A Martha Cranshaw pocas veces la vieron sin esperanzas

Rosas rojas, blancas y amarillas están alrededor de su ataúd. Viejas fotos de su juventud muestran su sonrisa, su espíritu y años de trabajo. Otras son una escena de sus años de lucha contra la dictadura de Somoza. Entre los presentes hay ojos llorosos y sollozos en algunas partes del salón. El momento es una oportunidad para el reencuentro entre quienes tenían años de no verse. Abrazos y reencuentros. “Una vez más (Martha) da la oportunidad de reunir un montón de gente que no se había visto”, dice su hermano Patricio. El 10 de enero de 2020, en Sierras de Paz, Martha Isabel Cranshaw se despidió de Nicaragua.

Una de sus compañeras de Colegio lee el poema La Palabra, escrito por Martha Isabel, un ocho de agosto de 1972, unos meses antes de su bachillerato. El escrito, nos dice, encarna y describe la vida de Martha. “Vivió sencilla y murió sencilla. Siempre la recordaremos por su disciplina”.

Una voz clara y fuerte, refiere Sheyla de Nica Migrantes, quien nos da testimonio del legado que deja en temas migratorios. “Con toda su propuesta dejó un legado que beneficia a las y los migrantes tanto dentro como fuera del país. Esa sonrisa de esperanza y positivismo, ella vive en nuestros corazones y ella vive en todo el trabajo que vamos a seguir haciendo”.

Sheyla, frente al ataúd de Martha, recuerda lo que ella le pidió. “Hablá de mí, de mi trabajo”. A lo que respondió “siempre hablo de usted”. En el salón suena “Vos sos el Dios de los pobres”, canto de entrada de la misa campesina. Las lágrimas salen solas.

Vos sos el Dios de los pobres,
el Dios humano y sencillo,
el Dios que suda en la calle,
el Dios de rostro curtido.
Por eso es que te hablo yo
así como habla mi pueblo,
porque sos el Dios obrero,
el Cristo trabajador.

A Martha Isabel y a la doctora Vilma Núñez las une la lucha por los derechos humanos de las y los nicaragüenses. Núñez la recuerda en las instalaciones del Cenidh, rememora que la experiencia que les transmitió tuvo un aporte importante en el desarrollo y fortalecimiento del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, Cenidh, actualmente confiscado por la dictadura Ortega-Murillo. “Fue un miembro más del Cenidh. Su risa alegre y alborotada”.

Tenemos que impulsar el cambio que Martha estaba impulsando, nos recomienda Vilma Núñez. También nos recuerda que desde el año 2018, Costa Rica ha reportado 70 mil solicitudes de asilo de nicaragüenses, que se han visto obligados a migrar por exilio, ante las amenazas de muerte y hostigamiento de los paramilitares y personas afines al partido de gobierno. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados indicó que más de 60 mil nicaragüenses han huido del país producto de la represión.

Jaime Wheelock Román, excombatiente sandinista toma la palabra. “Martha pertenece a la generación de jóvenes de los años 70 que dedicaron su vida a Nicaragua. Era una muchacha intachable”, refiere, mientras cita las palabras de Martha Isabel:

“Todo comenzó un 15 de julio de regreso de clases, caminando de La Asunción rumbo a mi casa en San Sebastián. El Parque Central estaba atestado de curiosos y guardias. Bajé a sumarme y a preguntar qué ocurría. Luego aparecen avionetas y aviones. A lo lejos se oyó la balacera, ruido de tanques que ensordeció el bullicio’’.

“Ese día los managuas supimos de la existencia del padre de la resistencia urbana, Julio Buitrago’’. Julio marcó mi vida grabando en mi memoria la máxima expresión de resistencia y rebeldía popular. Escondida en el cuarto de baño y con la solidaridad de Ana la cocinera de mi casa, devoré las noticias de La Prensa.  Días después, cayó presa Doris Tijerino Haslam. Me fui a mi lugar favorito con el periódico entre las piernas.  “¡Dios mío la violaron y es una chavala!”.

Cristina era su seudónimo en los tiempos de lucha con la dictadura somocista. “Con Martha hemos perdido a un valiosísimo ser humano. No se rendía, luchó hasta el último momento. Un espléndido testimonio de vida”, señala Wheelock.

A los 64 años de está bióloga que siempre pensó en los derechos específicos de las personas migrantes, Nicaragua vive otra de sus peores crisis migratoria, pero la esperanza que ella mantenía viva, vive también en cada nicaragüense que está lejos de la patria. “Adiós Martha”, le dice Vilma Núñez, con la voz entrecortada y lágrimas. “Tus enseñanzas quedan en nosotros. Si recuperamos las instalaciones del Cenidh, estarás en aquella oficina donde alegremente te reías.Estará tu sonrisa de siempre”, le prometió.

Flor Monterrey, amiga de Martha Cranshaw ha dicho que muy pocas veces la vio sin esperanzas. “No se rendía. Luchó hasta el último momento’”. Leonila Argüello del Colectivo de Mujeres de Matagalpa, coincide con Monterrey. “Casi nunca la vimos triste. Para este colectivo su trabajo e ideales también son motor de lucha”.

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