Resplandores de Abril VII

VOLVEREMOS DE NUEVO A LAS CALLES

Volveremos de nuevo a las calles de nuestros barrios más queridos en todas las ciudades de Nicaragua. Sentiremos otra vez esa energía volcánica, ese entusiasmo desbocado, esa emoción pletórica y profunda de ser parte de un pueblo, de una ciudadanía en resistencia, en revolución, haciendo la historia. Estamos incómodos sin marchar, nos hace falta como un elemento vital de nuestra existencia luchadora, porque somos un tsunami, somos un terremoto, somos un incendio y nadie nos puede detener, nadie nos detendrá, aunque podrán contenernos por unas semanas, por un breve tiempo. Por ahora nos sentimos como un pájaro enjaulado que no puede alzar el vuelo y batir sus alas entre las corrientes de viento y elevarse hasta el paroxismo, hasta la exaltación máxima, la vehemencia sublime, que era nuestro estado casi natural al avanzar firmes sobre el asfalto o los adoquines entre un mar de gente, de banderas, de pancartas, de consignas, de gritos y sonidos atronadores o agudos como el de las vuvuzelas que no me gustaban tanto porque silenciaban la voz popular.

En las manifestaciones ciudadanas éramos como un mar poderoso y al mismo tiempo, dentro de las olas embravecidas, éramos uno mismo, particular, con su propio paso, su manera singular de corear los mensajes, ser uno y ser todos, ser uno y poder confundirnos en la multitud liberadora. ¿Cómo no extrañar las marchas? Es cierto que somos parte de una resistencia ciudadana pacífica que se expresa en múltiples formas de lucha, pero las marchas son imprescindibles porque pueblo que pierde las calles pierde el poder y por eso la dictadura las ha criminalizado y ha dispuesto a sus policías, antimotines, paramilitares y grupos de choque para impedirlas a toda costa, ante lo cual tenemos derecho a replegarnos para defender la vida y la seguridad, pero, ¿qué revolución se gana replegados? y, es duro decirlo, ¿cómo vamos a ganar si no arriesgamos, como iremos hacia la victoria aceptando las reglas que la tiranía nos está imponiendo? La conquista del poder pasa por retomar las calles, lo cual no es fácil, sin embargo, tiene que haber una manera que tome en cuenta la minimización de muertos, heridos y secuestrados, pero eso sí, es imposible que en la lucha por la libertad no haya bajas. Volveremos a marchas por nuestra querida Nicaragua y triunfaremos.

CON NIELS ANNEN LES SALIÓ EL TIRO POR LA CULATA A LOS DICTADORES ORTEGA-MURILLO

El paso por Nicaragua del Ministro Adjunto de Estado en la Oficina Federal de Relaciones Exteriores de Alemania, Niels Annen, fue inolvidable para el dictador Ortega. Lo que le dijo Annen, le revolvió tanto la bilis, que horas después, en el 42 aniversario de la caída de Carlos Fonseca, vomitó fuego contra los germanos y Europa en general, en un inusual discurso plagado de insultos y exabruptos así como manipulaciones y retorcimientos de la historia. Hasta ahora los europeos se han limitado a un comunicado del parlamento que condena las graves violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, pero después de esto podría haber sanciones económicas, como anunció el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell. Al parecer, la familia Ortega Murillo esperaba que Annen se mostrara proclive a su fantástica narrativa falsificadora de la realidad, en la que las víctimas son terroristas y golpistas, y los asesinos son los agraviados, debido a nexos del pasado con el político alemán, quien en 1992 vivió en la ciudad de León, donde trabajó como cooperante. Cuando Rosario Murillo anunció su visita, lo llamó “hermano querido”. Pero el también diputado del Partido Socialista Alemán está bien informado de la matanza que ha cometido el régimen orteguista y consecuente con ello formuló un pedido expreso de iniciar un diálogo nacional para encontrar una salida política a la crisis que vive el país.

PARTICIPAR EN LAS “ELECCIONES” REGIONALES ES TRAICIONAR A LOS MUERTOS, HERIDOS, SECUESTRADOS Y TORTURADOS

Si la dictadura controla todo –todo el aparato electoral-- y los votos que no puede obtener los arrebata, ¿entonces para qué ir a las dizque elecciones regionales de la Costa Caribe? Participar es legitimar al régimen, es darle aire al tirano y déspota Daniel Ortega. Es contribuir con el sistema opresor. El argumento de que les quitarían la personería jurídica se basa en un hecho cierto, pero, ¿para qué personería si solo sirve para hacerle el juego a los Ortega-Murillo? La falta de convicciones, de seriedad, de compromiso con la patria, con los miles de muertos, heridos, secuestrados y torturados, es la causa de que algunos partidos quieran participar. Está de por medio una mezquina ambición de precarias cuotas de poder a costa de la traición a la resistencia pacífica de la ciudadanía.

EXHUMAR RESTOS DE CARLOS FONSECA Y REALIZAR PRUEBA DE ADN PARA CONFIRMAR (Publicado en noviembre del año 2017)

Tras 84 años no se sabe dónde están los restos de Sandino. Esto de despojos humanos es complicado y delicado. En los años ochenta hubo quienes quisieron hacer trampa y a toda costa presentar sus huesos ante el pueblo, pero se impuso la cordura porque el experto internacional que haría la certificación se negó a hacerlo. Por otro lado, los supuestos restos de Carlos Fonseca, rescatados en Dipina, cerca de Boca de Piedra, Zinica, donde cayó ante la Guardia de Somoza el 7-8 de noviembre de 1976, yacen en el parque de la Plaza de la Revolución, junto a los del coronel Santos López –que fueron llevados después--. Digo supuestamente porque nunca hicieron un examen de ADN que comprobara que esos huesos eran los “Agatón”—seudónimo que usaba en sus días últimos--. Un grupo de exguerrilleros voluntariosos como Irving Dávila. José Santos Sobalvarro (El Chele Adrián) y otros llegaron a un lugar en Dipina que les indicó un campesino y encontraron una bolsa de plástico con zipper y dentro de ella fajones, un uniforme bastante raído, unos lentes, una mochila y zapatos. Los huesos correspondían a los de un hombre alto, lo que bastó para “confirmar” que se trataba de los restos del Jefe de la Revolución, aunque esto no es ninguna prueba científica. También verificaron que no había restos de manos, las que presuntamente le cortaron y se las enviaron a Somoza.

“Era un manojo de huesos envueltos en un plástico negro”, expresó el entonces vocero del Ejército, Roberto Sánchez, quien agregó que no quisieron abrir el paquete, “por respeto”. Hay que mencionar que el 11 de abril de 1981 el miembro d la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, Daniel Ortega, entregó al presidente tico Rodrigo Carazo una urna de madera con los restos de Juan Santamaría. Después se descubrió que esos huesos no eran de humano. ¡Qué vergüenza! la que pasamos. Los medios nos exhibieron en nuestra tramposa pequeñez. Pensaba en todo esto el sábado que estuve en Yaoska, a unas dos horas y media de donde supuestamente encontraron los restos de Carlos. Pensaba en esto y con las ganas de ir al lugar. Pero no se pudo. Hay una deuda en esto, no solo con los familiares de Carlos, sino con el pueblo sandinista. Sus restos deben exhumarse para hacer las pruebas de ADN y confirmar. Las evidencias apuntan a que se trata de sus huesos, así que se trata de hacer una verificación científica, como debe ser en estos casos. Algunas veces esto no gusta a familiares. Pero hacerlo es casi un imperativo histórico.

CON UN ANTIMOTÍN AL LADO

La tarde de este domingo salí por la parte norte de Metrocentro y giré a la izquierda para ir a un cajero del Banpro, que tiene dos, uno afuera, al aire libre, y dos en un minúsculo local cerrado. Por descuido, hasta que me acercaba logré ver la camioneta con antimotines que estaba frente al banco y casi me detengo del susto, pero seguí adelante, según yo, porque al dar marcha atrás, la media vuelta podría levantar sospechas. Me tranquilizó que no había fila en el cajero con puerta pues no quería estar esperando a sabiendas de que estaban a mi espalda a solo unos pocos metros. Entré rápido, había un muchacho sacando dinero que muy pronto salió. Después vino lo peor, pues segundos más tarde entró un antimotín, sí, un antimotín vestido todo de negro, pero desarmado. “ya me jodieron”, pensé, pero traté de estar tranquilo. “Hasta aquí llegaste”, me dije. Seguí con mi operación como si nada, pero lo estuve observando con disimulo. No soy un hombre grande ni corpulento, pero él muy joven, bajito y delgadito. El antimotín no estuvo mucho tiempo, no sacó dinero, quizá porque su tarjeta no tenía fondos o porque el número clave no le funcionó. A lo mejor se la arrebató a un secuestrado y lo obligó a dar la clave, pero resultó falsa. No sé qué pasó. Quedé solo, de nuevo, aliviado. Luego salí apresuradamente sin voltear a ver dónde estaban apiñados amenazantes en la tina de la camioneta. Más tarde, me dio lástima la imagen de ese chavalo que sobrevivió en mi recuerdo.

EL SANDINISMO Y EL ORTEGUISMO

Hay medios de comunicación que se empeñan en darle el calificativo “sandinista” a la dictadura y a todas las instituciones y agentes represivos bajo su control. Es un error. La dictadura y la Policía no son “sandinistas”, son orteguistas-murillistas, al servicio de esta familia y de sus allegados. El sandinismo no es eso pues se deriva del pensamiento y obra del Gral. Augusto C. Sandino, quien no fue corrupto, ni nepótico ni luchaba por establecer una dictadura. No hay ni el mínimo vestigio de similitud entre orteguismo y sandinismo. Sandino era anti-intervencionista y antimperialista y luchó contra la ocupación yanqui en Nicaragua como hubiera combatido una ocupación soviética en aquél entonces, o rusa, ahora. Sandino era agrarista, pugnaba por la justicia para el campesinado, no en su manipulación política. Reivindiquemos a Sandino, quien todos los días es homenajeado por los combatientes cívicos de la resistencia pacífica azul y blanco. Sandino y Darío, nuestros dos grandes ejemplos de la historia, uno en la lucha armada y otro en las letras. Tomemos lo mejor de ambos y fortalezcamos nuestra resistencia ante la dictadura genocida.

EL DESQUEBRAJAMIENTO FINAL DE LA DICTADURA

Claro que tenemos derecho a preocuparnos por el futuro, a preguntarnos ¿cuánto tiempo más resistirá la dictadura orteguista, cuánto más tendremos que luchar, cuántos muertos, secuestrados y torturados tendremos que seguir poniendo, cuánto más sufriremos el peso de esa bota bestial y cruel que nos cae encima, esa saña y bestialidad que sentimos todos los días? ¿Cuánto más? Es un derecho, es normal hacernos estas preguntas. ¿Es normal desanimarnos? También, no somos de hierro y nuestro temple, nuestro corazón, a veces se encoge y desalienta. En estos casos la convicción política es el mejor aliado, tener la certeza de que esta dictadura es inviable, que está derrotada estratégicamente, que Nicaragua cambió para siempre en abril, que es insostenible un régimen que se aferra al poder solo por las armas, que la mayoría de los nicaragüenses repudiamos y condenamos un sistema de violación extrema de los DD.HH, y que queremos construir una sociedad en libertad, democracia y justicia. Pero nada nos puede garantizar que en tal fecha veremos ese resplandor increíble que nos atrapará el día de la victoria. No hay manera de saberlo. Lo único que queda es seguir luchando, mantener la presión, crear e innovar ante la represión extrema que últimamente ha logrado impedirnos –de momento—marchar por las calles. La mayor parte de la ciudadanía es partícipe de esta resistencia pacífica en la que debemos desplegar todo nuestro arsenal de lucha. No hay que excluir nada, por mínimo que parezca, como nos ha enseñado la experiencia de las chimbombas azul y blanco con la que dejamos en el ridículo a la dictadura y sus sicarios. Es nuestro esfuerzo el que determinará el resultado final, acompañado de otros frentes, como el internacional. Podemos llamar un frente al económico. El predecible colapso de la economía cuyos síntomas ya estamos viviendo en Nicaragua, nos pondrá en serios apuros como país y en nuestros hogares. Y la cárcel es un frente de lucha también. Toda esta combinación hará posible que, llegado cierto momento, comience el desquebrajamiento final. Pongamos nuestro granito de arena para que ese día sea lo antes posible.

 (*)Periodista y docente universitario.

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