Embajadas en Latinoamérica: refugio de prófugos de la justicia y perseguidos políticos

 None

En 2009, tras ser depuesto el expresidente hondureño, Manual Zelaya, este se refugió en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa. • Foto: Onda Local / Cortesía

Durante décadas, las misiones diplomáticas en diferentes países de América Latina han servido, por un lado, como una salida para escapar de la persecución política que sufren disidentes de regímenes autoritarios, y por otro, como refugio para políticos corruptos que buscan evadir la justicia de su país.

El agitado devenir en las embajadas en los últimos meses

Mientras el expresidente panameño Ricardo Martinelli, prófugo de la justicia de su país, se refugia en la Embajada de Nicaragua en el país canalero, seis perseguidos políticos venezolanos se encuentran asilados en la embajada de Argentina en Caracas.

En tanto, en la embajada de México en Quito, Ecuador, se refugiaba, desde diciembre de 2023, el exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, acusado de corrupción, quien la noche del viernes 5 de abril, fue capturado por la policía ecuatoriana mediante un operativo que ha sido condenado por la comunidad internacional, por haberse violentado con esa acción, la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.

Glas fue capturado y llevado a una cárcel de máxima seguridad el mismo día que el gobierno de México le otorgó asilo, porque el presidente Manuel Andrés López Obrador, lo consideró “un perseguido político”.

El caso de Martinelli

El caso es similar al de Ricardo Martinelli, acogido por Daniel Ortega en la embajada de Nicaragua.

Martinelli llegó a la sede diplomática el 7 de febrero, luego de ser sentenciado a más de 10 años de prisión por delitos de corrupción.

Sin embargo, el régimen dictatorial de Ortega también lo consideró un “perseguido político” y exigió a Panamá otorgarle un salvoconducto para que el expresidente prófugo pueda trasladarse a Nicaragua.

Ortega ya ha dado refugio, e incluso nacionalidad, a otros dos expresidentes, los salvadoreños Mauricio Funes y Salvador Sánchez Ceren. También ha acogido a otros exfuncionarios hondureños vinculados al caso del expresidente Juan Orlando Hernández, condenado recientemente en Estados Unidos por narcotráfico.

El gobierno de Panamá ha negado el salvoconducto a Martinelli y mantiene permanentemente vigilada la sede diplomática nicaragüense, lo que ha tensionado las relaciones entre ambos países, sin hasta ahora llegar a una ruptura.

Tensiones crecen

El revuelo que ha causado lo ocurrido en la Embajada de México en Ecuador, ha activado las alarmas en otros países de la región.

El 26 de marzo pasado seis opositores al gobierno de Nicolás Maduro, se refugiaron en la sede de la embajada de Argentina en Caracas. El viernes 5 de abril, (el mismo día del asalto en Ecuador a la embajada de México), el presidente Javier Milei concedió a los disidentes venezolanos el estatus de asilados políticos y de acuerdo con información difundida por la Cancillería de Argentina, el gobierno de Milei está negociando los salvoconductos para que las seis personas puedan salir de Venezuela.

Milei, previendo que Maduro haga algo similar con su embajada en Caracas, condenó a través de un comunicado de la cancillería lo ocurrido en Ecuador.

Otros casos de la historia reciente de una Latinoamérica convulsa

Usar como refugio las embajadas no es nada nuevo. En la historia reciente han sucedido hechos similares. En 2009, tras ser depuesto el expresidente hondureño, Manual Zelaya, este se refugió en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde permaneció desde septiembre de 2009 hasta enero de 2010.

Dos décadas antes, en diciembre de 1989, cuando Estados Unidos invadió Panamá, el hasta entonces hombre fuerte de ese país, Manuel Antonio Noriega, se refugió en la sede de la Nunciatura Apostólica de la capital panameña, permaneció ahí hasta el 3 de enero de 1990, cuando decidió entregarse a las tropas estadounidenses.

Otro caso que registra la historia reciente es el del expresidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez, quien fue derrocado el 20 de abril de 2005, en un golpe de Estado civil. Tras su deposición Gutiérrez se refugió en la embajada de Brasil en Quito, para días después, salir hacia el exilio por medio de un salvoconducto.

La diferencia está claramente marcada, los delincuentes de cuello blanco, encuentran refugio en las embajadas de países, generalmente socialistas, los perseguidos políticos, que huyen de los gobiernos autoritarios, se refugian en las embajadas de países con democracias e institucionalidad más sólidas.

Noticias | Embajadas en Latinoamérica: refugio de prófugos de la justicia y perseguidos políticos