Rotondas en Managua: Espacios de encuentros y disputas
- 21 Sep 2021
- 3:20 p.m.
La avenida de la Centroamérica sobrevive a las borraduras que se pretenden hacer • Foto: Archivo / Onda Local
Las movilizaciones ciudadanas durante la rebelión de abril de 2018 en Nicaragua fueron masivas, esta nueva insurrección marcó un antes y un después en el país. Las demandas de libertad, justicia y democracia tuvieron como escenario las calles, plazas, rotondas o avenidas donde personas autoconvocadas protestaban contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes retornaron al poder en el año 2007 y en su intento de normalizar el país han borrado el grito de la gente que estaba plasmado en pintas, monumentos, rotondas, edificios públicos y privados, los que eran parte de una memoria reciente, de un pasado que todavía se vive.
El presente trabajo recopila los testimonios de personas que participaron en las protestas de abril de 2018 y que convirtieron estos escenarios en sus espacios de lucha. Estas son sus memorias.
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18 de abril de 2018 son las cuatro de la tarde en Managua Nicaragua; desde Camino de Oriente un sitio dedicado a la actividad comercial se observa un grupo de personas jóvenes y adultas que entre pancartas, consignas, vuvuzelas, gritos y el tráfico a orillas de la carretera, se han reunido para protestar por las reformas al Seguro Social impuestas por Daniel Ortega, algunos de los cambios que traería la reforma era el aumento de las cotizaciones para empresas o personas trabajadoras y obligaría a personas jubiladas aportar un 5% de su pensión para la cobertura de enfermedades.
Minutos después esta protesta pacífica se volvió violenta por la presencia de paramilitares, personas de la Juventud Sandinista y grupos de choque a fines al gobierno de Ortega quienes agredieron a manifestantes y periodistas que documentaban los sucesos. Este sería el inicio de muchos días de protesta, que dejaron como resultado más de 300 personas asesinadas, miles de personas exiliadas, persecución a la oposición, censura de medios de comunicación y personas privadas de libertad por razones políticas.
En este contexto, los espacios (calles, plazas, avenidas, parques, iglesias, universidades, parqueos, supermercados y rotondas) se convirtieron en un símbolo de lucha, un ícono de encuentros de la ciudadanía autoconvocada, pero también de partidarios del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Actualmente, varios de estos espacios se encuentran custodiados por la policía.
Luciana Messina (s.f.) explica que, el espacio público es clave en la configuración de la memoria. Al respecto, también plantea que cuando se recorren las calles de una ciudad, se pueden encontrar diversos materiales que hablan de acontecimientos o actores del pasado.
Memorias desde la rotonda
“Me ubico en la Jean Paul Genie, me veo en los supermercados, en los hoteles, en los atrios de la iglesia. Recuerdo las calles, las rotondas, las universidades. Me trae a la memoria estos espacios públicos, las protestas que hacíamos frente a los juzgados para demandar justicia por las personas secuestradas”, así recuerda Mirna Blandón, activista del Movimiento Feminista de Nicaragua los días en que recorría distintos espacios de la capital acompañada de miles de personas que demandaban transformaciones profundas en el país.
Estos espacios fueron escenario de movilizaciones y encuentros ciudadanos, para muchas personas autoconvocadas los espacios públicos fueron también protagonistas de la lucha de abril, estos lugares recobraron nuevos significados y no volverán a ser los mismos.
Sobre las borraduras, reescrituras y resignificaciones de los espacios públicos, Margarita Vannini señala que, “estas pueden ser leídas como expresión de las luchas por la memoria que se dieron en el país, a nivel institucional y social, como resultado de las rupturas estructurales, políticas y culturales ocasionadas por desastres naturales, conflictos políticos y militares” (2015, p.77).
Después de tres años de las protestas ciudadanas contra el régimen Ortega-Murillo, las rotondas fueron convertidas en espacios recreativos, pero el recuerdo de lo que ahí se vivió aún está vivo.
La rotonda Jean Paul Genie, tiene ese nombre en honor a Jean Paul Genie Lacayo, un joven de 16 años que fue abatido a tiros en 1990 cuando intentaba cruzar la autopista Managua-Masaya, su asesinato continúa impune.
En 2018 esta rotonda pasó de ser un punto de referencia en Managua a ser un punto de reunión de marchas, plantones, vigilias y conciertos del pueblo autoconvocado. De acuerdo con Elizabeth Jelin y Victoria Langland (s.f.) “cuando en un sitio acontecen eventos importantes, lo que antes era un mero espacio físico o geográfico se transforma en un lugar con significados particulares, cargado de sentidos y sentimientos para los sujetos que lo vivieron”.
Esto que plantean ambas autoras, se refleja en el testimonio de Mirna, quien se recuerda en esta misma rotonda con otras compañeras de lucha el 03 de agosto de 2018, día en que leyeron una carta dirigida al Ejército de Nicaragua para que desarmara a los paramilitares, “aprovechamos para poner cruces, estos lugares estaban llenos de energía, de vocación democrática y resistencia”, cuenta Mirna.
Las autoconvocadas clavaron cruces para honrar la memoria de los caídos, junto a un monumento de la Virgen en el que se leía una oración y el siguiente mensaje, “en memoria de todos los caídos, por defender con amor y valentía la soberanía de nuestra querida Nicaragua”.
Detenerse en la rotonda Jean Paul Genie ahora es casi imposible, policías de civil o con uniformes permanecen apostados en los extremos de la rotonda o en lugares aledaños a la zona, su objetivo, es evitar cualquier tipo de manifestación en el lugar, actividad que está prohibida en el país por el gobierno. El homenaje a los caídos de la nueva revolución desapareció, en 2019 el régimen de Daniel Ortega puso en su lugar una carpa celeste en el centro con arcos de hierro que forman senderos de plantas alrededor.
Mirna Blandón agrega que, aunque los objetos ya no sean tangibles la esencia del lugar continúa siendo la misma, porque no han podido borrar de su memoria los hechos violentos ocurridos en este espacio y de los que fue autor el régimen Ortega Murillo. “Me cuesta no regresarme a abril, no podemos olvidar estos lugares para conseguir justicia, la fuerza colectiva nos inspiró a seguir luchando con todos los sectores y sin distinción alguna”.
De acuerdo con Luciana Messina (s.f.) existen experiencias diversas en torno a los lugares donde fueron escenario de violaciones a los derechos humanos, aunque son llamados “auténticos, históricos, testimoniales o recuperados”, algunos de ellos fueron ocupados, demolidos, olvidados o resignificados como es el caso de la rotonda Jean Paul Genie.
El régimen de Daniel Ortega en sus intentos por instaurar una memoria oficial ha borrado el rastro de cualquier objeto, pinta o frase de esos lugares, en los que además ocurrían encuentros generacionales para levantar una bandera y gritar “Libertad”.
Neyma Hernández, es excarcelada política, se unió por casualidad a la protesta en Camino de Oriente el 18 de abril de 2018, volvía de una cita médica cuando decidió integrarse. Como una autoconvocada más, se unió a la lucha y asistió a marchas, plantones y vigilias. Uno de los recuerdos que más le marcó ocurrió ese mismo año en la rotonda Jean Paul Genie.
“Los antimotines estaban agrediendo a los manifestantes que en su mayoría éramos jóvenes, entonces la gente decidió parquear su carro en toda la rotonda y en la avenida de Galerías hacia Metrocentro y eso nos dio mayor seguridad. Ahí nos atrincheramos, gritamos, pusimos cruces por la memoria de los asesinados, poníamos fotos de las personas desaparecidas, de los presos y presas políticas, era nuestro el espacio”, asegura.
Neyma agrega que si tuviera la oportunidad de salir a la calle a manifestarse lo primero que haría sería tomarse la Jean Paul Genie, “porque es un espacio donde la gente nos escuchaba, nos miraba y se sumaba a nuestra lucha que también era la de todos”.
A unos cuantos kilómetros de la rotonda Jean Paul Genie se encuentra la rotonda Rubén Darío conocida popularmente como la rotonda de Metrocentro, conforme pasaron los días de protesta este espacio se convirtió en un cartel de registro de lo que acontecía a diario, la gente escribía consignas, hacía pintas con grafiti e incluso contabilizaban el número de personas asesinadas por la dictadura. Además, este espacio se encontraba en medio de los enfrentamientos que se produjeron entre la resistencia estudiantil y la policía.
Una de las memorias de Neyma, la ubica en este sitio el 30 de mayo de 2018, en la Madre de todas las marchas, “yo escuchaba los balazos que venían desde la UNI y la gente desesperada no dejaba de correr. Siempre pienso que han pasado tres años y me parece que fue ayer esa fecha, a veces me dan ganas de volver en el tiempo, sacar una consigna y levantar mi bandera en esos espacios públicos, esos eran los lugares donde podíamos gritar por nuestra lucha”.
A juicio de Neyma, la dictadura de Daniel Ortega sabía que esos espacios eran emblemáticos para la oposición, por eso decidieron adueñarse de estos lugares y quitaron todo lo que habían colocado “la policía ahora está regada en estos lugares, los podemos ver en la avenida de Camino de Oriente, en todas las rotondas, centros comerciales, paradas de buses, en las afueras de la Universidad Centroamericana, siempre está ahí la policía para ver si hay alguna protesta y reprimirla”.
Espacios en disputa
En 2018 Gonzalo Carrión era abogado del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), desde este espacio se sumaba a las protestas ciudadanas, documentaba los casos de violaciones a los derechos humanos y daba acompañamiento a familiares de víctimas del régimen de Daniel Ortega. Se exilió ese mismo año en Costa Rica, después de temer por su vida a causa de constantes amenazas.
Gonzalo señala que desde 2007, año en que volvió al poder Daniel Ortega, los espacios públicos fueron asaltados por las fuerzas de choque a fines al gobierno, hasta antes de abril de 2018 las rotondas se habían convertido en centros para rezar. Según Carrión las personas que hacían estas actividades eran pagadas por el mismo gobierno para mantenerse en el espacio, pero debían aparentar que estaban ahí de forma voluntaria; “esas fuerzas de choque falsas, convertidas en personas creyentes eran acuerpadas por los policías y cuando miraban que había algún ambiente de movilización de otras expresiones, ubicaban a esas fuerzas de choque con pistolas o herramientas para intimidar”.
Mirna Blandón concuerda con Gonzalo al asegurar que la disputa por los espacios públicos entre la sociedad civil y la dictadura ha estado desde el inicio del gobierno de Ortega Murillo, “cuando Daniel Ortega asume la presidencia, inició consigo una política de represión contra cualquier movilización social que cuestionara todo abuso de poder”.
Al respecto, Margarita Vannini agrega que, “a partir de 2006 las plazas públicas fueron reconquistadas, transformadas y rebautizadas; los parques y mercados recuperaron sus nombres revolucionarios y surgieron nuevos museos comunitarios, que cuentan nuevas historias del mismo proceso. Ahora se trata de la historia de las victorias sandinistas. En todas las victorias que cuentan los nuevos museos hay un solo líder: Daniel Ortega” (2015, p.77).
Como activista feminista, Mirna protestó en distintos espacios públicos donde conmemoraban fechas importantes, desde su experiencia explica que durante estas actividades nunca les dieron seguridad ciudadana, más bien les impedían la ruta donde pretendían marchar. “Nos ponían antimotines al frente, no nos dejaban llegar al final de nuestras movilizaciones y esto no fue una vez, sino varias veces. Yo recuerdo una vez que nos regresaron de la rotonda de Bello Horizonte, después fuimos asediadas en una gasolinera por policías y paramilitares en moto”.
El sentido de pertenencia y apropiación del espacio público por parte del régimen, son parte de las memorias oficiales que quiere imponer la dictadura Ortega Murillo. Sobre las memorias oficiales Pollak (1989) citado por Jelin (2002, p.40) explica que, “son intentos más o menos conscientes de definir y reforzar sentimientos de pertenencia, que apuntan a mantener la cohesión social y a defender fronteras. Al mismo tiempo, proporcionan los puntos de referencia para encuadrar las memorias de grupos y sectores dentro de cada contexto nacional”.
Mirna, compara esta situación con la dictadura Somocista, contexto en el que también fueron reprimidas las manifestaciones sociales porque “amenazaban” la continuidad del gobierno, “al tomarse el espacio público, al hacer visible las inconformidades ciudadanas los gobiernos buscan la forma de acallar, de silenciar y una de estas maneras es el apoderarse de los espacios públicos bajo el uso de la violencia”.
Sentir con el cuerpo
Cuando Mirna recuerda el puente a desnivel de la rotonda Centroamérica se emociona y viene a su memoria las fotografías de personas asesinadas que la gente dejó plasmadas en las paredes de esta avenida. “Recuerdo que, bajo la lluvia, cantamos las notas del Himno Nacional frente a ese mural, sentí la energía positiva y colectiva que implicaba estar en un lugar simbólico donde todas y todos éramos lo mismo y estábamos por lo mismo”.
Mirna, tampoco olvida lo que provocó el derrumbe de los “Árboles de la Vida”, estructuras de lata que el gobierno instaló en la mayoría de las avenidas, calles y rotondas de Managua. “Esto no era acto vandálico, significaba resistir, pero además derribar y derrocar un abuso de poder de Ortega Murillo de poner árboles de lata y no resolver el hambre de la población, el empleo de la población fue un acto reivindicativo de lo que golpeaba tanta ostentosidad frente a tanta miseria”.
Entre las memorias de Mirna también está el miedo, pero el miedo convertido en acción, “el régimen respondía de forma violenta y reprimía las manifestaciones, pero la gente siempre resistía en otros espacios y de otras maneras”.
Desde finales de 2018, el régimen ha negado a la ciudadanía el derecho que tienen a circular libremente y movilizarse de forma pacífica.
En los años 80, Gonzalo Carrión fue líder estudiantil cuando ve al pasado recuerda su lucha y la de ahora en los mismos espacios, concluye con que no hay nada comparable como la libertad, “a esa libertad, los dictadores, los tiranos le tienen mucho miedo porque la dictadura es la negación de todo tipo de derechos y garantías”.
El despertar de abril llegó para que la historia de Nicaragua tomara un rumbo distinto, aunque las demandas de la ciudadanía todavía no son escuchadas, sus memorias se siguen escribiendo, sus trincheras de lucha no son olvidadas y en medio de la represión continúan haciendo suyos esos recuerdos y esos espacios desde donde se gritó por la libertad del país.
“La verdad y la memoria son básicas para procurar esa justicia, entonces cuando este régimen caiga vamos a tener que reivindicar el significado de todos estos lugares, para que no se nos olvide lo que vivimos en medio de la represión”, Mirna Blandón.
Bibliografía
Jelin, E. (2002). Memorias de la Represión: Los trabajos de la memoria. España: Siglo XXI de España Editores.
Jelin, E. & Langland, V. (s.f.). Memorias de la Represión: Monumentos, memoriales y marcas territoriales. España: Siglo XXI de España Editores.
Messina, L. (s.f.). Módulo 5: Espacios, territorios y lugares de la memoria.
Vannini, M. (2015). Pasado/Presente: intervenciones culturales. No., 33-34.
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