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Mujeres indígenas: En el exilio; pero no abandonan a sus comunidades

Vidas Caribeñas y Agenda Propia | 31 Mar 2024

Mujeres indígenas: En el exilio; pero no abandonan a sus comunidades

Un ambiente hostil y represivo amenazaba la vida y libertad de las mujeres indígenas de Nicaragua. Ante esto, se vieron obligadas a escoger entre la cárcel o el exilio. Una decisión que avizoraba un cambio drástico que marcaría sus existencias, subsistencias, emociones y raíces.

Las líderes exiliadas afirman que nunca fue su voluntad, fueron obligadas, pero desde sus trincheras siguen sembrando la semilla del liderazgo que cultiva la defensa en sus territorios.

La comunidad Tuapi se ubica a 522 kilómetros aproximadamente de Managua, capital de Nicaragua, en el territorio Tawira de la Región Autónoma del Caribe Norte, donde nació Anexa Alfred Cunningham, miskita, la primera abogada, defensora de derechos comunitarios y autonómicos en su región, y ha ejercido el liderazgo desde hace veinte años. 

Creció en una familia de madre amorosa, dedicada y protectora de sus hijos e hijas y padre de carácter autoritario y tradicionalista, quienes la orientaban a seguir el prototipo de una mujer indigena, el cuidado de los enfermos, la devoción religiosa y la reproducción como modelo de vida, no obstante, ella optó por romper esas barreras y estudió derecho. 

Alfred, representa al caribe nicaragüense ante la Organización de Naciones Unidas, además se le han encomendado misiones diplomáticas ante organizaciones internacionales para exponer la situación de los pueblos indígenas y afrodescendientes.

Becky McCrea nació en una isla de unas 22 hectáreas de superficie habitada por aproximadamente 1500 personas. McCrea es la primera abogada del pueblo Rama, defensora de sus territorios y recursos naturales comunales, quien desde los diecisiete años asumió el liderazgo en su comunidad, ante un sistema que buscaba absorber y destruir la autonomía.

En sus primeros años de vida Becky tuvo el acompañamiento de su papá, un pastor de la iglesia Morava en isla Rama Cay y su madre dedicada a la familia. La líder trató de seguir el modelo comunitario de las mujeres indígenas estudiando enfermería, lo que le facilitó recursos económicos para solventar sus estudios posteriores en derecho.

Becky consagró sus conocimientos y esfuerzos a defender la población Rama de los colonos quienes con el aval de la dictadura Ortega-Murillo, se toman las tierras comunales, además de la centralización de los poderes en la toma de decisiones que les corresponden a los comunitarios, pero su defensa la llevó a ser víctima en 2023, de un destierro forzado.

Por su parte Haidey Bautista, originaria del pueblo Ulwa, en el municipio de la Desembocadura de Río Grande, desde su profesión como docente cultivó en las aulas de clases la búsqueda de la defensa de los derechos comunitarios, la autodeterminación y auto gobernanza comunal durante quince años.

Nacida en Karawala -a cinco horas en panga rápida de Bluefields- una comunidad con poco acceso a educación, salud, servicios básicos y empleos dignos. Bautista asumió su liderazgo, desempeñándose como concejal regional, aunque la política regional está determinada por los altos mandos masculinos, que tienen directrices específicas de la dictadura Ortega Murillo, de consumir todo indicio de autonomía y centralizar los poderes públicos y decisiones, lo cual le impidió ejercer el rol de autoridad comunal.

Haidey como líder instaba que las mujeres de su comunidad también alzaran sus voces en demanda de sus derechos ante el yugo de las políticas machistas de las autoridades comunales y religiosas.

En Bluefields, cabecera municipal, el guión de género fue similar. Un sistema absoluto, machista y represivo no permitía que las mujeres fueran voces de denuncia, defensa y proclamación de derechos, rol que no era concebido para las mujeres.

Keyla Chow, socióloga, activista y feminista, miskita caribeña, vivió en carne propia la lucha por el liderazgo, por mantener la voz alzada y defender los derechos de su región. 

Su búsqueda de soluciones equitativas, justas y autonómicas a las problemáticas comunitarias, la hicieron blanco de la dictadura Ortega-Murillo, que la acusó de terrorismo al criminalizar su liderazgo. 

La líder costeña se convirtió en una férrea promotora de derechos comunitarios hacia la población miskita de Bluefields, con su participación en diversos medios de comunicación, instando a las autoridades municipales a la atención temprana, efectiva y no política de las necesidades de la población blufileña.

El Caribe un territorio marcado por el machismo y el abandono estatal El Caribe nicaragüense abarca más del 40% del territorio nacional, a lo largo de la costa norte y sur habita el 13% de la población nacional, más de 900,000 personas, según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo en su informe estadístico 2019.

Un territorio con una amplia densidad natural de flora y fauna, que alberga a diferentes pueblos indígenas y afrodescendientes, regidos por culturas ancestrales, sumergidas en el tradicionalismo y la religión. Sus luchas están marcadas por la defensa de sus tierras comunales y el desplazamiento forzado, con la esperanza de un día gozar la libertad soñada. 

Familias completas inmersas en la lucha liderada por hombres desde la esclavitud inglesa, un liderazgo masculino que despojó a las mujeres de sus derechos constitucionales para que se enfrentaran a dos batallas: la búsqueda de la verdadera autonomía territorial, y la libertad del patriarcado generacional del cual eran víctimas. 

La revolución por el liderazgo femenino inició como un conflicto interno en las regiones autónomas. Miskitas, Ulwas, Mayagnas, Ramas, Creoles y Mestizas ganan terreno en el liderazgo comunitario, pero también en la defensa de sus derechos como mujeres, esta lucha no era fácil, ya que enfrentar un sistema patriarcal, fundamentado ancestralmente, llevaría años construir territorios con políticas justas y equitativas  para las personas, especialmente para las mujeres. 

Desafiar al régimen dictatorial defendiendo los derechos de las poblaciones indígenas desató la furia de Daniel Ortega y de Rosario Murillo contra las cuatro líderes, como lo ha hecho contra sus pares. Hoy Anexa, Becky, Haidey y Keyla están en el exilio. A flor de labios, afirman que nunca quisieron exiliarse, las obligaron.

Exilio: Renacer en tierra ajena

Según una psicóloga blufileña que omitió su identidad por temor a represalias gubernamentales, para la población costeña el desplazamiento forzado causa un shock social que afecta tres aspectos principales del balance humano: la identidad, las raíces y los proyectos, todas fundadas desde las emociones y las vivencias de la persona.

“Estos aspectos son principales en la estabilidad de una persona, al desterrar al ser humano de sus vivencias, de lo que conoce desde su nacimiento hasta el punto más alto de su raciocinio, entonces la persona pierde toda raíz de su pasado y en muchas ocasiones no encuentra camino alternativo en un presente y futuro, pierde toda propiedad y pertenencia, un ejemplo más sencillo, vuelve a nacer, es como la vida después de la vida, porque el cerebro se resetea, y vuelve a transcurrir las etapas, nacimiento, niñez, adolescencia y adultez, en el presente adulto de la persona”.

El exilio es la separación forzada de una persona de su entorno reconocido como propio, analiza la experta blufileña. Anexa Alfred Cunningham  “día a día” “cuando yo salgo a mi sesión del mecanismo de expertos (de Naciones Unidas), yo sabía y estaba clara, que probablemente no me dejarían salir de Nicaragua… (sin embargo logró salir del país), afirma Anexa.

La lìder miskita agrega que cuando le dijeron en Holanda “que yo no puedo regresar a Nicaragua, que Nicaragua no autoriza mi entrada, a mí se me viene el mundo encima, y me quede, así como en el limbo.” afirmando el concepto de psicología, donde el exilio forzado causa un shock social.

Explica Anexa que se quedó con esa sensación por muchos meses y que “gracias a un grupo de mujeres me volví a encauzar…” Comparte que por varios meses se sentía desvinculada de la realidad y “no comprendía no entendía”. Lo que según la psicóloga es una emoción que experimentan las víctimas de exilio donde se pierde “toda raíz de su pasado”

Becky McCrea, también se dirigía hacia una audiencia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el caso del Gran Canal, aquel cuatro de febrero 2023;sabía que si participaba en esa audiencia como denunciante, sería objetivo directo de las represalias de la dictadura Ortega-Murillo “Mi participación y seguir con la lucha, seguir el caso del Gran Canal (ante la CIDH) significaba que estaba renunciando a seguir viviendo en Nicaragua, en mi comunidad, con mi familia, entonces desde ese momento yo dije que no podía regresar, por mi seguridad” menciona.

Para Keyla Chow, el exilio, es la oscuridad de una noche, la desorientación de caminos montañosos, peligrosos, de la mano de sus dos hijos, que para salvar su vida. Se exilió en 2019, a menos de un año de que se iniciara la crisis sociopolítica en Nicaragua. “Pasar la frontera por Peñas Blancas, a traer a tus pequeños de la mano sin saber que más adelante lo que te puede pasar, un bulto ligero, pasar varios retenes, en aquel entonces había muchos retenes del ejército y de la policía orteguista. Uno tenía que hacerse el duro y pasar con toda la fuerza del mundo enfrente de ellos, muy difícil son escenarios que uno no termina de superar, posiblemente llegue a una edad más adulta y una va a seguir contando esa narrativa con mucho dolor” afirma Keyla.

La participación de Keyla en las marchas sociales desde abril 2018, hizo que el régimen iniciara una cacería y encarcelamiento en su contra hacía con todo el activismo opositor y defensores, periodistas y sociedad civil.

Al menos 605.043 nicaragüenses han abandonado su país en los últimos cinco años -un 9 % de la población total- debido a la represión del régimen a cualquier signo de oposición poblacional según el informe del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, titulado “Situación de las personas nicaragüenses desplazadas forzadas”,

Aunque se desconoce la cantidad de gente caribeña que ha emigrado por la persecución gubernamental, líderes comunitarios refieren que la mayoría son jóvenes, egresados de secundaria o estudiantes universitarios .La población adulta joven, es la que salió de la comunidad, aquí solo quedamos los ancianos. Nuestra semilla que podía defendernos se fue y nosotros solo somos viejos, no podemos luchar como ellos, tenemos miedo porque nos están quitando nuestras tierras” afirmó un líder miskito de una comunidad en las cercana al Río Coco, quien pidió omitir su identidad ya que ha sido víctima de represión de colonos armados.

Para Keyla Chow el exilio se ha convertido en un episodio sin caducidad. “Un día de estos hacía memoria de esto (mi exilio) y a veces la narrativa común es que uno sale eventualmente, sale temporalmente, mientras tanto, y ese mientras tanto es agónico, pasan hasta cinco años en ese mientras tanto y en ese mientras tanto hay muchos sentimientos encontrados: hay llanto, hay dolor, hay una extraña sensación de lejanía. La gente del Caribe es territorial y no porque sea una limitante, es una cosa cultural, nosotros nos arraigamos mucho a nuestra cultura, a nuestros bailes, a nuestra tradición”, comenta.

No distante de esta experiencia es la de Haidey Bautista, quien salió de su comunidad, para enfrentar el exilio junto a sus dos hijos, ya que las amenazas de cárcel y muerte se acercaban cada vez más a ella y a su familia. Asegura que nunca pensó tener que salir de su territorio, el que tanto defendía, tal como lo hiciera un delincuente, escondiéndose hasta de los mismos comunitarios políticos, que, aunque la conocían desde su niñez, secundaban la represalia y la persecución del régimen orteguista contra ella.

“Como líderes y como mujeres desde nuestras comunidades estamos en el exilio forzado, quisiéramos estar en nuestro pueblo porque somos profesionales y estos recursos (humanos) deberíamos estar dando nuestro servicio, para que nuestras comunidades puedan salir adelante en todo lo que es el desarrollo comunitario y otros ámbitos” asegura Haidey. Ella, analiza que la persecución gubernamental contra las líderes, se debe a que las mujeres son agentes de cambio y existe el antecedente histórico de la lucha de las mujeres. 

Una de las estrategias del régimen es extinguir a los profesionales críticos en las comunidades indígenas para que la ignorancia persista y el activismo se anule. “el pueblo se somete y el régimen impone.”, sostiene Haidey Bautista. 

Esta situación lleva al retroceso del proceso autonómico y consume toda línea de acción en la defensa de los pueblos, la cultura, la tradición y la importancia de los territorios para la población indígena y afrodescendiente. “Desde el 2014 para acá, nos hemos sentido fuertemente atacados por el gobierno de Nicaragua, a nuestros pueblos indígenas más que todo”, lamenta Haidey. Ese año marca el inicio de la estrategia más clara y activa de la dictadura Ortega-Murillo para destruir la autonomía, con la instauración de gobiernos comunales y territoriales paralelos a los electos en asambleas comunitarias.

Desde el exilio continúan el compromiso con sus raíces

El modelo de persecución política que aplican Ortega y Murillo a las y los líderes en Nicaragua, finaliza con exilio forzado, destierro o desnacionalización. 

La represión estatal, policial y paramilitar en 2018 dejó en la impunidad a más de 350 asesinatos ocurridos en las protestas, el destierro sufrido por 222 personas encarceladas y desnacionalizadas en febrero de 2023, la desnacionalización y expropiación de 94 activistas y defensores de derechos humanos, la mayoría exiliada según el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más ante el Segundo Informe del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (GHREN).

Pese a la crisis social, política y económica que atraviesa el país, el exilio y destierro que las ha forzado la dictadura a las líderes no han claudicado. Anexa, Becky, Keyla y Haidey, continúan acompañando a los comunitarios en la defensa de sus derechos, frente a una agenda partidaria del Frente Sandinista de Liberación Nacional que busca imponer un gobierno centralizado y depredador de los recursos naturales de pueblos del Caribe Nicaragüense.

“Mi papa me dijo: “cuando una cree en algo, le gusta algo y crees que estás haciendo el bien y crees que estás haciendo lo justo, hay que seguir, hay que seguir, pero siempre también no hacerlo sola, siempre orando y siempre pidiendo a Dios esa ayuda. Y sí creo que la lucha sigue para mí, yo soy una lideresa y desde donde estoy voy a seguir” reflexiona Becky McCrea, quien alivia un poco su dolor por la lejanía, con los recuerdos de las enseñanzas de su padre.

Desde el 2013 esta situación de querer destruir o deshacerse de la estructura de los gobiernos comunales, gobiernos territoriales, que realmente es algo muy importante para nosotros los pueblos indígenas porque nosotros vemos el desarrollo de nuestras comunidades desde otra manera, desde la cosmovisión indígena. Es algo que se había construido, en el caso del Gobierno Territorial Rama y Kriol, GTRK, desde el 2003”

La misma devoción en la defensa de su población promueve Anexa Alfred. A pocos días de haber sido desterrada, tras su primera misión oficial a Ginebra como miembro del Mecanismo de Expertos Sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas por América Central y el Sur, en la ONU, dijo: “Ortega me cerró las puertas, pero no me va a callar la voz… Estoy a un paso de la ONU y voy a todos los eventos en los que pueda intervenir, allí voy a estar …. voy a ser la voz de esas personas que han sido silenciada en Nicaragua y sobre todo de los pueblos indígenas que estamos invisibilizados y no tenemos ese mismo acceso que tienen otras organizaciones o personas… es lo que me tiene en pie todos los días… y me da la fuerza de seguir” refuerza Anexa.

Keyla Chow por su parte, emprendió la dura tarea de establecer la organización “Bloque Costa Caribe en el Exilio”, con el objetivo de estar presente en la vida de las y los costeños que buscan orientación en sus procesos migratorios, ayuda humanitaria, establecimiento, empleo, salud y hasta traducción, ya que muchos que han emigrado son originarios de comunidades indígenas y afrodescendientes, y su lengua materna no es el español.

Después de cinco años de exilio, Chow asegura que su sueño se está cumpliendo y que el apoyo no solo ha sido para las familias exiliadas, sino, también para los que están dentro del territorio. “Nosotros tenemos que resolverle a la gente, entonces decidimos organizarnos, desde 2019 existimos como organización, y atendemos a una amplia población. Todavía 2019, 2020 antes de la pandemia, la población costeña que atendíamos superaban las 200 personas” recuerda Chow. 

Hoy celebra que el Bloque Costa Caribe en el Exilio, fue meritorio recientemente de un proyecto donde apoyarán a mujeres madres, que buscan fomentar la seguridad de sus hijos e hijas-.

“El Caribe, es un escenario sumamente distinto entre una capital de un país económicamente hablando elevadísimo. Esos escenarios contrastan con el sector social del Caribe de Nicaragua donde no hay una afluencia de carreras de vehículos, de buses, donde la economía fluye bastante y es carísimo, la gente, si uno no viene preparado para entrar a esta sociedad, una entra en shock. Entonces yo me proyecté en muchas mujeres”, expone Keyla.

Haidey Bautista hace frente desde sus redes sociales a la denuncia de las violaciones, desplazamiento forzado, gobiernos paralelos y liberación de Brooklyn Rivera, diputado y líder máximo del Partido YATAMA (Yapti Tasba Masraka Nanih Aslatakanka, Hijos de la Madre Tierra en español).  Rivera fue secuestrado por el régimen Ortega-Murillo desde 29 de septiembre 2023 en Bilwi, Puerto Cabezas, en el Caribe Norte de Nicaragua y hasta febrero de 2024 no se ha dado prueba de vida. La diputada Nancy Henríquez también se encuentra encarcelada por la dictadura.

“Estoy haciendo comunicación, concientización mediante videos, tiktok, redes sociales, haciendo conciencia en nuestro pueblo. No tenemos que dejarnos manipular, aunque sabemos que Nicaragua es un tema tan difícil por ahora porque todo mundo tiene miedo porque es perseguido, si cualquier persona sale hablando, alzando sus voces, debe ser encarcelado por el gobierno, es perseguido, así que es difícil todo lo que ha venido pasado con el encarcelamiento injusto de nuestros dos líderes, uno, nosotros sabemos que está encarcelado, pero el líder máximo no sabemos su paradero, y todo esto es difícil para nosotros, igualmente ellos (gobierno), nos han quitado todo lo que es la Casa Verde, (casa comunal que teníamos en Puerto Cabeza,)” resalta Bautista.

Además, mantiene una campaña propia en la denuncia de la confiscación gubernamental a la radio Yapti Tasba, que cubría para de la región norte y sur del Caribe nicaragüense, donde se promocionaba la lengua miskita, sus leyendas, cuentos, historia y cultura. Con la confiscación de este medio la comunidad miskita en general quedó en la total desinformación.

Ellas han encontrado en redes sociales, redes de apoyo, organizaciones y otras personas exiliadas, una familia y amigos que han sido escalones para ir dando pasos, que aunque son pequeños, reafirman el compromiso con la defensa de los pueblos étnicos del caribe nicaragüense, la permanencia de una verdadera autonomía sirviendo de ejemplo, de liderazgo resiliente, de amor y pertenencia a sus pueblos.

Anexa, Becky, Keyla y Haidey fueron obligadas al exilio:

- “Para mí nunca fue una opción el exilio, yo no he renunciado a volver a Nicaragua” dice Anexa Alfred  

- “En ningún momento yo tenía la intención de querer abandonar mi pueblo en el que nací, para mí lo más importante es estar en mi comunidad” señala Becky McCrea.

- “Exiliarse no es una opción para nadie, es la única salida para la protección física. Y para continuar mi tarea en la defensa de los derechos humanos” afirma Keyla Chow.

- “Nunca quise el exilio, me debo a mi pueblo, a cumplir nuestra misión y visión” precisa Haidey Bautista.

El exilio representó un nuevo nacimiento porque todo lo que conocían como una vida, se anuló con su salida de Nicaragua, para comenzar a construirse como personas, profesionales y defensoras a kilómetros de distancia, manteniendo siempre el compromiso con sus raíces.

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