado fue audífonos con un total de 1,269 y en segundo lugar prótesis con 648. Además, como parte del paquete de atención en salud se autorizaron un total de 3,857 trabajos dentales y se entregaron 105,316 órdenes de lentes” esto se realizó según señalan a través del Programa de Adulto Mayor a pensionados.

Acciones en detrimento de su bienestar

Contrario a lo que se esperaría, el gobierno ha puesto en marcha acciones que ponen a las personas adultas mayores en situación de mayor vulnerabilidad, como fue el caso del Asilo de ancianos Sor María Romero el cual fue cerrado en abril de este año, debido a que su personería jurídica que respondía al nombre de Fundación Para la Dignidad Humana Nicaragüense fue cancelada.

A esto se suma, que en febrero de 2019 el gobierno aprobó el Reglamento General de la Ley de Seguridad Social, a través del Decreto Presidencial 06-2019 publicado en la Gaceta Diario Oficial. En donde se reduce la cuantía de las pensiones en un 50%.

Nicaragua no aprovecha el bono demográfico

De acuerdo a la CEPAL, el aumento de la población adulta mayor repercutirá en la economía y sistema de salud de Nicaragua, debido a que no existe un aprovechamiento del llamado bono demográfico.

De acuerdo con el UNFPA el bono demográfico es el periodo en el que la población productiva aumenta en relación con las personas que se consideran inactivas económicamente. Esto representa una oportunidad de ahorro y crecimiento económico para reducir a futuro el impacto que generaría sobre el país el incremento del segmento de población de adulto mayor.

Los impactos negativos, según la CEPAL, se visualizarían en la salud, dado que el gasto público en salud se incrementará aceleradamente por el efecto de envejecimiento de la población.

También se tendrá que ampliar la cobertura de las pensiones provocando que se dupliquen los ingresos laborales destinados a pensiones pasando de un nivel actual del 8.65 % al 24 % de los ingresos según proyecciones del UNFPA. Apuntando un impacto negativo sobre la sostenibilidad fiscal de los sistemas de pensiones debido al incremento de pensionados.

Asilos subsisten a “duras penas”

Mientras doña Lucrecia descansa en su mecedora en los corredores del Hogar San Antonio, Sor Norma Portillo, directora de este asilo de ancianos relata las vicisitudes que se viven para garantizar las condiciones de bienestar para ancianas y ancianos.

El asilo funciona en el antiguo hospital de Masaya desde el año 2003. Este fue fundado gracias a la labor de las hermanas Josefinas. Portillo refiere que ella junto a 11 hermanas más velan por los 45 residentes que actualmente alberga el Hogar.

Portillo señala que, de los 45 huéspedes, solo 15 tienen familia. “De los gastos de los 30 sin familia, tenemos que hacernos responsables nosotras. Del medicamento, de las cosas de uso personal, de la alimentación, del vestuario, si se presentó alguna emergencia; nosotros somos lo único que ellos tienen” asegura.

La religiosa relató que, pese a la situación económica que atraviesa Nicaragua, el asilo subsiste en parte porque los 15 ancianos que tienen familia están ubicados en las áreas privada y semiprivada, “con los ingresos de esas áreas logramos cubrir parte de los gastos de la planilla que son más de 65,000 córdobas quincenal, de ahí hacemos otras actividades como: bazares y rifas” explica. Portillo agregó que “tenemos algunas personas de confianza a quienes les pedimos cuando no tenemos y bueno las personas bienhechoras de Masaya que traen comida y productos”.

En tanto, en el municipio de Jinotepe, el Hogar de Ancianos Dr. Agustín Sánchez Vigil, con 24 años de funcionar, actualmente también pasa por dificultades para su manutención.

Así lo explica Sandra Gonzales, actual administradora del asilo: “Después de la crisis del 18 de abril, muchos donantes que nos ayudaban con dinero en efectivo para pagar planilla, pagar las prestaciones sociales como es el INSS el INATEC y el mantenimiento del edificio, se retiraron, esa ha sido una de las problemáticas que tuvimos con la crisis y la pandemia” destacó.

Gonzales relató que “actualmente el hogar se mantiene gracias a personas caritativas y al apoyo brindado por las empresas, organizaciones religiosas y civiles que se organizan en sus centros de trabajo” aunque también reconoció que reciben asistencias del Ministerio de Salud, el Ministerio de la Familia y la Alcaldía de Jinotepe. “La Alcaldía nos ayuda con el pago de luz y agua, el Ministerio de la Familia nos ayuda proporcionándonos granos básicos para el Hogar” aseguró, aunque también dijo que este ministerio también lleva al asilo a algunos ancianos que están en abandono.

De acuerdo con la administradora del asilo de Jinotepe, el costo promedio actual de un residente es de $526 dólares. Agregó que “la manutención es posible gracias a nuestros colaboradores, personas de buena voluntad que no dejan que en el Hogar los ancianos perezcan”. Gonzales aprovechó para hacer el llamado a la población a que puedan ayudar llenando donativos en especies. El asilo actualmente alberga a 40 ancianos.

En el asilo administrado por las hermanas josefinas, en Masaya, también son recibidos ancianos que son llevados por el Ministerio de la Familia, así lo explica su directora Sor Norma Portillo: “De las personas que no tienen familia, se hace un procedimiento que es por parte del Ministerio de la Familia, quienes hacen una investigación para ver si es real que no tienen familia, a la mayoría los han encontrado en la calle o en estado demasiado vulnerable y atentando contra su vida, entonces nos preguntan si tenemos espacio.”

La religiosa agrega que “cuando tenemos espacio con gusto los aceptamos”, aunque también recordó que la capacidad límite del hogar es para 47 residentes.

Doña Lucrecia, en medio de las carencias del Hogar que le da cobijo, tiene la suerte de tener el sustento de cada día, sus medicinas, y otros cuidos que requiere una persona de su edad. Pero, aunque tiene de amigas a otras ancianitas, muchas veces se siente sola, por la carencia del calor y afecto de familiares.

Aun así, Lucrecia es una abuelita privilegiada, porque como se dijo al inicio, muchos adultos mayores sufren maltrato y abandono o viven en condiciones de pobreza, los que lograron jubilarse reciben pensiones paupérrimas. Mientras los ancianos esperan la atención que merecen por parte del Estado, el gobierno invierte en otros menesteres para garantizar su permanencia en el poder. 

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